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Salvo en Francia, por aquello de haberle cogido gusto a la guillotina, el rey o la reina morían en su cama o en el exilio. Nos referimos a un principio no escrito de cierta importancia en la Monarquía, pero hoy absolutamente desfasado. Con todo, ahí tenemos a la anciana Isabel II de Inglaterra emperrada en seguir siendo soberana y papisa, aunque debido a su ancianidad tenga que despedir a Boris Johnson y saludar a Liz Truss en su chalé de Balmoral, lo más seguro que en la cama, y presumiblemente sin enterarse de nada.   

    Por decencia y dignidad, por simple sentido del decoro, este cuento de las Monarquías debería acabarse de una vez. Hablamos de una institución sostenida por la prensa rosa y por una cuadrilla de débiles mentales y cursis de pacotilla, cuya inmensa mayoría no procede de familias monárquicas. Siendo así, que para todos estos la Monarquía es el cuento de la lechera cuyo final no han leído. Institución caduca e inoperante en nuestros días, entre cuyos miembros cada vez hay más gatas con botas. Que esto también pesa, y mucho, entre los que sí procedemos de familias monárquicas de muchas generaciones, porque antes la Monarquía era lo contrario al gobierno de la Tropa.

    Nos referimos a una institución sostenida artificialmente. A unas familias de celebrities que viven al costado de sus naciones sin más aporte que acudir a actos, dar premios, leer lo que se les pone delante de los ojos con mejor o peor dicción, y reír las gracias de las gentes que les esperan durante interminables horas para saludarles al pie de las cunetas

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    Nos referimos a una institución que goza de toda la comunicación del Estado, de la que el CIS, en cuanto a la nuestra se refiere, esté o no al frente TEZANOS -más propiamente TENAZAS por lo que hace de parte-, no pregunta por sabido conocimiento. Pero bien sabemos que no goza de la aquiescencia de la mayoría de los españoles, siendo que el apoyo a la Corona es de un 15 %, porcentaje que luego aumentan si la pregunta consiste en comparar a Felipe VI con Pedro Sánchez, que entonces puede llegar al 35 % a favor del Rey.  

    Nos referimos a una institución que no es apoyada por la inmensa mayoría de los españoles menores de 45 años, que no entienden el poder hereditario, los privilegios de clase y el nulo poder real que ejercen estos a los que se da en llamar reyes y reinas, príncipes y princesas, infantes e infantas, y demás familia de parásitos.

    Si a lo dicho le agregamos que en España la esposa del Rey despierta “muy poca simpatía” y que las niñas hacen “muy poca gracia”, pese a darnos, al menos la mayor, la adolescente Leonor, tan buenos consejos para conducirnos en la vida, ya me dirán ustedes a qué estamos esperando para organizar un plebiscito.  

 

Autor

Pablo Gasco de la Rocha
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