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El Real Decreto 926/2020 de Estado de Alarma (así como el anterior de marzo) suspende numerosos derechos fundamentales. Pero los derechos fundamentales solo podrán ser suspendidos cuando se acuerde la declaración del Estado de Excepción o de Sitio en los términos previstos en la Constitución (art. 55, 1 de la Carta Magna). Además el Estado de Excepción debe de ser autorizado por el Congreso de los Diputados y se limita a 30 días y su prórroga a otros 30 días. En total 60 días.
Es decir, se utiliza el Estado de Alarma para imponer un Estado de Excepción y suprimir, en la práctica, el titulo 1 de la Constitución. Esto supone, a mi entender, que se está llevando a cabo un Golpe de Estado. Pero el Gobierno junto a los partidos que apoyan su acción tiránica (PP, PSOE, Podemos y demás regionalistas, e independentistas) no son la mano ejecutora del Golpe de Estado. Por muchas leyes que hagan ellos no pueden hacer nada sin la colaboración activa de otros en este Golpe de Estado.
A mi entender, la mano que mece la cuna del Golpe de Estado es la Policía y las Fuerzas Armadas. Ellos son los que tienen la fuerza efectiva para hacer cumplir las órdenes que por escrito y de boca reciban del Gobierno. Y son precisamente ellos los que han jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución y tienen el mandato del pueblo español de defenderla (art. 8 de la constitución) y por eso tienen uniformes y armas. Sin embargo –desde mi punto de vista- han decidido ser los colaboradores necesarios para que este Golpe de Estado se esté imponiendo y desarrollando. A ellos hay que señalar con el dedo porque sin ellos este Golpe de Estado no sería posible.
A estas alturas ya es inútil hacer un llamamiento a la policía y fuerzas armadas para que cumplan su juramento, defiendan a España, a los españoles y el Orden Constitucional. Porque –a mi entender- están pringados hasta el tuétano en este Golpe de Estado. Desde mi punto de vista, ya no están al lado del pueblo sino contra España y los españoles; han optado por convertirse en enemigos de España, de los españoles y en destructores de la Constitución de 1978.
Para mí ya solo son hombres de deshonor, deshonra, ignominia, vileza. El estigma no se lo podrán quitar ni con piedra pómez. Pesará sobre ellos por muchas décadas. Los españoles siempre se les recordaremos por lo que -para mí- es: Traición.
Autor
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Antonio Ramón Peña es católico y español. Además es doctor en Historia Moderna y Contemporánea y archivero. Colaborador en diversos medios de comunicación como Infocatolica, Infovaticana, Somatemps. Ha colaborado con la Real Academia de la Historia en el Diccionario Biográfico Español. A parte de sus artículos científicos y de opinión, algunos de sus libros publicados son De Roma a Gotia: los orígenes de España, De Austrias a Borbones, Japón a la luz de la evangelización. Actualmente trabaja como profesor de instituto.
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