23/11/2024 11:04
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Es una pena que todavía haya ciudadanos que no dejen de hacer cabra y muestren a diario su irresponsabilidad. Me refiero a todos aquellos que no cumplen las normas del estado de alarma o abusan de ellas. Entre esos inconscientes o tarambanas se encuentra el vicepresidente del Gobierno actual, Pablo Iglesias: estando una “miembra” de su casa afectada por el virus, el muy imprudente y cantamañanas abandona la cuarentena para asistir al Consejo de Ministros, como si no lo hubiera podido presenciar por videoconferencia. ¡Y lo hizo, según él, porque se lo pidió otro irresponsable que también debía guardarla, el presidente! ¿Pero con quién nos gastamos los cuartos, Dios mío? ¿En manos de quién estamos?

Varios días antes del celebrarse el viciado y catastrófico 8M ya se conocía en el Gobierno la peligrosidad de la situación, pero el presidente no podía dejar sin lucimiento a la “marquesa”, ministra de Igual-Da, y a sus chicas ministeriales. Para el tarambana del Gobierno era más importante el sectarismo de la vulgar corriente feminista española que la salud de toda la ciudadanía. Ahora estamos viendo las consecuencias de aquella irregularidad: además de las ministras y otras “jolgoristas” están cayendo como moscas muchas asistentes anónimas. El virus no conoce sexos ni géneros y purgaremos justos por inconscientes o como decía ayer la prensa francesa: “¡En España están pagando justos por babosas!”

En la Organización Mundial de la Salud (OMS) se llevaban las manos a la cabeza ante la irresponsable actitud del Gobierno español y la inmadurez de la ministra que quería abanderar la fiesta, por eso ésta se ha llevado todos los “zascas” de las redes y todos los soplamocos didácticos de periodistas y analistas. Se trataba de extremar todas las medidas de los gobiernos, con el fin de que los contagios no llegaran como el efecto dominó. Llego a la conclusión de que algunos especímenes activistas no saben qué es eso de “extremar medidas” para “evitar plaga de contagios”: no solo me refiero a la que iba “sola y borracha” que, antes de acabar la “manifa”, se largó como el capitán araña; es decir, embarcó a miles de mujeres y después las dejó tiradas.

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En ese grupo de inconscientes entran las demás ministras que asistieron como si de una fiesta campera se tratara y hasta la compañera de Pedro “Plagio” tenía que salir en la foto con eso de “Madrid será la tumba del fascismo”. Supongo que ahora también podrá decir que Madrid es el cementerio más grande que ha generado el coronavirus y su compañero cargará con ello por los siglos de los siglos. Es una prueba más de que a la izquierda le interesan sus objetivos, por muy denigrantes que sean, antes que los intereses y la salud de la población. Ahora se quejan porque se llevan todos los “zascas”. Si hubieran escuchado los discursos de Emiliano Zapata entenderían el motivo. “Si quieres ser ave, vuela. Si quieres ser gusano, arrástrate, pero no grites cuando te aplasten”.

Italianos y franceses no podían creer lo que veían: un acto tumultuoso y desbordado con nula organización. Apenas cuatro días antes habían difundido los gobiernos de estos dos países lo de eliminar gestos como estrechar la mano, caminar a un metro o más de distancia, cierre de colegios y todo lo que supusiera concentraciones. Una vez más, el Gobierno español desobedecía los consejos del máximo organismo mundial de salud y se pasaba por el “arco del triunfo” la prohibición de actos tumultuosos.

El ocultamiento de la gravedad del Covid-19 ha generado miles de muertos, muchos más de los que marca el Gobierno como oficiales. El Gobierno sí es culpable de esas muertes: no solo ha ocultado la verdad sino que ha mentido reiteradamente y “ha retorcido el rabo a la cabra”. Sánchez está fuera de juego, desbocado, desnortado, atontado, dominado por el “marqués” y sin argumentos. Fuera de su actitud chulesca no hay nada. Es abrumadora la falta de liderazgo. Y la ciudadanía española no confía en esta gente para resolver el problemón.

Esa falta de confianza nunca existió con el gobierno de Rajoy. No me olvido del Prestige. ¡Ay si hubiera habido una infección de miles de ciudadanos y de fallecidos estando Mariano Rajoy o Aznar en el Gobierno! No duden de la guerra urbana que hubiera desatado la siniestra, los escraches a políticos, los acosos a ministros, las amenazas a periodistas…. Y no me digan lo contrario porque ya sucedió y quedó sin sanción, excepto a Jorge Verstrynge.

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Resulta que Pedro ‘Plagio’ Sánchez quiere intervenir para ampliar por sexta vez el estado de alarma. Cada vez que habla sube el pan, tiemblan los agricultores y se desmaya la Bolsa. El presidente, además de un demostrado gafe es un irresponsable e impresentable peligro público. Tan pronto como pase este virus, la convivencia ya no volverá a ser la misma dado que nos encontraremos con cinco millones de parados; las medidas que tome el próximo martes no van a paliar nada, además no creemos en él: aún no ha pagado a los del desastre de Lorca ni a los de Mallorca ni a los de Cantabria y a nadie de cuantos han sufrido desastres medioambientales. Pedro Sánchez ya es un atentado a la dignidad.

El presidente no tiene credibilidad. Es patético y desvergonzado. Mentiroso y aprovechado. España no se merece un presidente que la venda al comunismo degenerado y prochavista. Ya no puede tener al frente de su Gobierno a un siniestro personaje como éste, acompañado por un comunista de palo y zanahoria, cuya aspiración es expropiar lo de los demás y jugar a ser casta, como ya lo es. En tanto, Fernando Simón asume el ridículo diario de cubrir las espaldas a esos dos vencejos de baja pobreza dialéctica, nula dignidad y abundante desprecio.

Autor

Jesús Salamanca Alonso