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El domingo pasado, el Ser Supremo por esencia – como se define, Él, a sí mismo–, el Creador del Universo, les dice a los fariseos, por boca de Jesús:
Al principio de la Creación, Dios los creo hombre y mujer. Por eso abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán dos en una sola carne…lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Luego se lo explicó mejor a sus discípulos: “Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio…”.
Y, hoy, en el único periódico que leo, –para no perderme los artículos de Juan Manuel de Prada como en otro tiempo leí otro diario, por leer a Alfonso Ussía que me facilitaba las digestiones con su humor insuperable– le dedica un “artículo elogioso”a la primera mujer que se divorció en España (¡No comment!). ¡Primer prodigio del postfranquismo!
Conservo la portada en la que Monseñor Guerra Campos le reprochaba al mismísimo Rey Juan Carlos, ser reo de pecado por firmar la Ley del Divorcio…El resto de obispos ya eran mudos.
¡Lo que va de ayer a hoy!, pero conviene recordar a Cristo “Es necesario que haya ‘escándalos’… pero ‘¡ay, del ‘escandaloso!’…”
E insisto en “lo que va de ayer a hoy” porque he sido testigo “inteligente” –¡y perdonen la “modestia”!—de la prueba definitiva de tan satánico cambio. Mis lectores conocen mi gusto por imitar a Bernal Díaz del Castillo, siempre que tengo oportunidad, en el uso del irrefutable argumento del compañero de Hernán Cortés para dar credibilidad a su “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”, o sea, la todopoderosa afirmación: “¡Y… yo estaba allí!”
Sí, señores, yo he estado en el “mero” ajo… como dirían los mejicanos, del conocimiento del divorcio. Me entenderán muy pronto. Viví catorce años inolvidables en la Perla de las Antillas pero me asusté pronto de lo que veía en relación al Matrimonio. Constaté, nada más llegar que quien no tenía dos padres tenía, tres o cuatro. Es digno de recordar este hecho: Cuando Batista se casó con “Elisa” Benavent – “Elisa lavandera”, para el pueblo malicioso– a la boda ¡solemnísima!, acudió su anterior esposa, casada con otro general…. ¡Era lo normal! Los chicos iban al aeropuerto a recibir, al padre actual o al anterior, como si tal cosa… A mí, llegado de la España de los años cuarenta, me costó “digerirlo”, pero, finalmente me acostumbré…. Los v arios padres y madres de cada alumno, venían a pedir informes sobre sus hijos. Así viví, “¡dos semanas de años!” en contabilidad bíblica. Pero a lo que no logré acostumbrarme fue al TERROR de “casarme con una cubana”…
Cuando llegó el momento de elegir esposa, lo tenía todo muy claro: “Ir a España a elegir novia” (Y que no se me molesten las feministas…) No conocí a mi padre–murió cuando yo tenía seis meses–, pero mi familia me contó que era el acosado “soltero de oro” pero él eligió a mi madre (jovencita “sobrina del cura”) Mi “plan” lo conocían mis guapísimas compañeras de universidad, inteligentes y de sólida economía, pero siempre recibían la misma respuesta: “¡No iré a la fiesta!” Y su respuesta era siempre: “¿Qué tienen las españolas que no tengamos las cubanas?”
–“No os temo a vosotras, sino a lo que ‘lleváis en las venas porque habéis nacido con esa enfermedad’: ¡el divorcio! Estoy convencido, y sé que si me caso con una de vosotras, a cual más guapa, dentro de tres años, no queda un plato entero y ‘os iréis con mama’… Si os acompañase a las fiestas, como sois irresistibles, en un mes me habíais “pescado”… Me conozco y prefiero que digan: ‘De aquí huyó un cobarde, en vez de, aquí ‘cayó un valiente’…”
Hoy, España está como la Cuba de los años cincuenta. Si tuviera que casarme no sé si daría el paso. El divorcio es lo peor que le puede ocurrir a un hombre (en sentido genérico. hombre y mujer).
Lógicamente, pues soy de “inteligencia probada” (no “supuesta”), me vine a España, me casé, en el Pilar, con una española y catalana, y, pasado mañana, (450º Aniversario de la Victoria de Lepanto), cumpliremos sesenta y dos años… “aguantándonos” de felicidad…
Si mis lectores, dudan del “infinito número de tontos”, no tienen más que ver y contar el crecimiento “exponencial” de los divorcios en el Mundo “Progresista”, con la bendición de la Iglesia “Progresista”, los obispos, cardenales y papas “progresistas” que, como los cubanos de los años cuarenta y cincuenta no se enteran del cáncer social que es el divorcio. El aumento de la estupidez de los españoles la pueden MEDIR por lo “progresista de sus ideas”, tras renunciar a lo que enseñaba la Iglesia Católica “Antigua”, y preconciliar, reaccionaria y ultramontana. Pobres españolitos de las generaciones que nos han seguido… Hoy España ha superado a la Cuba que yo viví.
Y, pues me he metido en este berenjenal, me permito decir a los jóvenes—si aún no se han viciado con lo que ven y viven– alguna cosa en forma de “consejo de viejo”:Podéis elegir entre ser inteligentes o cretinos. Lo segundo es cuesta abajo y un camino “aparentemente de rosas”, lo primero os va a exigir, en primer lugar SER HOMBRES. Esto quiere decir que no sois unas BESTIAS, “animales guiados por los instintos. Del flechazo a “primera vista” hay mucho que hablar…
A mí sí me enseñaron que las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres y las consecuencias de esa verdad..
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