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Algunos jefes de gobierno, al principio, fueron a su bola. Bien. Cuestionaron algunos -o bastantes- aspectos del pedo de la falsa pandemia. Johnson cayó, ya, al primer asalto. Bolsonaro aguantó algo más. Trump, tras afirmar que » colocarse la mascarilla es un acto patriótico», aterrador Knout Out. En noviembre, derrota. Las tres piezas abatidas, cada una a su manera. Los tres amortizados. Algunos «enfermados», a los tres les inflaron deliberadamente la cifra de » contagiados» (tras «confirmarse» con las fraudulentas PCR) y muertos (sin aclarar la complejidad causal de todo óbito). Los tres recularon. Rajaos.

Lukashenko resiste, de momento

A todas horas, en la letal caja tonta aparecían fosas comunes por doquier de esas tres naciones. Las tres piedras (más bien chinitas ¿buscadas?) en el zapato del Nuevo Orden Mundial, noqueadas. Pero, ¿curiosamente?, resiste Bielorrusia. No impondrá secuestro domiciliario ni toque de queda por el indemostrado nuevo coronavirus para obtener una «ayuda» rápida del Fondo Monetario Internacional (FMI). Lo declaró hace unos días el presidente del país, Alexander Lukashenko.

Fue el único país, Bielorrusia, por ejemplo, donde la liga futbolera siguió jugándose con razonable normalidad. Impasible el ademán, Lukashenko clarividente don erre que erre. Según el líder bielorruso, el FMI planteó un préstamo de 940 millones de dólares pero las condiciones agregadas, que no están en absoluto vinculadas con vainas financieras, no podían, según él, ser aceptables para el país. «Ponen draconianas condiciones, no quiero que Bielorrusia repita el escenario de Italia», aseveró el mandatario bielorruso al subrayar que «tenemos nuestro propio país con nuestra propia situación». Defensa de la soberanía nacional, qué menos.

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Nadie da duros a cuatro pesetas

Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial ( que, por cierto, diseñó económicamente en 2017 la falsa pandemia con sus bautizados como «bonos pandémicos» y sus «rescatadores fondos de inversión»), hiperendeudando a todo quisqui, todo condicionado a la adopción de medidas – aún más – restrictivas para la población (arrestos caseros sucesivos, en particular; seguramente, el bozal) e iluminando de paso por qué tantos países han de caen en ese doble ultraje: endeudamiento/esclavitud hasta la mismísima eternidad y medidas implacablemente liberticidas de por medio, mientras en el ínterin se tritura cualquier ápice de soberanía nacional. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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