30/04/2024 23:01
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Hoy, a la vuelta del largo fin de semana que me proporcionan mis hijos, he visto, al abrir el ordenador, el pinchazo el día dos, en mi blog de alguien desde Benalup-Casas Viejas y, como un resorte, me ha venido a la memoria los sucesos ocurridos en aquella localidad gaditana, entre el 10 y el 12 de enero de 1933, cuando España estaba gobernada por el déspota Azaña, en la cabeza del gobierno.

Es bueno recordar que en España se llevaban dos años de «democracia Republicana» y que, quienes utilizaron la barbarie más inhumana para solventar un enfrentamiento con la autoridad instituida, unas movilizaciones convocadas por la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, y la Federación Anarquista Ibérica -como los cerdos, que producen tan buenos jamones-, FAI, fue la autoridad que ostentaba el Poder instituido a partir de la deshonrosa huida del rey Alfonso XIII.

El asunto de Casas Viejases, algo que interesa poco airearlo para el conocimiento general, junto con los distorsionados datos que recoge la malvada ley de Memoria Histórica porque, en aquel gobierno cuyas policías (guardias de asalto) a las órdenes del capitán Manuel Rojas, fueron capaces de prender fuego a la choza de «Seisdedos», con él, su familia y siete braceros dentro, todos, menos una  mujer y un hombre que murieron acribillados a balazos al intentar huir de las llamas, y la nieta de Seisdedos con un niño en los brazos, murieron abrasados. En aquel Gobierno estaba, como ministro de Justicia, un tal Fernando de los Ríos; como ministro de Hacienda, otro tal Indalecio Prieto; como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, otro tal Marcelino Domingo; como ministro de Fomento, otro tal Álvaro de Albornoz; como ministro de trabajo, Francisco Largo Caballero. Cinco «beneméritos socialistas» que ninguno de ellos fue capaz de presentar su dimisión ante semejante masacre. Ni siquiera el ministro de Justicia.

El comentario del señor Presidente del Gobierno, Manuel Azaña, muy satisfecho con el resultado de la gestión policial en Casas Viejas fue: «En Casas Viejas no ha ocurrido sino lo que tenía que ocurrir». Don Manuel fue cristalino, pero no hubo explicación de porque tuvo que ocurrir aquello que ocurrió. Porque aquellas personas, como tantos millones en toda España, se vieron empujados por la miseria instaurada por una Monarquía (y continuada por la «salvadora Republica») alejada de las necesidades y del sentir de su siervos -porque así se les seguía tratando- a protestar con tanta rudeza, como ruda era la existencia a la que se les tenia condenados.

¿Comunistas Libertarios? Está muy reciente el ejemplo ruso, que aquí, los listillos de siempre, le mostraban cariñoso y perfectamente maquillado, como la solución de los pobres.

Por supuesto que Seisdedos y los campesinos que se «alzaron en armas», no iba camino de la santidad. Habían cercado el cuartelillo de la Guardia Civil e hirieron, con resultado mortal a las pocas fechas, a dos guardias.

Hoy, en España, con un gobierno plural y progresista ¡qué te cag…!, como lo es nuestro actual gobierno, la cosa habría sido muy diferente -aparte de por el aborto está prohibido matar- no habría habido fuego, ni tiros, churrascos humanos, ni muertos «balastados» por ambos lados. 

En el reino democrático de La Paz; en el estado del bienestar alcanzado, el camarada Seisdedos alcanzaría con total seguridad el empleo de vicepresidente, su mujer ministra y el resto, hasta los 22 ejecutados por los policías republicanos, cambiarían el estar en una fría fosa, sin ninguna comodidad de post mortem, por un despacho de subsecretario, con secretaria morena, miembra de algún círculo de «follamigos» incluida, y coche oficial, nuevo a extremar (75.000 coches oficiales circulan por nuestro territorio nacional) con «chofeur», en cualquiera de los incontables ministerios creados; y si no, se crearía uno nuevo y, muerto el perro… ¡tutti sono felici!

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Eloy R. Mirayo
Mi currículum es corto e intranscendente. El académico empezó a mis 7 años y terminó a mis 11 años y 4 meses.
El político empezó en Fuerza Nueva: subjefe de los distritos de C. Lineal-San Blas; siguió en Falange Española y terminó en  las extintas Juntas Españolas, donde llegué a ser presidente de Madrid.