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El juez Llarena reclama a las autoridades italianas «medidas precisas» para poder extraditar al ex presidente catalán, Carles Puigdemont. En definitiva, reclama que «pueda abordarse el enjuiciamiento impedido por la fuga». O dicho de otra manera: reclama normalidad institucionalidad frente al circo en el que parece instalado Puigdemont.
Lo más lamentable es que el gobierno parezca haberse sumado a ese juego de trileros del secesionismo y trate de prostituir a la Abogacía del Estado convirtiéndola en Abogacía del gobierno haciéndola decir que la euroorden estaba en suspenso.
Es el mismo juez Llarena quien tiene que recordar a las autoridades italianas que la euroorden está más vigente que nunca y que la Abogacía del Estado no es órgano judicial y por lo tanto no es independiente sino dependiente del Ejecutivo. ¡Menudo bochorno!
Lo que el juez Llarena hace es evidenciar -y denunciar- el sometimiento del Ejecutivo al secesionismo. ¡Zasca!
Y todo esto pasa mientras que el Supremo choca con el Ejecutivo por vetar su renovación. La próxima jubilación de varios magistrados deja varios puestos sin proveer, especialmente en la jurisdicción contencioso-administrativa, la relativa a vigilar el cumplimiento de la legalidad del gobierno. ¿Casualidad?
Como los ánimos están lejos del apaciguamiento, el Supremo ha vuelto a invitar al Rey a la toma de despachos de Barcelona, acto al que el año pasado no pudo asistir por veto gubernamental.
La rebelión está servida. Algunos como Pere Aragonés, les gustaría que Sánchez controlara mejor a los jueces. El ‘problema’ es que los jueces, en un sistema democrático, no son controlables. Precisamente en eso consiste la independencia del poder judicial. Y afortunadamente el mismo poder judicial defiende su independencia frente a las pretensiones injerencistas.
Frente al totalitarismo nos queda el estado de derecho. Imperfecto, pero existente. Un verdadero muro de contención frente a las veleidades irresponsables de los adolescentes que tenemos por gobernantes.
El anzuelo del pescador
Temido invierno. El gas ha subido un 310% en el último año. ¿Nos enfrentamos a un invierno con facturas imposibles?
Yolanda se planta. O ‘su’ proyecto o el caos. Es la nueva ‘macho alfa’ de Podemos, que se atreve a cambiar hasta la marca. El resto baja la cabeza y aparca los egos sabedores de que su intención electoral está en caída libre.
Pollo Carvajal. Deposita pruebas en el juzgado de García Castellón de que Venezuela financió con 8,8 millones de euros al ex juez Garzón, ese que aspira a ser reincorporado a la carrera. ¿Y renunciar al aceite del petrodólar bolivariano? ¡Anda ya!
Autor
- Luis Losada es economista de formación y periodista de vocación. Fue director del Telediario de Intereconomía y subdirector de la Gaceta. Actualmente dirige su agencia de comunicación y es editor de campañas de CitizenGO en América Latina. Se define como hijo de Dios, amante de la libertad y escéptico del poder.
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