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Confieso que ya no leo en BOE, boletín oficial del estado.

Ya soy mayor, y he dejado de leer tebeos.

No creo en el  capitán Trueno, ni en Pulgarcito, pero si en el  guerrero del Antifaz, que ya tarda en venir a España, para librarnos de los miles (posiblemente, cientos de miles), de ladrones, corruptos y traidores que nos circundan y oprimen.

Creo en Dios, en la Virgen del Pilar, en la Patria, en la familia, en los amigos, y en mí mismo, por este orden.

La vida es corta, y no estoy dispuesto a perder el tiempo leyendo paridas, ocurrencias, y mentiras sin compasión.

Antes, cuando el BOE se publicada en papel, siempre podía ser útil para limpiar los cristales, o hasta limpiarse la parte donde la espalda pierde su honroso nombre, a falta de papel higiénico, pero ahora, ni eso…

Quiero decir con esto, que si no leo las leyes nuevas, la mayoría reales decretos leyes, del gobierno, que luego se transforman en leyes, con la anuencia de la mayoría de los culoparlantes, y del rey Felipe VI (iba a poner Felpudo VI, por error), menos aún voy a leer y estudiar los proyectos de los varios gobiernos que tenemos: algo que creo queda del PSOE, el partido sanchista, que es mayoritario –en el  gobierno, pero no en la sociedad-, y las taradas de Podemos.

Y la expresión taradas, no la uso en sentido peyorativo, sino meramente descriptivo.

Las cosas son lo que son, y no hay que darles más vueltas.

Pero esta mañana, 4 de noviembre de 2022,  al leer el   diario digital PaNam Post, en el que colaboro desde hace años, y que se edita en Miami, para toda Hispanoamérica, he visto un brillante artículo de doña Gabriela Moreno, que se titula así:

LEER MÁS:  Irene Montero, la favorita del matón de Podemos. Por Eduardo García Serrano

“Tres cambios de sexo en dos años permite polémica Ley Trans de Irene Montero”,

Y me he quedado a cuadros, la verdad.

(Les aconsejo que lo lean y, si es posible, que el medio lo reproduzca, pues es de lo más sensato que he leído en mucho tiempo).

Independientemente de las aberraciones jurídicas del  proyecto de ley que explica de forma sencilla y exhaustiva el  artículo,

 ¿Cómo va a hacer nuestra seguridad social para poder atender la avalancha de personas que quieren ser lo que no son…?

¿Y que coste económico van a tener esas operaciones, los periodos de estancia hospitalaria, pre y post operatorios, etc…?

Antes, cuando se legislaba bien, toda norma jurídica de cierto rango, leyes, reales decretos leyes, reales decretos…, tenía que llevar adjunta una memoria económica, para ver el coste estimado que iba a tener el asunto, de donde iba a salir el dinero, etc.

Pero ahora, se le ocurre una parida a cualquier tarada o desquiciada, y allá va el  proyecto de ley.

Todo ello sin intervención de médicos, psicólogos y psiquiatras, faltaría más. ¡Qué sabrán ellos, habiendo tantas desquiciadas en el “monasterio de igualmedatodo”!

Y los menores de edad, que puedan cambiar de sexo, sin necesidad de autorización de sus padres.

Si ya pueden abortar, o tomar la píldora del día después, que produce graves daños, cuando les salga del coño, y nunca mejor dicho, y sin que sus padres lo sepan, ¿qué más da que se extirpen el pene y los testículos, por ejemplo, como el que se va al cine?

Claro que, en un país antes llamado España, donde 202 diputados, no menos tarados, votaron a favor de la eutanasia, nada tiene que extrañarnos. (Supongo que incluirían una disposición transitoria, en su propio “beneficio”, de forma que a los 202 se les aplique la eutanasia en su momento, y más bien pronto que tarde… ¡Qué menos!).

LEER MÁS:  Que van a aportar los políticos y los empleados públicos. Por Ramiro Grau Morancho

En fin, termino ya, que soy hipertenso, y no me conviene calentarme más.

En el  hipotético supuesto de que alguien me lea,  ruego hagan todo lo que puedan para evitar que esta aberración,  jurídica y social, se convierta en ley, y no sea un parto, sino un aborto.

¿O es que no queda nada de sociedad civil, libre e independiente, es decir, no subvencionada…?

Y sino, que Dios se lo demande a todos los que no hayan cumplido con su deber.

¡Vade retro, Satanás!

Autor

Ramiro Grau Morancho