25/11/2024 08:45
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El transhumanismo es la clave para el control poblacional que persigue el NOM, hasta el punto de que sus siniestros paradigmas se aplicarán a todo los ámbitos de la vida humana, infectando también el mundo de las religiones, dando lugar a un fenómeno que se conoce con el nombre de “tecnoreligiones”, sistemas de creencias organizadas en torno a la aplicación de la AI al mundo espiritual. Para decirlo en pocas palabras, se trata de crear una “religión” robotizada, que pueda ser practicada incluso por los ciborgs.

Las “tecnoreligiones” difunden una mezcolanza de creencias en las que los robots rivalizan con  Dios, hasta el punto de que hacen objeto de culto a la AI.

Este fenómeno absolutamente luciferino se manifiesta de diversas formas, desde la propuesta de un “dios máquina” hasta el anuncio del advenimiento del homo deus, pasando por cultos que buscan alcanzar la vida eterna mediante una copia cognitiva, emocional y espiritualmente idéntica de cada persona gracias a la tecnología o por pastores cristianos que animan a aprovechar la ciencia para renovar la creación de dios y evangelizar a los robots.

Las tecnoreligiones son deposiciones de organizaciones, instituciones  y asociaciones “religiosas”, en conjunción con centros de investigación tecnológica, empeñados al alimón en la creación de nuevas deidades o muveas concepciones deístas a partir de la tecnología y la ciencia. Su premisa fundamental es la creencia en la idea de que la biotecnología, la nanotecnología y la inteligencia artificial están a punto de crear el homo deus inmortal. Dicho de otra forma, se trata de crear el hombre-dios mediante la fusión del ser humano con la AI, la cual nos dará unos “superpoderes” que nos introducirán en la esfera divina. Por ejemplo, la inmortalidad, obsesión de la ciencia y la tecnología, construyendo la distopía de confundir el alargamiento de la vida por medio de la tecnología con la inmortalidad, y sin distinguir entre la vida biológica y la existencia en una dimensión supratempral, ultraterrena:

“Hay un mosaico y pluralidad de discursos en torno a una nueva fe sobre el poder omnipotente de la tecnología, sobre que con nuestros propios medios, a través del talento compartido, la sociedad en red y la inteligencia artificial conseguiremos extirpar la finitud, el sufrimiento y todo el mal que hay en la condición humana, construyendo el paraíso en la tierra” , afirma Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de la Universitat Ramón Llull.

Torralba explica que las personas no toleramos la finitud, la vulnerabilidad, el sufrimiento o el deterioro humano y buscamos un bálsamo que calme esa angustia. En las religiones y tradiciones espirituales clásicas, este bálsamo se otorga a un Dios que promete curación, salvación y vida eterna. Y hoy, en un contexto de muerte cultural del Dios tradicional, ese papel mesiánico, redentor, ese poder omnipotente lo ejerce la tecnología, motivo por el que surgen estas religiones tecnocéntricas”.

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Los avances científicos crean la ilusión colectiva de que es posible superar nuestra condición de seres mortales, fantasía que seduce bien en una sociedad que ha perdido la fe en las utopías previas que prometían un mundo más feliz. Además, estas “tecnoreligiones” están promocionadas por personajes de relevancia y por grandes corporaciones —Google, sobre todo– , lo que facilita su irradiación y que la idea de la tecnología como divinidad laica redentora sume seguidores atraídos por “el paraíso en la tierra”.

En opinión de José Manuel Caamaño –Director de la Cátedra Francisco José Ayala de Ciencia, Tecnología y Religión de la Universidad de Comillas– la irrupción de las tecnoreligiones es producto de un auge generalizado de la religiosidad y la espiritualidad al margen de las religiones tradicionales y con la atracción que la tecnología –“y sus promesas de inmortalidad, superinteligencia y superfelicidad”– ejerce entre creyentes y no creyentes.

Entre las instituciones que promueven estas tecnoreligiones, destacaremos unas cuantas, a cual más grotesca y demencial: 

LA IGLESIA DE LA  AI

Fundada por Anthony Levandowski, ex ingeniero de Google y de Uber, con la pretensión de adorar a una deidad construida a partir de hardware y software. Con rl nombre de Way of the Future, esta “iglesia” pretende la adoración de una deidad basada en IA, en cuya “feligresía” ocuparán un lugar especial los robots, a la vez que la “evangelización” para ayudar a aceptar la inevitable ascensión de la deidad-máquina sobre la inteligencia humana. 

LA FUNDACIÓN TERASEM

Creada por la empresaria Martine Rothblatt, su lema es “el culto de la vida eterna a través de la ciberconciencia”, afirmando que “dios es tecnológico”. Para su fundadora, la muerte es opcional, porque se puede crear un “análogo consciente” de una persona combinando un archivo de su mente –emociones, experiencias, sentimientos, características espirituales…– con futuros softwares de conciencia que podrán descargarse en un cuerpo biológico –criogenizado– o en uno nanotecnológico para proporcionarle experiencias de vida comparables a las de un humano nacido de modo convencional. 

LA BIOÉTICA DESAFIANTE

Julian Savulescu, experto en ética práctica de la Universidad de Oxford, defiende la mejora genética como beneficencia procreativa, con el fin de mejorar a los hijos, algo que, según él, es una “obligación moral”. Su postulado base es la aplicación de todos los avances científicos posibles con una ética desligada de presupuestos religiosos y metafísicos. 

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EL ‘HOMO DEUS’

Excrecencia de Yuval Noah Harari, profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén y escritor, profeta de una salvación atea en la que el ser humano conseguirá la inmortalidad y la eternidad gracias a la tecnología, pasando de homo sapiens a homo deus, protagonista de un paraíso sin las tradicionales lacras históricas que han asolado a la humanidad. 

TRANSHUMANISMO CRISTIANO

En la “Iglesia” bergogliana hay sitio, por supuesto, para cualquier aberración dogmática, para todo tipo de blasfemias y sacrilegios, y por eso no puede faltar en ella el “transhumanismo cristiano”, manifestado en las actividades  del pastor Christopher Benek o la iglesia virtual de Giulio Prisco, que defienden que las nuevas formas de vida como los robots o incluso los extraterrestres también necesitan salvación porque serán capaces de pecar, así que apuestan por evangelizarlos (sic). Benek propone comenzar por asesorar a quienes han de desarrollar la tecnología para que la hagan virtuosa. Los transhumanistas cristianos también abogan por usar la ciencia “para renovar la creación de Dios, incluida la humanidad”. 

EL SINTEÍSMO

Y voilá tenemos a un tal Alexander Bard, músico, actor y sociotecnólogo sueco, creador del “sinteísmo”, religión que propugna que sean las personas las encargadas de crear a Dios, afirmando que Internet es el “Espíritu Santo” de la sociedad digital, la comunidad de la nueva religión. 

Mas no hay que ser un experto en teología para sospechar que todas estas tecnoreligiones están impregnadas de satanismo, desde el mismo momento en que pretenden la destrucción de las religiones tradicionales, especialmente la católica.

Y todas ellas desembocarán en el mismo albañal, en esa cloaca inmunda que el Apocalipsis llama “La Gran Babilonia”. 

Canal de Telegram del autor: https://t.me/laureanobeni

 

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