20/09/2024 12:40
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Uno de los mantras más extendidos y generalmente asumido por la derecha hueca es el que sitúa a Mariano Rajoy, expresidente del gobierno español entre 2011 y 2018, como el ejecutor de una impecable gestión económica. El PP, partido cuyas felonías ideológicas patrocinando el aborto, la memoria histórica o la ideología de género son manifiestas, utiliza como su comodín de justificación el de una supuesta “gestión económica” salvapatrias.

“Evitamos el rescate financiero”; “Salvamos a España de la quiebra”; o “Somos el partido de las bajadas de impuestos”.

Son algunos de los repetidos mantras que como papagayos recitan los líderes del PP para disimular su vacuidad ideológica, sus traiciones constantes, y seguir con ello favoreciendo el cuento del “mal menor” que beneficia a la polarización bipartidista PP – PSOE en los últimos 40 años.

La reciente Convención del PP ha sido protagonizada por discursos repletos de palabras ampulosas pero vacías, sin ningún debate ideológico, sin nervio ni energía pero, eso sí, cargados con toneladas de autobombo: “somos los mejores gestores”.

El inane y emasculado discurso de Pablo Casado, su nulo carisma personal, ha tratado de ser suplido por la presencia de José María Aznar y Mariano Rajoy así como por la hegemónica consigna: “evitamos la quiebra de España dos veces” (1996 y 2011).

La realidad es que lejos de ser exitosas para la cohesión, Soberanía y prosperidad de España, las legislaturas de Aznar y Rajoy fueron desastrosas y de cesión al globalismo.

Si la gestión de Aznar entre 1996 y 2004 es ejemplificada como la de la reducción del paro al pasar del 23 por cien de desempleo que Felipe González legó en 1996 al 11,5 por cien que Aznar dejó en 2004, la de Rajoy lo es “por haber evitado el rescate a la griega” que nos preparaba Bruselas ante el desastre económico del inútil y maligno ZP.

Aparentemente, los datos hablan de que Aznar creó empleo, y lo creó, y que Rajoy evitó un rescate global a la economía, y el rescate global no se produjo. Pero las realidades de fondo son distintas. Ambos presidentes laminaron los derechos laborales, la Soberanía española y precarizaron a la clase media a través de políticas entreguistas y cobardes.

Daré unas breves pinceladas, unos ejemplos de lo que afirmo.

José María Aznar se desprendió del tejido público estratégico de la energía eléctrica, culminando la privatización del sector, y no haciendo una política de reestructuración de centrales nucleares ni hidráulicas. Continuó con la política antinuclear de Felipe González. Gracias a ello, hoy pagamos los records más abultados en el recibo de la luz.

José María Aznar cumplió escrupulosamente las cláusulas para la incorporación de España a la moneda única, el Euro. Gracias a ello la economía española no tiene poder de devaluación para estimular sus exportaciones o reducir el desempleo, y su competitividad sólo puede hacerse mediante la devaluación salarial constante y la rendición comercial ante terceros Estados como Alemania, cuyo superávit comercial se basa en la renuncia que España -al igual que otros países- hizo a su Soberanía monetaria y comercial.

José María Aznar abrió las puertas a la llegada masiva de inmigrantes ilegales desde finales de los años 90 registrado, en su segunda legislatura de gobierno, la llegada de más de 2 millones de inmigrantes. El cuento fantasioso de “los paga-pensiones” que salvarán nuestro bienestar social empezó a extenderlo e imponerlo el PP de Aznar que, para postre, impulsó en el año 2000 una Ley de Extranjería que se revela como verdadero fracaso para que nuestros agentes de la Policía y los Jueces puedan actuar con diligencia y rapidez en la expulsión de los ilegales.

José María Aznar infló artificialmente un sector, el inmobiliario, a base de crédito fácil desde las Cajas de Ahorro mangoneadas por políticos de PP, PSOE, IU y sindicalistas. Lo hizo sin controlar los balances reales del desfalco sobre las Cajas de Ahorro, politizadas desde 1985, y permitiendo que el crecimiento económico español se basara en un castillo de naipes que pronto se caería cuando la crisis financiera internacional de 2008 tiró abajo la economía occidental y el inútil desalmado de Rodríguez Zapatero mintió y robó el futuro a los españoles.

La política laboral de Aznar consistió en crear empleo sobre un modelo económico artificial basado en inmigración masiva, ladrillazo especulativo y corrupción.

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La gestión de Zapatero fue catastrófica. Y la de Rajoy consistió en la destrucción progresiva de la clase media y su conversión en “precariado”.

Bajo el gobierno de Rajoy, en el año 2012 la economía española vivió un rescate. Más de 40.000 millones de euros sirvieron para rescatar Cajas y entidades financieras, entre ellas Bankia; se trataba de entidades arruinadas por los sobresueldos de directivos, balances falsos y Visas Black, de los que se beneficiaron sujetos apesebrados por  PP, PSOE, Izquierda Unida y sindicalistas de UGT y CCOO.

Con Rajoy se desarrolló la mayor subida de impuestos en 2012, la mayor en los últimos 40 años. Los peperos la hicieron arguyendo “la herencia recibida”; es decir, que “ZP les mintió con el déficit” y en vez del 6 por cien era del 9,5.

La realidad es otra distinta. En el PP sabían, desde el verano de 2011, del verdadero alcance del déficit público español. Sabían que ZP les mentía cuando decía que había un agujero del 6 por cien. Y lo sabían porque meses antes de las elecciones de diciembre de 2011 que dieron a Rajoy la mayoría absoluta prometiendo bajar todos los impuestos, el PP controlaba la mayor parte de Comunidades Autónomas y sabía perfectamente que el estado real del déficit del Estado era superior a ese 6 por cien por el monto de deuda que sumaban las administraciones por ellos dirigidas.

De hecho Cristóbal Montoro, futuro Ministro de Hacienda, reconoció en septiembre de 2011 –tres meses antes de los comicios- que esperaban encontrarse un agujero público mayor que el decía ZP, pero que lo solventarían eliminando chiringuitos, mandando a “los hombres de negro” a las Autonomías y bajando todos los impuestos para crecer económicamente y recaudar más.
Llegado al poder, el PP traicionó a sus electores: subida generalizada del IRPF rebasando incluso las proposiciones que Izquierda Unida llevaba en su programa electoral; subida de 3 puntos en el tipo general del IVA (del 18 al 21 por cien) cuando Rajoy había protagonizado meses antes la campaña “IVA NO” contra la subida de dos puntos ejecutada por ZP; creación de un tramposo impuesto especial sobre los premios a las Loterías; o la peor subida -jamás antes producida- en su recibo mensual a todos los autónomos de España en 2014.

La bajada de las cifras de paro por parte de Rajoy en sus siete años de gobierno se basó en depredar al máximo el mercado laboral. Convertir masivamente lo digno en precario. O, dicho de otro modo: el contrato que antaño era de jornada completa y reportaba al currante un salario de 1500 euros mensuales se convirtió, gracias a la reforma laboral de 2012, en tres nuevos contratos –de 500 euros y a jornada parcial- para tres trabajadores, que añadir a las cifras de nuevas altas a la Seguridad Social. La devaluación laboral y salarial fue la más agresiva de toda la OCDE y pervive a día de hoy, siendo España uno de los pocos países occidentales donde un contrato laboral remunerado no garantiza salir de la pobreza.

Con el ruinoso Estado de las Autonomías funcionando a pleno gas, sin ningún recorte al mismo por parte de Rajoy y sin enviar “a los hombres de negro” como prometió Cristóbal Montoro, la deuda pública española se disparaba y España pasó de un 70 por cien de volumen de deuda pública sobre el PIB en 2011 al 99 por cien en 2018, año en que el propio Rajoy llevó al poder a Pedro Sánchez prefiriendo que se votase la moción de censura que lo dilapidó antes que dimitir y convocar elecciones.

En el ámbito del empleo la generalización del despido objetivo con indemnización de 20 días por año trabajado, la precarización laboral y la caída constante de los sueldos medios fueron la tónica bajo el gobierno de Rajoy, siendo destruida un 15 por cien de la clase media española. Nunca han caído los sueldos más y en menos tiempo, que durante los 7 años de gobierno de Rajoy, donde la deuda pública española batió records inauditos que siguen a día de hoy.

Gracias a Rajoy y a Pedro Sánchez, hoy cada español debe, por el hecho de serlo, 29.000 euros a los bancos internacionales. Hoy nuestra deuda marca el nivel record de un 130 por cien del PIB.

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En el ámbito energético Mariano Rajoy subió todos los impuestos del recibo de la luz, creó un “impuesto al Sol” y mantuvo la estafa de la “transición ecológica” a las fuentes renovables instaurada por el malvado Rodríguez Zapatero y que nos sube artificialmente el recibo a día de hoy.  

Con el gobierno de Rajoy aumentó el atraco al bolsillo por parte de los costos y peajes ambientales en el recibo eléctrico, y aunque sus subidas fueron menores que las actuales, también fueron injustificables y perniciosas.

No en vano Rajoy firmó en 2015 la infame “Agenda 2030” que convierte a España en un protectorado de las políticas ecologistas, inmigracionistas y de género promovidas por el Foro de Davos y por los magnates izquierdistas como George Soros.

Este ataque a la Soberanía nacional por parte del PP firmando la inclusión de España en los esquemas más agresivos del Nuevo orden mundial, define el carácter globalista del partido de Pablo Casado, miembro habitual en las reuniones del Club Bilderberg y elogiado como “joven líder mundial” por el Foro de Davos en 2019.

Por si fuera poco, la labor destructora del campo y la ganadería españoles continuó. En 2016 y años sucesivos, miembros de PP, PSOE y Ciudadanos aceptaron, desde las instituciones comunitarias de la Unión Europea, los infames Tratados de Libre Comercio con países como Sudáfrica o Egipto, además del Estatuto comercial con el reino de Marruecos, que suponen la penetración masiva de productos agrarios extranjeros laborados con mano de obra esclava, ausentes de controles fitosanitarios y que hunden a los productos autóctonos españoles lastrados por esta horrible competencia ilegal y desleal.

Hoy, gracias a Rajoy y a Pedro Sánchez, más de 30.000 millones anuales del Presupuesto del Estado se destinan exclusivamente al pago de los intereses de esa deuda pública creada por los políticos de PP y PSOE a mayor gusto de su Estado autonómico, de los 1200 asesores del gobierno, las pagas a los “menas” o los 450 millones en chiringuitos de “género” e “igualdad”. Mientras tanto, cientos de miles de españoles en ERTE o con su petición de “Ingreso Mínimo Vital”, siguen sin cobrar.

Así pues los mantras habituales del PP, repetidos hasta la saciedad en su reciente “Convención” para convencidos, y que afirman que Aznar y Rajoy fueron “grandes gestores” económicos y políticos son falsos, dañinos y mentirosos. Sólo digeribles o defendibles por quienes quieren seguir sometiendo a España al bipartidismo nefasto de PP y PSOE; por quienes quieren seguir atornillando la idea falsa del voto “útil” que sólo es útil para quién lo recibe y no para quien lo da.

Aznar y Rajoy fueron meros gestores de las agendas globalistas que imponen la entrada masiva de inmigrantes ilegales, la dependencia energética, la cesión de soberanía española, la depredación laboral y el exterminio sigiloso pero masivo de la poderosa clase media española que Francisco Franco legó como éxito social de toda su política hasta 1975.

Las farsas deben ser desmontadas. Debe acabar el reinado del bipartidismo, de las falsas etiquetas, de los partidos globalistas que sirven a las mismas élites y que son el mismo perro aunque con distinto collar.

Ni la izquierda representa al obrero español, machacado por gobiernos socialistas y social-comunistas de ruina y paro, ni la derecha representa a los valores morales del éxito económico y la unidad nacional.

Recordemos que el criminal sedicioso Carlos Puigdemont está hoy, impune y libre, viajando por Europa y morando en una mansión belga porque un nefasto sujeto al que no le dolían prendas en envolverse con la bandera nacional le sufragó el golpe de Estado del 1 de octubre de 2017 y le dejó huir: Mariano Rajoy.

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Jose Miguel Pérez