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El 7 de abril de 2020 escribí un artículo en el que hablaba de la “Función de Gobernar”. Por la enorme responsabilidad que recae sobre un gobernante, ya que de su gestión dependen muchas personas -en España 47 millones- no puede ejercer esa función cualquiera. Para gobernar hay que cumplir unos requisitos imprescindibles en cuanto a formación, experiencia, ecuanimidad, honradez, principios, valores, etc., que sin ellos no es posible asumir la responsabilidad de gobernar.
Si la persona cumple con los requisitos enunciados anteriormente, es absolutamente imprescindible que tenga vocación de servidor público. Que sus valores le hayan llevado a dedicarse a la política porque quiere ser útil a la sociedad, sacrificarse y esforzarse por el bien común.
La política no puede ser el refugio de incompetentes que poco o nada han hecho en su vida. No puede ser el cajón de sastre de paniaguados e inútiles que en la vida normal no han sido capaces de hacer nada de provecho. Lamentablemente esta es la situación generalizada actualmente. Por supuesto, hay excepciones muy honrosas.
Desafortunadamente, el concepto de servidor público no es que se haya desvirtuado, es que ya no existe. Piensen Vds. en un político actual en el que su prioridad sea conseguir el bien común, olvidándose de sus intereses personales y de partido. No existe, o por lo menos yo no reconozco a ninguno con esas características.
Estamos hablando de los políticos en general, pero si hablamos de los que tienen que ejecutar, es decir, el gobierno, esa vocación de servidor público se hace absolutamente imprescindible.
Cuando el gobierno se dedica a gestionar (si a eso se le puede llamar gestión) exclusivamente desde un plano ideológico, defendiendo únicamente los intereses de su partido, en este caso el PSOE, y los suyos personales, tanto del presidente como de los ministros, está ignorando totalmente los problemas y las preocupaciones de los españoles y, consecuentemente, lejos de solucionarlos, buscando el bien común, los abandona a su suerte porque no es un servidor público es un oportunista que ha llegado al poder para satisfacer, exclusivamente, sus objetivos personales e ideológicos.
Claro, cuando no se ejerce el poder con esa gravísima obligación de servir a la sociedad buscando el bien común, ocurre lo que está ocurriendo con la catástrofe del Levante Español. Creo que no hace falta analizar en profundidad la situación para darnos cuenta de que, a Sánchez, los españoles le importamos una higa.
Clarísimamente está anteponiendo sus intereses personales, los de su partido y los de sus socios que lo único que quieren es destruir España, a los intereses y necesidades de los españoles asolados por una de las mayores tragedias sufridas en España.
Después de todas las barrabasadas y tropelías que ha hecho desde que está en el poder, nos podíamos esperar cualquier cosa, pero dejar abandonados a su suerte a miles y miles de españoles que lo han perdido todo traspasa todos los límites imaginables.
Si desde el primer momento, el único que tiene poder para hacerlo, el presidente, hubiera enviado, no a 500 militares, sino a 50.000 y, si fuera necesario, a todo el Ejército, con los medios de que dispone, seguro que se hubieran salvado muchas vidas de personas que quedaron atrapadas en los garajes. No lo digo yo, se están hartando de decirlo los expertos, muchos de ellos presentes en la zona de la catástrofe.
¿Cómo puede decir un presidente del gobierno a un presidente autonómico con zonas arrasadas y muchas muertes de por medio que si necesita ayuda que la pida? Tengo que reconocer que cuando le oí decir eso no me lo creía, pero, lamentablemente es verdad.
Cuántos casos han salido a la luz de bomberos, militares, sanitarios, policías, guardias civiles, etc. que no se les ha permitido ir allí a ayudar a esa pobre gente. No solamente no los envían, sino que además a los que quieren ir voluntariamente no se les dejan.
Voces autorizadas como Antonio Tatay Noguera, ingeniero de caminos que se ocupó de la reparación de la presa de Tous, ha analizado las causas del desastre y concluye diciendo que uno de los factores que han contribuido a esta catástrofe es la falta de limpieza de los cauces fluviales y los barrancos. No se limpian por motivos ecológicos; no se puede tocar la caña porque es sagrada y tampoco los arbustos porque son de la madre tierra. El ecologismo ideológico está haciendo mucho daño.
No voy a extenderme más porque todos conocemos cómo ha actuado el gobierno ante esta hecatombe.
Ahora la pregunta del millón: quitando a los paniaguados ya los votos comprados, los demás votantes del PSOE, ¿seguirán votándole? Si así fuera, yo me doy de baja de este sistema político.
¡Ah, se me olvidaba, debo ser de ultraderecha porque he tenido la osadía de criticar al gobierno.
Jose Ignacio Echegaray
Colaborador de Enraizados
Autor
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