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Señor, hace muchos años (1983) Santiago Segura, el abogado de Miláns del Bosch y yo escribimos un libro sobre el «23-F» que titulamos «Jaque al Rey», porque consideramos que eso fue, realmente, aquel golpe o no golpe, un Jaque al Rey, creyendo que cualquier españolito sabría lo que en ajedrez es ese aviso que da un jugador a otro cuando amenaza a su Rey. O sea, un aviso de que tu Rey está en peligro y que si no le das una solución liberadora de la amenaza a la siguiente jugada el Jaque al Rey ya será JAQUE MATE… y el final de la partida.    

Y digo que «consideramos» que aquello (el «23-F») sólo fue un Jaque al Rey simbólico  y ni a eso llegó, puesto que en realidad aquella noche nunca, en ningún momento, estuvo el Rey en peligro de Jaque Mate (ni la Monarquía), ya que pasara lo que pasase la continuidad de ambos (Monarquía y Rey) estaban asegurados, al ser los más monárquicos de los generales los que lo dirigían.

 

Otra cosa, bien distinta es lo de hoy. Porque en este caso ya hay un Jaque al Rey claro y manifiesto (desde que un Vicepresidente del Gobierno, con la aquiescencia del Presidente, y los catalanes y los vascos, declaran abierta y públicamente que este Rey no es su Rey y que en cuanto puedan traerán una República, o varias) sobre todo desde su famoso y olvidado (no por ellos) Discurso del 3 de octubre del 2017.

Lo que quiere decir que Felipe VI está reinando bajo un permanente y peligroso Jaque al Rey desde entonces y que si no mueve ficha, porque es el jugador amenazado el que está obligado a jugar, y se busca una defensa rápida (que la puede resolver moviendo el Rey o interponiendo otra pieza que lo esconda y lo aparte del peligro) o a la siguiente jugada del contrario el Jaque al Rey será ya un JAQUE MATE definitivo: ¡adiós Monarquía, adiós Rey!… y otra vez a Cartagena.

Majestad, no le dé más vueltas. Ahora mismo está en un peligro muy superior al que estuvo su padre la tarde-noche-madrugada de aquel 23 de febrero de 1981… y ya sabe lo que decían los griegos: no hay peor ciego que el que no quiere ver o no está usted viendo que «ellos» (y digo «ellos» porque ya son muchos), todo lo que hacen, todos los movimientos de sus piezas (peones, caballos, alfiles, torres y hasta la Reina) se mueven solo con el objetivo de darle el «Jaque mate» que le arrebate la Corona. Salvo que…

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Que siga pensando lo que le dijo a un compañero suyo cuando todavía estaba estudiando en Estados Unidos:

 

«Pues sí, hay cosas de este Sistema que me gustan más que lo de las Monarquías –dice -, aplaudo que el Presidente, es decir que el Jefe del Estado, tenga el Poder Ejecutivo, aunque esté vigilado por el Congreso y por el Senado, y que la Justicia sea totalmente independiente. No estoy de acuerdo, de que el Jefe de Una nación, sea Presidente o sea Rey, sea simplemente una figura decorativa. E incluso me parece bien un límite en su mandato. Pienso que no es bueno que la Jefatura del Estado permanezca en manos de una persona de por vida… Verás, amigo mío, yo soy monárquico porque lo tengo que ser y lo seré y cumpliré fielmente como monárquico si algún día soy Rey. Pero, ya lo sabes, lo cortés no quita lo valiente. Es más, y te lo digo cuando soy un simple estudiante, si algún día llegara a ser Rey haría lo posible por no ser una figura decorativa. No quiero ser toda mi vida un jarrón que va de escaparate en escaparate de adorno».

           

y no haya cambiado de opinión y realmente no quiera ser un jarrón de adorno ni le tema a la llegada de la República… porque, tal vez, esté soñando con esa «Operación Simeón» de la que se habla.

Sería curioso que al final lo que me inventé en mi novela-ficción «El Príncipe Republicano» llegue a ser verdad y se cumpla mi sueño-profecía: que usted, como buen demócrata que es, acepte de buen grado el referéndum que se avecina sobre Monarquía-República y vaya a las urnas, en el supuesto de que pierda la Monarquía, como candidato a la Presidencia de la III República.

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Si eso sucediera me tendrían que dar un Premio Nobel Especial: el Nobel Julio Verne.

Entenderá ahora lo que le preguntaba ayer en estas mismas páginas, porque en el 2017 supimos dónde estaba simplemente leyendo su artículo y su defensa a ultranza de la Unidad de España, pero ¿dónde está hoy?… ¿Sigue dónde estaba o está ya en la galaxia republicana?….

¿Presidirá el año que viene los actos oficiales  conmemorativos del 14 de abril, el 89 aniversario de la II República,  que serán apoteósicos, como Rey de España y Jefe del Estado, o los Presidirá el  comunista venezolano y republicano confeso, Don Pablo Iglesias… o los Presidirá usted ya como Presidente de la República?

Pues, hable… porque los españoles comienzan a estar inquietos, muy inquietos, con el futuro y eso es peligroso, que ya lo dijo Don Miguel de Unamuno poco antes de morir: «Cometimos el error de despertar a la fiera y la fiera nos comerá a todos»…

Y ya sólo me queda recordarle aquello de los castellanos viejos:

¡¡ Oh, mi Dios…que buen vasallo (o pueblo) si oviesse buen señor!!

                                              

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.