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Cuando se viaja a otro país es imprescindible llevar una agenda clara y organizada. Vean en Instagram cómo presume la tropa de Irene Montero de reuniones con apenas diez personas.
Hoy tenemos dos Españas claramente definidas. Por un lado, la de los políticos que viven a «desgarrapellejo» y a costa de todos los demás y, por otro, la España sufridora que madruga, se desespera por llegar a fin de mes y ve cómo los incompetentes políticos destrozan el país. Esta situación ha empeorado considerablemente con la llegada al Parlamento español de falsos predicadores o bocachanclas de cuarta división. De momento no es preciso mayores detalles porque ustedes los conocen de sobra: son esa pandilla que llegaron al hemiciclo pidiendo sobres redondos de correo para enviar circulares.
La preocupación de la clase política por la ciudadanía es cada vez menor. Van a su bola y los problemas quedan sin resolver: ese es el estilo de los Errejón, Lastra, Iglesias, Yoli, Simancas, las Monteros…. Más preocupadas de lo secundario e incapaces de tratar lo primario e importante. Pasan el tiempo discutiendo memeces. Es ahí donde se destapa el analfabetismo de la ultraizquierda, que llegó prometiendo regenerar la política y la han destrozado a la vez que degenerado.
Nunca el nivel de los parlamentarios había sido tan desastroso; ahí tienen a ‘víboras’ inservibles como Garzón, Belarra, las Montero y otros especímenes que se cobijan bajo sueldos de ministros, director general o asesor. Hoy el Gobierno es un desastre y los presupuestos se han incrementado considerablemente para mantener a dos desgobiernos con la imagen de uno y parasitario. Desde Isa Serra hasta los imputados exconcejales podemitas del Ayuntamiento de Madrid la inutilidad es un hecho y una realidad visible a diario.
La bandera de la corrupción y de la división no ofrece dudas. Han aprendido a abrazarla desde el primer día. Pero se agarran como lapas a los sillones y el sueldo: no es más que echen un vistazo a la promesa de Ione Belarra, que prometió dimitir del Gobierno si se enviaban armas a Ucrania; sin embargo, no se atrevió a dejar el sueldo y verse en la calle, que es donde debería estar, ya que nada aporta a la gobernabilidad, ni a la sociedad, ni a la convivencia nacional. Representa el colmillo retorcido, sin más.
Nada que ver la agenda de las cuatro meretrices de la política de ultraizquierda en su viaje orgiástico e inservible a EE.UU., y en Falcon además, con la exhaustiva agenda de Díaz Ayuso, publicada para que se compare. La visita de Ayuso en septiembre reportó importantes inversiones para Madrid y para España. Estamos deseando ver qué inversión reporta a España la visita de la «cuchipanda verbenera» formada por Irene Montero y sus tres acólitas, una de ellas condenada y cuyo documento de entrada a EE.UU. ha sido reclamado por si procediera recurrirlo ante presunto engaño y falsedad documental.
¡Qué mal suena eso de «reforzar la agenda feminista» como objetivo del viaje de la «cuchipandilla»! El contenido político es tan escaso que ya no nos sorprende que se malgaste el dinero público para que disfrute la casta de la ultraizquierda, en tanto que la clase media trabajadora sufre las consecuencias de una nefasta gestión gubernamental. En vez de utilizar los vuelos comerciales, que eran varios, han optado por el Falcon presidencial que, dicho sea de paso, no contamina, ni utiliza queroseno, ni perjudica al medio ambiente. Suponemos que «al otro medio», sí. Tanto el Falcon como estas cuatro «medias liebres» son más contaminantes que el Air Force One de Biden. ¡Y ya es decir!
Nada que ver la «chufla galletera» de la ministra de IGUAL-DA y sus apéndices festivaleros. Nada reporta como ganancia a España el tema de la mal llamada violencia de género (la violencia no tiene género como la literatura), ni lo que llaman «machismo» con forro de odio y desprecio, sobre todo si comparamos la «agenda feminista» de la exmarquesa de Galapagar para su viaje inservible con la trascendencia de las reuniones, entrevistas nacionales e internacionales de Díaz Ayuso, unido a los encuentros con empresas y empresarios de calado, reuniones con decenas de inversores e incluso una amplia presentación de los programas económicos y sociales de la Comunidad de Madrid en el Capitolio, ante la flor y nata de la política estadounidense. Esto sería impensable en la persona de la exmarquesa y su tropa verdulera.
Ante todo, cuando se viaja a otro país, es imprescindible llevar una agenda clara y organizada. Vean en Instagram cómo presume la tropa ministerial de Irene Montero de reuniones donde apenas había diez personas de «mafias» parecidas a la de ellas. El resto de fotos visibles son de turismo por las dos ciudades. Sin embargo, Díaz Ayuso supo beber los vientos en sus viajes.
En fin, cada uno es hijo de sus obras. Nunca se vio a la presidenta madrileña clamar a Poncio Pilato, pero sí a Irene Montero cargar con más conchas que un galápago. Sabido es que por dinero baila el perro, de ahí que siempre huya de quedarse sin camisa.
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