En marzo de 2004, a caballo del más sangriento atentado terrorista perpetrado en España, llegó a la presidencia del gobierno el canalla de Rodríguez Zapatero, hoy alto comisionado del gobierno español en la república bolivariana de Venezuela.
Con este nefasto personaje, que fue peor que una plaga bíblica, llegaron al Gobierno cantidad de ministros a cada cuál peores, incapaces e inútiles. Todos tenían un denominador común: su sectarismo marca de la casa, y me refiero a la casa de Ferraz. Con toda esta tropa que diría el conde de Romanones, nacieron ministerios inservibles, innecesarios y absurdos.
Pero en junio de 2018 tras una moción de censura basadas en argumentos infundados, llegó a la presidencia del gobierno un sujeto que ha hecho bueno al que presumía de talante y que acumula en su persona gran parte de calificativos y ninguno elogioso. Los más acertados son los de felón, psicópata y autócrata, aunque a diario recibe en diversos medios de comunicación otros tantos.
Pedro Sánchez, desde que llegó a la Moncloa, de manera continua ha ido rodeándose de centenares de asesores, serviles a más no poder y con ellos ha construido una red de organismos públicos a su servicio exclusivamente. Sólo al servicio de Pedro Sánchez y de su perpetuidad como presidente del gobierno.
Ahí están , al mando del CIS, José Félix Tezanos; como director de televisión española, José Pablo López; como gerifalte perpetuo de la UGT Pepe Álvarez; como fiscal general del Estado, el inamovible Álvaro García Ortiz; como presidente de ni más ni menos que el Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido; Ángeles Barceló a los micrófonos de la SER; Pepa Buena como directora del diario El País……y por si fuera poco un tal Broncano como presentador de un programa muy visto en la cadena de televisión pública. Pero esto es solo una pequeña muestra. El grueso y el gran apoyo del felón viene con su batallón ministerial compuesto por veintidós ministerios algunos como he dicho anteriormente inservibles, innecesarios y absurdos, pero además con nombres cursis y hasta ridículos que causan hilaridad. Cito seguidamente los más representativos de este esperpento ministerial y resalto en negrita los nombres más llamativos:
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Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030
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Ministerio de Igualdad
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Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones
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Ministerio de Juventud e Infancia
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Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática
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Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible
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Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana
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Ministerio de Transformación Digital
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Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico
El Ministerio de Defensa – que en su día Sánchez tuvo intención de suprimirlo – al mando de la déspota Margarita Robles, por ahora, no ha añadido un apellido más, pero uno de los dos únicos hospitales con que cuenta, el Gómez Ulla, lleva desde enero de 2021 el “apellido” de Centro sanitario de vida y esperanza.
Estos son mis poderes, puede decir el felón de Sánchez, pero tiene más en otros tantos ministerios y otro muy importante en la carrera de San Jerónimo al mando de una farmacéutica de Inca de nombre Francesca Lluc Armengol Socías, Francina para sus amigos y para quienes no lo somos tanto, Paquita. Esta mujer encarna el ministerio número veintitrés del gobierno de Pedro Sánchez. Al psicópata de la Moncloa le da igual una farmacéutica en el Congreso que un filósofo en Sanidad, solo demanda lealtad absoluta a su persona y servilismo sin condiciones. La eficacia y la ejemplaridad le importan una higa.
La inquera Paquita Armengol ya despuntó como pancatalanista recalcitrante en su época universitaria en Barcelona militando en sindicatos independentistas que le abrieron la puerta a la política donde lleva desde los años noventa. Es obvio que es el tipo de personaje que gusta en el PSOE: militante en el partido desde que se es un cachorro, tengas estudios universitarios o no.
La que es hoy día tercera autoridad de la Nación – se dice bien – fue anteriormente presidenta del gobierno Balear y allí ha dejado un buen rastro de su más que nefasta y vergonzosa gestión. Estas son varias muestras de ese más que reprobable rastro:
En plena pandemia de la COVID 19 fue sorprendida a la 1,15 de la madrugada en el pub HAT BAR por una patrulla de la policía local de Palma. Es de suponer que, dada su condición de boticaria, estaba ensayando unas fórmulas magistrales con ginebra o quizá comprobaba la destilación in situ de un whisky de doce años.
Su gobierno fue investigado en 2019 por la violación en grupo a una menor acogida por los servicios sociales de ese mismo. Este gravísimo suceso llegó incluso al gobierno europeo.
El marido de Paquita, Joan Nadal, jardinero de profesión fue promocionado a promotor inmobiliario de lujo. ¡Qué casualidad otro cónyuge socialista que hace grandes negocios!
Paquita Armengol, con el catalanismo en sus venas y en su ADN, convirtió el idioma catalán en prioritario en las islas y motivo de selección para determinadas plazas de trabajo, en especial en la sanidad.
Recientemente, hemos conocido que ese benefactor llamado Koldo García hizo negocios, sucios evidentemente, con Paquita Armengol a la que denominaba” cariño mío”. Las mascarillas anti COVID han dado mucho juego….sucio también en las islas baleares cuando Paquita era su presidenta.
Todo este rastro de indecencia en inmundicia que dejó en el archipiélago balear Paquita Armengol, no solo no fue un demérito para ser promocionada a cargos superiores sino todo lo contrario. El mayor felón que ha habido en la historia de la política española, Pedro Sánchez, la nombra presidenta de las Cortes españolas, hoy Congreso de los diputados, que ni más ni menos es la tercera autoridad de la nación.
Sánchez es muy malo y muy canalla, pero tonto no es y sabía que con este personaje tendría en su mano a todos los partidos separatistas en especial a los catalanes que le dan la vida. Paquita, a poco de tomar posesión como presidenta del Congreso, permitió a cada grupo parlamentario separatista que hablara en su idioma regional y que no lo hiciera en español estando en Madrid y no contenta con eso adquirió para cada parlamentario un pinganillo para que, repito estando en la capital del reino, y entre españoles, hubiera un traductor simultaneo. ¡Ver para creer! Ni que decir tiene que los pinganillos no los pagó Paquita Armengol ni Merche Aizpurua, ni Aitor Esteban, ni Gabriel Rufián ni tan siquiera Miriam Nogueras. Los pagamos todos los españoles.
La boticaria señora Armengol permite a toda la banda enumerada antes cuando hacen uso de su palabra en la tribuna del Congreso que insulten y menosprecien a la actual forma de gobierno, a su máximo representante, el rey Felipe, a la Constitución española, a la administración de Justicia, a las Fuerzas Armadas, a las Fuerzas de Seguridad del Estado, al día de la Fiesta Nacional y en definitiva a todos aquellos españoles que no piensan como ellos. Su segundo de a bordo el también socialista Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, es igual de permisivo con los componentes de la banda antes enumerados.
Sin embargo, la pancatalanista Armengol deja caer todo su sectarismo e inquina cuando algún miembro de la oposición se sube a la tribuna y dice cosas que a ella la incomodan.
Recientemente, un diputado por Toledo del grupo parlamentario de VOX, Manuel Mariscal pronunció las siguientes palabras “ la etapa posterior a la guerra civil, no fue una etapa oscura sino de reconstrucción, de progreso y de reconciliación para lograr la unidad nacional”. Obviamente, se refería a la etapa de gobierno de Francisco Franco y esa afirmación es objetivamente cierta. Totalmente cierta. Pues bien, la presidenta del Congreso ha ordenado que desaparezcan del diario de sesiones del Congreso porque a ella la viene en gana.
Esa es una muestra más de la catadura moral de esta mujer, más cerca en su comportamiento tiránico al de Delcy Rodríguez que al de cualquier jefa de Parlamento de nuestro entorno europeo.
Los baleares ya la conocieron por sus hechos en Palma y el resto de españoles la estamos conociendo por sus hechos en Madrid.
Que Dios nos pille confesados antes las próximas pócimas de doña Paquita.
Francina Armengol, la esponja poligonera. Por Ignacio Fernández Candela
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