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Lo que está sucediendo ahora en Cataluña es lo normal, y sólo el principio, cuando la ley es sobrepasada por el gobierno que no la hace respetar. Se han envalentonado los independentistas que vuelven a reunirse como obediente manada al servicio de las mejores oportunidades, históricas, que brinda un Pedro Sánchez dispuesto a todo, incluso a la ruptura de España, para satisfacer sus ególatras ambiciones rayanas, cuando no sumergidas, en la ilegalidad. Que no se note por la intervención de la Justicia sumisa al mandato monclovita, no significa que esté al margen de la Ley, sobre todo del juego limpio democrático y de la propia Constitución.
Debe de inspirar mucha rebeldía saber que Conde Pumpido al frente del Tribunal Constitucional, también intervenido como la Fiscalía General del Estado, está trabajando a contrarreloj para encajar artificiosamente, aunque sea, la amnistía en el mandato constitucional. Debe envalentonar en demasía a la osada Dolores Feliu, presidenta de ANC quien intervino con cierta impresión de estar acelerada durante este domingo para conmemorar el golpe de estado de 1 de octubre, y arrojar a un contenedor la imagen del Rey Felipe VI al grito de que Cataluña no tiene Rey. El símbolo de la unidad de España a dónde va; al contenedor.
En el valiente acto de los golpistas crecidos en soberbia, Dolores Feliu y los activistas Nacho Pallá, Julia Balas y Marcel Vivet, arengaron a una pobre masa de 1.000 personas con la seria sospecha de que el independentismo aburre hasta a los propios catalanistas.
«Si el Govern y este Parlament, del 52% de votos independentistas, no se atreven a hacerlo o no quieren, que convoquen elecciones y den voz a un Parlament libre, escogido por un pueblo sediento de libertad. Que convoquen elecciones si no quieren hacer la independencia», ha exigido la sedienta de seguir trajinando de los recursos públicos para intereses propios de la prevaricación y el oportunismo.
Se da la circunstancia de que desinflado el independentismo ha sido un Pedro Sánchez que mintió sobre amnistía y referéndum, el que está alentando nuevas asonadas y otro golpe de estado promovido, literalmente, desde La Moncloa. El perdedor del 23 J pretende poner al Rey Felipe VI en una tesitura de presión institucional comprometiendo la Seguridad Nacional. Es de prever que estos actos de valentía, cuando la ley se esconde del delito, vaya a movilizar las ansias de los independentistas quienes ven desactivado por Pedro Sánchez los mecanismos de en defensa de la integridad territorial de España para que puedan asaltar sin resistencia la razón de ser como Nación que es España. El Rey Felipe VI no ignora que apoyar a Pedro Sánchez y sus socios supondría un punto de inflexión más que delicado para el mantenimiento del Estado de Derecho.
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