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Siguiendo los sabios consejos del profesor Hans Selye, el astro-húngaro nacionalizado canadiense que descubrió el «stress» (o lo sintetizó y le dio nombre), yo ya me he buscado mi antídoto natural contra la angustia que produce estar encerrado en una jaula como estoy, estamos, desde que nos aplastan los dos virus que están cambiando y hundiendo la España que conocíamos: el virus de la pandemia y el virus comunista (y ya me ahorro decir eso de socialista-comunista, porque tanto monta monta tanto Pedro y Pablo, que ya hasta parecen los Reyes Católicos de hoy).
Según Selye no hay mejor remedio contra el «stress», siendo como es la madre de todas las enfermedades, que buscarse un «antídoto» natural (nada de medicamentos ni médicos). O sea, algo que salga del mismo cerebro que produce la ansiedad, la depresión o incluso las ansias suicidas, y que no produzca lesiones colaterales.
Y ese «algo» –dice– tiene que ser individualizado, es decir que el «algo» de una persona no tiene por qué ser el «algo» de otra persona, ni, claro está, venderse en las farmacias. Un «algo» puede ser la lectura, o la pintura, o el ganchillo, o el ajedrez, o la cocina, o el amor, o la escritura o mil cosas, ya que puede haber tantos «algos» como personas afectadas por la dichosa enfermedad ( y digo dichosa, por trágica, ya que según la OMS el «stress» produce ya en el mundo más muertes que el cáncer).
Y con esa lección aprendida yo en cuanto veo que se me acercan la angustia o la depresión ( y ambas te pueden llegar por muy distintos caminos) ya me estoy buscando mi «antídoto» natural. Hace años, en los 70 del siglo pasado, por motivos que no vienen al caso, yo caí en una depresión gigante y peligrosa, que, incluso, me hizo pensar en el suicidio… y como cualquier mortal, y por prescripción médica, me atiborré de ansiolíticos y antidepresivos…pero nada. Hasta que encontré mi «antídoto», que en ese caso fue escribir versos o poemas, sin rima y sin nada de profesional de la poesía (eso sí, siendo como soy un gran lector de los grandes poetas de nuestra Literatura) y aquello fue como una locura, porque llegué a escribir poemitas, casi siempre de pocos versos, algo parecido a los proverbios y cantares de Machado, hasta en los bares, de madrugada, mientras comía, por la calle (me paraba y apoyado en cualquier sitio que encontrara allí escribía mis «chorraditas» (como ésta, por ejemplo: «La mentira/ tiene muchas caras./ La verdad/ siempre se esconde/¡Y tú callas!/ ¿Por qué?») Bueno, el hecho es que la depresión desapareció dejando en su puesto un librito de 700 poemitas, que más tarde publiqué con el título de «Mi vida en versos, o lo que sean».
Sufrí otro amago de depresión los primeros meses de mi jubilación, tal vez porque nunca había estado en casa y con mi mujer y mis hijos tanto tiempo, y me busqué otro antídoto, mi «antídoto natural»… y no se rían, porque de risa es escribirse una Trilogía de novelas Eróticas y esas escribí: «María la Negra», «Las locuras de Lina» y «El harén de Don Juan» (y hasta con un estrambote: «Yo nací así»)
Por eso, por esa experiencia, hace unos meses, en cuanto los virus me encerraron en casa y vi que asomaban por las ventanas los embajadores de la «DEPRE» me puse a buscar mi antídoto natural y recordando aquella locura poética saqué mi cuadernito de versos y me puse a escribir. ¡Un fracaso! Rápidamente comprobé que los poemitas me acercaban más, en esta ocasión, a la enfermedad maldita … y eso me angustió. ¡Dios! ¿Y ahora qué?… Y me enfrasqué en mi vieja Biblia de pastas negras, pero tampoco. Y volví a mis salvadores de siempre, mi Séneca, mi Galdós y mi Unamuno…y tampoco (tal vez porque los he leído y releído tantas veces que ya mi Lucilio, mi Gabrielito Araceli, mi tía Tula, son tan míos que ya ellos se contagian de lo mío y dejan de ser «antídoto».
Así que seguí buscando y ¡¡¡ Eureka !!! al final, hace unos días cuando han vuelto a encerrarme (porque mi vida normal empieza a las 5 de la tarde y termina a las 7 de la mañana) he encontrado ese «algo» que me sirve de antídoto y me está resultando más efectivo que los antidepresivos de mi Doctor Molina… y no se rían cuando les diga que mi «antídoto» contra esta pandemia ha sido y está siendo el Discurso que SM el Rey Don Felipe pronunció el 3 de octubre del 2017, pero así es. ¿Por qué? No lo sé. Pero leo el discurso y me siento trasladado a otra España (sí, a una España sin virus mortales, sin comunismo, sin independentistas, sin Sánchez, sin Iglesias, sin Irenitas, sin casaditos…¡Dios! y la depresión huye como gato escaldado)…una España en la que vivir fuera una alegría y no un calvario y negro, además, como en la que vivimos.
Por tanto, prueben con «Mi antidoto», porque tal vez pueda ser también el suyo. Así que pasen y lean, ya que cuanto más veces lean el «Discurso de Octubre» del todavía Rey más se olvidarán de la pandemia y de estos «vendeespañas» que nos desgobiernan.
Mensaje de Su Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 3 de octubre de 2017
Buenas noches,
Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Cataluña, con la pretensión final de la Generalitat de que sea proclamada −ilegalmente−la independencia de Cataluña.
Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno. Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Cataluña. Han quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad catalana, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada. Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Cataluña y de toda España.
En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Cataluña. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho y de la democracia. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común.
Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Cataluña, basado en la Constitución y en su Estatuto de Autonomía.
Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los catalanes. A los ciudadanos de Cataluña –a todos− quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado democrático que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia democrática posible en paz y libertad, ni en Cataluña, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional y democrática, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos. Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.
Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza. Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Cataluña.
Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución y con la democracia, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.
Felipe R.
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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