06/10/2024 01:33
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Recuerdo que, en 1968, tras el famoso mayo revolucionario de Francia, con el izquierdismo radical exultante, vinieron los tanques soviéticos, a Checoslovaquia, en agosto de ese año, a aplastar la llamada Primavera de Praga, que había sido un intento de reformar el comunismo desde dentro. Hubiese sido de plena lógica que la actuación de los tanques soviéticos hubiese dejado al descubierto el mensaje criminal que emana del marxismo. Sin embargo, no fue así y esa ideología siguió siendo muy bien acogida por las llamadas élites intelectuales y mediáticas del mundo libre. Por otra parte, recuerdo que estando en Francia, a principios de los setenta, haciendo un post-grado en Planificación Económica y Desarrollo Rural, yo preguntaba qué era el marxismo, pero no conseguía que se me diera una explicación sencilla, sino tan solo un conjunto de palabrería “relaciones de producción” “fuerzas productivas”, etc. que no daban respuesta clara a mi pregunta.

Resulta por ello chocante que hoy, casi 60 años después, esta ideología siga tan pujante en el mundo hispano. Aquí en España la vicepresidenta del Gobierno ha hecho un prólogo elogioso al Manifiesto Comunista, Cuba mantiene una dictadura comunista desde hace 63 años y Venezuela, Perú, Chile y Colombia tienen gobiernos que no ocultan o incluso alardean de ser marxistas. ¿Cómo es esto posible? ¿Acaso no hay evidencias de adonde lleva el marxismo? 

Tal vez la respuesta se encuentra en una famosa anécdota, atribuida al presidente estadounidense Ronald Reagan, quien, en Arlington, Virginia, el veinticinco de septiembre de 1987, habría dicho: «¿Cómo distingues a un comunista? Bueno, es alguien que lee a Marx y a Lenin ¿Y cómo distingues a un anticomunista? Es alguien que entiende a Marx y a Lenin».

La frase de Reagan es excelente, porque quien de verdad entiende la ideología de Marx y Engels, es consciente de su innegable fracaso de su aplicación en los países comunistas.

 

Hay no obstante un problema terminológico muy utilizado por la izquierda y es que con astucia separan el Marxismo del Comunismo por lo que aquel sigue colocado en el pedestal de las utopías aún no realizadas Peor aún es que la derecha, como ocurre muchas veces, acepte esa diferencia y eluda criticar al Marxismo, con lo que deja la puerta abierta a que siga predicándose esa doctrina, en particular en las Facultades de Políticas, en lugar condenarla profundamente como se hace con el Nazismo.

Por eso he aprovechado la amabilidad de este medio, para publicar en este mes de agosto mis artículos “Las dos Bestias del siglo XX”, “Comparación entre el Nazismo y el Marxismo” y “Hagamos la prueba, ¿sabemos qué es el Marxismo?” Hoy ofrezco al lector mis respuestas a catorce preguntas que considero esenciales para entender qué es el Marxismo. Espero resulten claras a pesar de que he procurado ser lo más breve posible. 

 

Pregunta1.   ¿Considera usted que el Marxismo ha pretendido dar una respuesta completa a los grandes interrogantes del ser humano tales como de dónde vengo, cuál es el futuro de la historia, cuál es el método de evolución social y cuál es la raíz y el origen del bien y del mal?

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Sí, sin ninguna duda. Es el pensamiento más completo de toda la era cristiana y presume de racionalidad y de carácter científico. Ofrece respuesta a esos interrogantes. No obstante, creo que son respuestas equivocadas que han engañado y siguen engañando a mucha gente. 

 

Pregunta 2. ¿Comparte usted la idea de que el ser humano es mera materia y que desaparece cuando acaba su vida?

No, no soy materialista. Creo que el ser humano tiene un cuerpo material con sus sentidos, miembros y órganos y una mente física o cerebro que el como el ordenador que rige nuestro cuerpo y analiza y procesa las informaciones que recibe. Pero, además, tiene un espíritu, compuesto de una mente espiritual o yo que actúa también en el mundo físico visible dando órdenes que se ejecutan a través del cerebro y el cuerpo físico. Tiene además un cuerpo espiritual que está conectado directamente con la mente espiritual. Este cuerpo espiritual se va desarrollando mediante el ejercicio de las facultades principales de la mente espiritual (sentimiento, inteligencia y voluntad) y en especial mediante su compresión y utilización del Amor Verdadero en sus actividades. Es ese desarrollo el que hace que el cuerpo espiritual se haga bello o feo lo que condicionará la vida después de la muerte, aunque también en la otra dimensión cabe corregir los errores, aunque sea más difícil que durante la vida física. 

 

Pregunta 3.  ¿Cuál es la diferencia esencial entre el materialismo de Marx y el de Feuerbach?

Marx cree que el ser humano está impulsado por fuerzas estrictamente materiales que derivan del contexto económico en que vive. Por el contrario, Feuerbach, que era ateo y no creía en la vida después de la muerte, consideraba que no es la economía lo que mueve al hombre sino el Amor que era la fuerza principal impulsora del cambio social. Así lo expresa en su libro “La esencia del cristianismo” (1841) en el que utiliza la palabra AMOR 493 veces. A ello se opone frontalmente Marx que, en 1845, en su «Tesis sobre Feuerbach» donde decía que «(Feuerbach) no comprende la importancia de la actuación revolucionaria» y que «la modificación de las circunstancias y de la actividad humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria». En suma, no era el amor el motor del auténtico cambio social sino la acción revolucionaria para eliminar la propiedad privada de los medios de producción, la cual según Marx era el origen del bien y del mal en la sociedad humana. Como dirán Marx y Engels en «La ideología alemana» (1846) «Lo que los individuos son depende… de las condiciones materiales de producción… condiciones… independientes de su voluntad». «No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia». Por tanto, diría Marx, dejémonos de bobadas sobre el amor como motor del cambio y modifiquemos las condiciones materiales de producción.

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Pregunta 4.  ¿Cree usted que el rechazo de Marx a la religión se refiere tan solo a la religión principal en cada país o a todo fenómeno religioso?

Las ideas claves de Marx sobre la religión quedaron expresadas, en 1844, en el primer número de los Anales Francoalemanes, donde Marx había publicado «Introducción a la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel» que, fundamentalmente, se centraba en una crítica feroz a la religión, a la cual había que eliminar. Decía: “La miseria religiosa es al mismo tiempo la expresión de la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo”. “Ser radical significa atacar las cuestiones en la raíz. (Hay que tomar) como punto de partida la eliminación de la religión”. Marx no criticaba tan solo a la institución religiosa dominante en cada país sino a todo el fenómeno religioso en general que según él no eran otra cosa que un instrumento para justificar la existencia de ricos y pobres y de la propiedad privada.

 

Pregunta 5.  ¿Cuál cree usted que es la diferencia entre el método dialéctico que proponía a Hegel y la dialéctica materialista que propuso Marx?

El enfoque hegeliano veía una confrontación entre la tesis y la antítesis de la cual tras un diálogo constructivo surgiría una síntesis que permitiría el progreso. Para Marx por el contrario no cabría un acuerdo entre los propietarios (tesis) y los no propietarios (antítesis), ya que la propiedad privada de los medios de producción es, per se, mala y debe abolirse, lo que legitima el uso de la violencia para acabar con ella. Es ese enfoque el que justifica todas las propuestas de acción revolucionaria que se enumeran en El Manifiesto Comunista, tales como abolir la cultura burguesa, la patria, la familia, la educación tradicional, etc. En la dialéctica marxista siempre se considera que la tesis y la antítesis siempre se enfrentan con violencia, para que de la destrucción de ambas surja la síntesis. (No hay acuerdo real posible)

Continuará.

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Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado.