14/05/2024 20:23

En Occidente, sobre todo, pero significativamente en España, que es donde más nos afecta, existe una casta política cuya función consiste en servir de carácter instrumental al proyecto subversivo globalista. Y si, ante los fraudes y horrores de todo tipo que diariamente contemplamos -guerras, pandemias, inmigraciones, perversiones, crímenes, adoctrinamientos contra natura-, ningún representante institucional, ninguna personalidad de prestigio, ningún jefe de Estado y de Gobierno del mundo occidental, se atreve a levantar la voz, cabe suponer que esta actitud se debe a la complicidad o a los amplios y comprometedores informes que de todos ellos obran en poder de los amos del Sistema.

Esta casta política, acogida bajo la protección de la plutocracia megalómana o chantajeada por ella, es la que ha utilizado nuestra Transición y nuestra Constitución en su propio provecho. Y poder hacerlo así se ha debido a la indiferencia, cobardía y complacencia de unas elites civiles -judiciales, financieras, intelectuales- y eclesiales con capacidad y prestigio suficiente para influir en la atmósfera social de la nación. Lo grave es que esa autoridad de las oligarquías para determinar tendencias, la han utilizado en este caso para ocultar a la ciudadanía la existencia de una operación subversiva, de objetivos ecuménicos y satánicos, y hostil por lo tanto al ser humano.

Si la situación no fuera tan grave, resultaría cómico escuchar a esa reciente multitud de sorprendidos que, entre la tal oligarquía, trata de exculparse: «no pensábamos que llegaran tan lejos», «no esperábamos que se atrevieran a tanto». Cómico y chusco, porque tras su alegato de incapacidad para imaginar hasta donde podrían llegar los monstruos en la paulatina degeneración humana y patria, sólo vemos indiferencia culpable o complicidad. Hipocresía e indignidad, en cualquier caso. Y concluimos que, si ante los horrores que diariamente hemos contemplado durante cincuenta años, y seguimos contemplando, contadísimas voces entre las autoridades civiles han levantado suficientemente la voz para denunciar la institucionalización del delito, la lógica autoriza a pensar que no es sólo Sánchez quien debe ser juzgado y condenado.

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También sus innumerables colaboradores tienen que ser escarmentados. Pues aquí se ha tupido una extensa red mafiosa, con su correspondiente omertá: complicidades en la especulación financiera, en la sustracción de caudales públicos y en la variada perversión sexual. Miembros de la realeza, plutócratas, banqueros, políticos, intelectuales, actores y demás personalidades siniestras complicadas en la mafia de la lavanda o en la revolución de colores, todos ellos, integrados, antes o después, en la diabólica Agenda 2030 y empeñados en la cancelación de culturas, en los desórdenes inmigracionistas, en las desnaturalizaciones humanas y, en definitiva, en hacer abrazar al mundo sus vicios y exigencias.

El golpe de Estado del frentepopulismo en España no es sino la cabeza de puente del golpe de Estado global pergeñado por los nuevos demiurgos. Y si por el Nuevo Orden se ha previsto que España sea el modelo a seguir es porque los amos han visto entre nosotros una generación de políticos y de oligarcas más dispuestos a traicionar a su patria que la observada en otros países. La impunidad que gozan estos políticos traidores es parte del salario que los amos les pagan por cumplir el objetivo globalista de demoler los Estados occidentales desde dentro, incluida la Iglesia, usurpando la libertad de los compatriotas, abusando del poder conferido y traicionando a la propia patria.

Es evidente que el proyecto malthusiano del Gran Reinicio -o Gran Reseteo- ha encontrado amplio consenso y ferviente adhesión entre los traidores que dirigen la política y gobiernan la mayoría de los Estados occidentales, con España a la cabeza. Y, en lo que nos atañe, con casi todo el camino hecho, a punto ya de cumplir los objetivos marcados por sus amos, ni a la casta política tramposa ni a sus amiguetes oligarcas, comprados o asimilados mediante dinero, chantaje, patrocinios, financiaciones o cualesquiera cuotas de poder, les importa ya que el fraude sea de conocimiento público, con la escenificación de una farsa más en los foros uropeos. Tanta es la arrogancia de los que se saben impunes y, por tanto, omnipotentes e invencibles.

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Cualquier mente medianamente avisada sabe que el principal instrumento de los poderosos para someter al pueblo ha sido siempre el miedo; y, junto al miedo, la propaganda de los doctrinarios y demás directores de conciencia a su servicio. De ahí las agresiones debidas a catástrofes pandémicas, inmigratorias, climatológicas, etc., conducidas y prolongadas a través de sus correspondientes amplificaciones mediáticas. De ahí que tengamos que estar muy bien preparados para aguantar sus acometidas, porque van a seguir desmoralizándonos, machacándonos, diezmándonos…

La batalla contra esta arrogante tiranía, que cree ser inviolable y estar segura de salvarse de cualquier condena, es ardua y no puede resolverse de la manera ordinaria. Hay que ir a por ellos con todo, pues la contrarrevolución que espera no hay que dirigirla sólo contra criaturas de carne y hueso y contra sus doctrinas, sino contra un modo diabólico de entender la vida humana y el ser que la protagoniza. Contra unos dominadores que, amparados en su inmenso poder económico e impulsados por sus sueños infernales, quieren acabar con una gran parte de la humanidad y sumir a la restante en un mundo de tenebrosa esclavitud y miseria.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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JCrespo

Acostumbrado buen artículo de D Jesús.
Muchos dan por bueno eso de Globalismo, sin saber o sin pararse a pensar, que ese «nuevo» rumbo es totalmente dictatorial e ilegítimo. Que nos viene dado por los intereses personales de una élite y que para satisfacerlos emplean los peores actos criminales contra el resto de la Humanidad. En resumen, una Dictadura Mundial que utiliza los recursos de todos para combatir a las Poblaciones en su propio beneficio.

BdT

Se trata de legitimar el expolio de los bienes de terceros, sin justificación, ni compensación.

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