Hay que deshonrar públicamente a los llamados “padres de la Constitución”. Por Pablo Gasco de la Rocha

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Cuando España llega a su final como Estado, por más que aguantemos un tiempo sus estertores, a quienes habría que recordar, y muy sentidamente, es a quienes confeccionaron en restaurantes de “cinco tenedores” el modelo político-territorial (el Estado de la Autonomías) mediante pactos y concesiones.

Frente a un modelo regional descentralizado, y aun admitiendo algunas diferencias al alza en favor de determinadas regiones por su mayor tradición regionalista, el “café para todos” ha sacrificado a España hasta un extremo indecible.

Hablamos de un modelo que era previsible que saltase por los aires desde el momento que no se estableció constitucionalmente el techo competencial de las autonomías. Cuestión que obedeció a dos razones. La primera porque el sistema bipartidista previo con suficiente descaro lo que podrían necesitar los diferentes gobiernos de ese bipartidismo a la hora de formar mayorías parlamentarias o apoyos puntuales. Y la segunda, porque fue el pacto secreto que se estableció con el independentismo: con ETA, que por aquél entonces era el brazo armado de todo el nacionalismo vasco apellidado “democrático”, y con los catalanes que presionando sibilinamente dejaron ver hasta dónde estarían dispuestos a llegar si no se concedía a Cataluña la posibilidad, a largo plazo, pero real, de salirse algún día de España. Así es como se entiende que algo tan fundamental para la supervivencia de España se dejase a cualquier posibilidad y al arbitrio de cualquier gobierno. Toda vez que nuestra forma de Estado, una jefatura de atrezo, rubricaría sin mayor problema lo que sobre esta cuestión se decidiese.

¿Por qué Vascongadas, a la que el Estado promocionó sobremanera durante los años del terror de ETA, incluso turísticamente a pesar de la peligrosidad que reinaba en sus calles, tiene un sistema fiscal diferente y mejor al del resto de España?… ¿Tiene esto que ver con el miedo del Estado hacia unas gentes que como autores, cooperadores, inductores, cómplices y encubridores han asesinado a 1.000 españoles? ¿Por qué se consienten constantes y continuos desplantes delincuenciales a la tropa de sinvergüenzas que controla el poder en Cataluña?… ¿Tiene miedo el Estado que Cataluña con la ley que se le ha dado pueda plantear un pleito de separación ante un organismo internacional, cuyo dictamen España tendría que respetar?

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Se ha aguantado todo: se ha perdonado el asalto económico al Estado por parte de una jauría de sinvergüenzas y buscavidas instalados en las distintas autonomías, se ha pactado con el terrorismo en Vascongadas y se ha indultado a los golpistas en Cataluña. Pero parece que esto puede haber llegado a su fin con la “guerra de los impuestos”, que es, en realidad, una guerra de poder entre los diferentes virreyes que hasta el más tonto de los españoles comienza a apreciar: el Estado español no funciona, está acabado, y la nación no puede seguir un minuto más a expensas de sinvergüenzas, delincuentes y terroristas.

Visto lo visto durante estos años y lo que hoy vemos, la propuesta no puede ser más racional…. Hay que deshonrar públicamente a los llamados “padre de la Constitución”. Meter en cintura a los delincuentes. Y decidirse de una vez a hacer cumplir la ley en todo el territorio español.