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El primer fin de semana de febrero ha quedado marcado por un hecho político muy importante, cuya trascendencia puede ser aun mucho mayor: Juan Luis García Gallardo, ex vicepresidente de la C.A de castilla y León y presidente de VOX en esa Comunidad, ha presentado su dimisión como presidente, ha renunciado a su escaño como diputado autonómico y ha manifestado que continua como “afiliado raso de VOX”.
Ha acompañado su decisión de un sucinto escrito público que rezuma serenidad y honradez: “Entré en política activa con grandes dosis de ilusión y entusiasmo”. “Entré en un proyecto unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas. Esa situación ha cambiado. La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás”.
Sin embargo, reconoce que: “Eso no es necesariamente malo por sí mismo, a pesar de lo que dicen los entusiastas de la «democracia interna» absoluta y las primarias para la selección de los candidatos a cargos electos”
Ahora bien, señala que todo ello tiene un límite, al que no cabe renunciar “la exigencia de una conducta ética a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos, en nuestro caso, a VOX”
Señala asimismo que “he canalizado todas mis discrepancias con las decisiones de la dirección del partido…con el mayor nivel de reserva posible” y subraya que quiere aclarar que su decisión de renuncia es “independiente de la adoptada por quienes han desafiado públicamente a la dirección del partido”.
Reitera que “he sido leal al presidente y a su equipo más próximo. Lealtad toda, mientras exista reciprocidad. Y lealtad y apoyo siempre y ante todo al programa político de VOX… Sin embargo, la necesidad urgente de un cambio en la política española no nos debe llevar a buscar atajos, ni a conductas que no compartimos”.
Tanto el tenor de su escrito, que rezuma serenidad y honradez, como el hecho de que lo haya hecho público es encomiable, pues es una forma de corresponder a la confianza que en él depositaron muchos ciudadanos. Ahora bien, ¿ qué es exactamente lo que ha ocurrido?, ¿ qué le ha llevado a esa decisión de dimitir?
VOX ha respondido con unas declaraciones de su portavoz que no clarificaban el fondo del asunto. Ello ha llevado al sr. Gallardo a acudir hoy día 5 de febrero, a la COPE donde al ser entrevistado por Carlos Herrera ha sido mucho más explícito, empezando por decir que “no he abandonado Vox y de hecho lo que quiero es que Vox triunfe, que haya un Vox fuerte y que Vox siga adelante y reciba cada vez más apoyos”.
Asimismo, ha resaltado que “he intentado minimizar los efectos que pudiera tener en mi salida. Por eso quiero subrayar en todo caso que voy a seguir apoyando a Vox desde la base.
Igualmente ha dejado claro que su salida no tiene que ver con las posiciones de los dos diputados autonómicos de VOX en CyL, expulsados de VOX la semana pasada, uno de los cuales insistía en la realización de primarias y otro en promover la salida de VOX del grupo europeo de Patriots. Juan Gallardo dice con rotundidad que no comparte ninguna de esas posiciones políticas.
De igual modo ha manifestado que tampoco discrepa de que VOX “haya ido a la guerra con el PP por otras razones, que yo a nivel político comparto” (lo que parece aludir a la salida de los gobiernos de coalición autonómicos con el PP). Y que su renuncia es “mi decisión es personal y no está coordinada ni consensuada con la de nadie más”.
Tras todo este preámbulo, ¿ cuáles son las razones de la decisión del sr. Gallardo de dejar la presidencia de VOX y su escaño en CyL?
En su entrevista en COPE ha dejado claro que se deben a “discrepancias graves que tengo con la dirección” que fundamentalmente derivan de “una indicación agresiva del señor Garriga, secretario general de VOX, de que o yo firmaba de manera acelerada (la expulsión de los dos diputados autonómicos) o yo estaba fuera… pero que para mí eso sólo ha sido la guinda del pastel, ha sido la gota que ha colmado el vaso y mis discrepancias vienen de mucho más lejos”
Es ahí donde Gallardo señala el meollo del asunto: “Son discrepancias estructurales que no me afectan a mí. No se trata de mi ego ni de mi situación personal, Se trata de cuestiones organizativas de la relación del partido con sus cargos”
Gallardo señala que fue a partir de las primeras negociaciones con el PP para formar el Gobierno de Coalición y el presupuesto de 2022, cuando la dirección de VOX “decidió apartarme de las negociaciones directas para las cuestiones más relevantes de mi gobierno. Yo en ese momento evidentemente dije que no lo compartía en absoluto, y que … no tenía ningún sentido que personas que no habían sido las elegidas fueron las que tuvieran interlocución en este caso con el señor Mañueco (presidente de CyL) para las cuestiones de más alto nivel… hice un informe en agosto de 2023 pidiendo cambios relevantes en la forma de eso de coordinación entre el partido a nivel nacional y quienes en ese momento estábamos en los gobiernos, pero fueron infructuosas. Luego he reiterado otro informe posterior en diciembre del año pasado de 2024 con cuestiones adicionales y tampoco.”
El tema queda claro. Ante la pregunta de Carlos Herrera sobre si eso ha tenido que ver con la salida de otras figuras importantes del partido, Gallardo responde “algo pasa en Vox cuando no se cuida el capital humano, cuando no se cuidan los recursos humanos, cuando tenemos los parlamentos divididos entre facciones, cuando hay un goteo de dimisiones, hay alguien ahí que no está haciendo bien las cosas. Igual no tiene la preparación para el cargo que tiene, o igual el sistema no funciona.
Y añade “creo que el propio Santiago Abascal es consciente de eso diciendo que qué hemos hecho para perder a Iván Espinos a los Monteros. Pues es algo que tendrán que analizar y creo que es una pena porque Vox debería tener una gran ambición… seguir el camino de Meloni, ser el partido hegemónico de la derecha española”.
Llega ahora la pregunta final. ¿Qué hacer ante este tipo de problema, que no solo afecta a los partidos sino a todas las grandes organizaciones públicas y privadas? La solución es difícil pero pasa por un eje irrenunciable, hay que conjugar la línea de dirección con la participación del conjunto de escalones directivos envueltos.
Parece obvio que porque un militante pague la cuota del partido no tiene derecho a participar en la toma de las grandes decisiones del partido, pero ¿y a presentar opiniones y sugerencias? Con mayor motivo, los escalones directivos territoriales de un partido o institución deben ser envueltos en las cuestiones que son relevantes a su nivel y eso implica la política nacional. Si eso no se hace se está desaprovechando el talento.
La situación que se ha planteado ahora con el caso del Sr. Gallardo debería ser recibida por la cúpula de VOX como una oportunidad. Es un reto para ver si el partido está logrando configurar una organización leal, fuerte y creativa o si tan solo se está construyendo el tradicional aparato político de los partidos, aquel en el que “quien se mueve, no sale en la foto”.
VOX es hoy por hoy el único partido, con representación en las Cortes, que avala y lucha por la aplicación de los tres primeros artículos de la Constitución: Estado de Derecho, Unidad de España y Lengua Común. Debe ir más lejos como dice Gallardo y eso pasa por dar solución a sus problemas organizativos y ser un ejemplo para la esfera política española del siglo XXI.
Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
Autor
- Administrador Civil del Estado.
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