22/11/2024 02:05
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En Callao o donde deseen. Podrán detenernos, hostigarnos, escupirnos, odiarnos, insultarnos, amenazarnos, vilipendiarnos, detenernos, arruinarnos, llamarnos de todo, intentar silenciarnos, prohibirnos respirar con bozales, enjaretarnos en el talego, pero nunca podrán anular nuestro propósito de seguir luchando. Hasta el final. Y Thomas Reid nos da un ejemplo. Imperecedero.

Un hombre solitario contra el Poder

Un reposado y afable granjero irlandés se niega, pese a la brutal presión ejercida por autoridades y gallifantes varios, a vender la propiedad que heredó de sus ancestros. Tierra y libertad. El poder de la compañía estadounidense que pretende comprar sus tierras es grande, colosal diríase; pero la inquebrantable firmeza del personaje es mayor, mucho mayor. Mediante una cámara cinematográfico cómplice, se nos presenta, al abrirse la película, el día a día, de este peculiar personaje y de su lucha contra un sistema poderoso y, esencialmente, arbitrario y criminal.

Fue, sin ninguna duda, la mejor película que se proyectó en la edición de Documenta Madrid en su edición de hace dos años. The Lonely Battle of Thomas Reid, sin ninguna duda descomunal, la cinta de Feargal Ward, una de las grandes películas – no solo documentales- de la historia. Tras ver la película, difícilmente puedas volver a ser el mismo. Y en absoluto es hipérbole.

Un hombre solitario contra el Mal

Durante la proyección vemos testimonios cotidianos de Thomas a cámara, mediante un diálogo constante con el director. El día a día de sus tareas agrícolas. Thomas alimentando a sus queridas vacas, acopiando heno, comprando en el súper u obstruyendo con palos el buzón de su puerta. Las acciones son mostradas mediante sutiles elipsis temporales. Mientras se nos ofrece su innegociable cosmovisión del mundo. Su veneración a la tierra que le parió y que él protegerá a cualquier precio. También vamos viendo  alguna recreación – con base documentada – del kakfiano proceso judicial padecido por este hombre noble, las  imágenes de archivo de algún informativo emitido por televisión.

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Un hombre solitario que jamás traicionó a los suyos

En el hogar de Reid, que él sabe hogar de sus antepasados, arrimados voluptuosamente, se apilan miríadas de periódicos, revistas y correspondencia sin abrir. Bendito desorden. Después de calentar con un infiernillo de gas unos filetes de pescado, el protagonista habla mirando al objetivo, con Feargal como único interlocutor, los espectadores como testigos. Relajado delante del director irlandés, nos sitúa en antecedentes. Thomas cuenta cómo ha sufrido inmisericordes presiones burocráticas, económicas y un rechazo total por parte  de todos sus vecinos (cobardes, vendiendo la tierra de sus padres), por la determinación de no vender jamás su finca familiar para que pudiera instalarse en ella la multinacional informática Intel, en estratégica ubicación próxima al aeropuerto, asediada de carreteras que facilitaban el acceso. Las autoridades políticas, aliadas al monstruo tecnológico, no lo duden. «Robar la tierra de mis padres, solo por ello deberíais arder en el infierno».

Todo en Thomas Reid deviene exquisitamente pacífico. La granja familiar es sagrada. No se hable más. Hay cuestiones intangibles. La piedad filial, el respeto a tu linaje, el poder dormir con la conciencia tranquila todas las noches. Thomas en todo momento, sosegado, más allá de la ridícula arrogancia  de la corporación yanqui, emperrada  absurdamente en construir en esas específicas parcelas sus instalaciones, aunque podrían, si hubiesen querido, haberse emplazado en otra ubicación cercana, sin necesidad de perturbar esa granja u otras colindantes.

Un hombre solitario, noble, justo, de mirada limpia

La película sintetiza, en definitiva, la eterna y cada vez necesaria lucha entre el débil contra el poder o las autoridades, actuando de forma terrorista. Elucubren las analogías bíblicas o mitológicas que cada uno de ustedes prefiera. Grosso modo, una muy solitaria – y muy ingrata- batalla del bien contra el mal. Incomprendido por todos, Reid perseverará hasta el final. The Lonely Battle of Thomas Reid se manifiesta en toda su luminosidad, ante todo, en la fuerza que aporta un protagonista auténtico, genuino, un hombre noble y justo, capaz de expresar todo lo que sucede con una mirada profunda, directa a nuestros ojos. Mirada, obvia insistir, hondamente interpeladora. Y, también, les aclaro, por si desean conocer el desenlace, Thomas Reid ganó. En fin.

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The Lonely Battle Of Thomas Reid (excerpt) from Feargal Ward on Vimeo.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.