02/04/2025 16:47

Me he encontrado con sesudos amigos que muestran estupor al escuchar la aseveración política de que, sobre todas las cosas, conviene que se mantenga el PSOE en el Gobierno de la Nación ahora y mañana. Lo que sostiene el mensajero no es solo una convicción. Lo que se expresa es una conveniencia práctica y una utilidad política. En la aseveración no encontrarás un ápice de complicidad con ese partido político, ni con sus políticas (¿?) ni con sus dirigentes. Tampoco muestra simpatías con los otros partidos de la supuesta oposición.

Simplemente, en rigor y en puridad, se enuncia una realidad de la política de los partidos políticos de este sistema autoritario y democrático que ha reunido en su seno sus propias contradicciones (neutralizándolas), donde las elecciones periódicas carecen de toda relevancia como juego de alternancias de proyectos políticos.

El sintagma del que partimos es este: en una dictadura que adopta la forma democrática y regida por la partitocracia, el sistema representativo, a través de elecciones periódicas, perpetúa no solo la legitimidad del sistema sino la continuidad del nuevo proyecto político en curso. El funcionamiento de este régimen político se fundamenta en una dualidad dialéctica, imperfecta, de dos grandes partidos nacionales que mantienen, al alternarse, una perfecta continuidad en todas las esferas de la acción política.

Las políticas de un partido central (por ejemplo las del PSOE) son, una vez producida la alternancia, por continuidad de la lógica política subyacente, exactamente las mismas que la del otro partido central (por ejemplo las del PP). Las diferencias que pudieran enunciarse, aquí y allá, son insignificantes y vienen establecidas más que por diferencias esenciales de proyectos políticos para crear la apariencia de las ‘diferencias de los partidos’ para sus votantes adeptos.

Lo que hasta ahora llevamos expuesto se traduce en que votar es completamente inútil porque, siempre y en todo caso, con independencia del partido que por turno le toque gobernar, todos los proyectos políticos que ejecutan son idénticos.

No vamos a analizar en España las supuestas diferencias de los partidos que son referidas a meras cuestiones de forma (la estética política) que se proyectan para embaucar a un electorado iluso y que, a grandes rasgos, podemos resumir así: ‘los progresistas’ que, en su empeño aunado y desde distintos frentes, pretenden disolver el régimen de 1978 y ‘los constitucionalistas’ que como fuerza contraria persisten en su vigencia llamando in voce a favor de su defensa. Mientras la mayor parte de la población, por motivos que ya hemos analizado en otros artículos, yace indiferente.

Observamos aquí un juego de ilusiones perfectamente concertado. Mientras que la dialéctica del enfrentamiento político de proyectos se representa externamente (a través de los medios de comunicación y de los sistemas de información, en las instituciones ‘representativas’, en las asociaciones de la ‘sociedad civil’, etcétera) sería, sin embargo, en los ámbitos internos, velados y ocultos, donde se constata una perfecta sintonía con el nuevo proyecto tecnocrático de todos los partidos. Son en los ámbitos internos donde se desarrollan y aprueban todas las decisiones políticas sustanciales, las decisiones nucleares, ahí, en la tupida red de relaciones entre las cúpulas de los altos representantes de los partidos políticos (un ejemplo obvio son los acuerdos de Junts con el partido de gobierno que han sido ocultados y acordados al margen del Congreso y del Senado).

La escena política que se representa es ridícula: muestra un odio externo versus un amor interno. Así se han desarrollado, no hace falta recordarlo, la totalidad de las negociaciones con los partidos que apoyan al gobierno. No hay duda: la nueva forma de hacer política ya no es a través de las Cámaras de ‘Representantes’ sino que se impone mediante la articulación permanente y constante de negociaciones secretas que, indudablemente, también han sido escenificadas por y con todos los partidos de la oposición. La exclusión de algún partido en algunas de esas negociaciones secretas, incluso eso, también forma parte de la pantomima para generar credibilidad.

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Pero vayamos ahora la analizar por qué hay que mantener al PSOE en el gobierno de la nación hoy y mañana. Sugiero estos motivos que analizo muy sucintamente:

-La persistencia de la continuidad del nuevo proyecto tecnológico: El cambio de partido de gobierno, mediante resultados electorales (estén manipulados o no) no alteraría jamás la continuidad del proyecto político en curso desde que la política perdió toda razón de ser: la socavación de las sociedades analógicas (un proyecto agotado) en tránsito hacia sociedades digitales.

-La absorción de las resistencias: La gestión del actual gobierno a cuyo frente se encuentra el PSOE y sus coadyuvantes permitiría que los impactos de todo orden que producirá esa transición imperfecta de lo analógico a lo digital sean asimilados, aceptados y asumidos por una población desestructurada (la votante y la no votante) porque ‘la progresía’ domina y controla todos los resortes legales de oposición y resistencia, de rechazo y de cuestionamiento.

La oposición actual, ciertamente, no ha sido capaz de crear otra ‘cultura dominante en los idiotas’ tan consistente y distinta como la progresista, woke y relativista. Es evidente que la oposición no dispone de esa capacidad de persuasión del control ‘de las masas’ del que gozan unas minorías organizadas y aliadas al gobierno actual para trastornar la cotidianidad. Marchas, movilizaciones, manifestaciones, escándalos, escraches, etcétera de los que inmediatamente dan cuentan los medios de comunicación que están en sintonía (resulta indiferente que esas expresiones sean ridículas, desde el punto de vista intelectual o desde el número de sus participantes). Todo un entramado bien surtido de subvenciones procedentes de los presupuestos de las distintas administraciones.

Se trata de una diferencia sustancial entre los que apoyan al gobierno y los que secundan a la oposición. El control de la calle se erige en el factor clave para atemperar las convulsiones de los tiempos que vienen: fin del trabajo, eliminación de la familia, imperio de una sexualidad no reproductiva, reducción de la población nativa a un recurso que será reemplazado y sustituido, estructuración integral y completa de todo comportamiento por el sistema binario o cuántico de los sistemas de información, generación de un universo virtual y artificial, con el desarrollo de un ambiente militar sobrevenido con la reducción de las políticas ‘sociales’ socialdemócratas (educación, sanidad, pensiones), etcétera.

-La demolición de la sociedad analógica: Pero la tesis más importante que queremos defender sería que el gobierno actual es un acelerador de la tendencia necesaria hacia la aniquilación de la sociedad analógica actual, su desestructuración radical para implantar una versión tecnificada.

El gobierno actual, pese a su precariedad interna, ha demostrado una capacidad absoluta para continuar pese a estar sujeto a una corrupción absoluta (legislativa, administrativa, judicial). Por dicho motivo se encuentra perfectamente blindado contra toda pretensión ‘legal’ de ser sustituido. En términos políticos (y quien analice en términos morales está fuera de un análisis riguroso y serio), resulta patente que el partido principal de gobierno ha acreditado ser un partido más capaz y estar en mejores condiciones para aguantar frente a las convulsiones que se avecinan que el otro partido de la oposición. Por cierto, el PP es incapaz de articular una alternativa porque, programáticamente, responde al mismo proyecto que el del gobierno actual y porque, respecto de la corrupción, muestra la misma capacidad, efectiva y potencial, de corrupción integral que el partido principal del gobierno.

No se trata de cuestionar el régimen de 1978. No, no se pretende destruir, derrocar o reemplazar una Constitución: ¿con qué otro proyecto político va a sustituirse el régimen de 1978, nuevo proyecto del que, ciertamente, no se sabe absolutamente nada? En efecto, sencillamente, no existe actualmente el horizonte de la construcción de un proyecto político alternativo al régimen de 1978. Hace mucho tiempo, décadas, que el régimen de 1978 ha dejado de existir y solo se mantiene en los medios de comunicación (TV, radio, prensa, etcétera) como una fantástica ‘ilusión política’ que actúa como centro de un falso conflicto entre progresistas y constitucionalistas.

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Hay una certeza esencial: todos los partidos políticos del sistema saben perfectamente que las revoluciones ya no son posibles. No solo porque adolezcan del sujeto revolucionario (que una izquierda desnortada trata de ‘producir’ impotente desde hace más de 40 años). Ante la desaparición de las revoluciones solo queda constatar lenta o aceleradamente la desestructuración extrema de las personas y de las sociedades analógicas. Y lo único que vengo a sostener es que son el gobierno actual, el PSOE y sus aliados, quienes están en las mejores condiciones para implementar ese proyecto tecnológico, con la aquiescencia y la colaboración de la oposición. En cada nación de Europa se singularizan los protagonistas pero el proyecto permanece idéntico y es el mismo: la materialización de la estrategia tecnológica de los burócratas de la Unión Europea.

Nadie mejor que el gobierno actual y sus apoyos, con la connivencia activa de la oposición, para ejecutar un novedoso proyecto tecnológico desde arriba que procede de los burócratas de la Unión Europea: el nuevo despotismo tecno-ilustrado compartido por todos los partidos del espectro político (tanto en España como en el resto de las naciones europeas) para alterar en profundidad la naturaleza de la existencia de las personas y de la población, de las nuevas formas de producción y distribución, de los intercambios comerciales internacionales, del trabajo, de la familia, de la sanidad, de las pensiones, de la educación, de las creencias, del sexo… la creación de consuno de una sociedad artificial levantada sobre las bases de la digitalización total, de la automatización absoluta y del desplazamiento del Hombre por la máquina virtual.

No hay duda: el PSOE es el mal mayor para eliminar las bases genéticas de esta sociedad agónica y el mal menor para potenciar el advenimiento de una nueva forma de dominio de estructuración digital (o cuántica).

Solo una pregunta final de la que no podemos dar respuesta o, mejor dicho, de la que conocemos perfectamente la respuesta (como prolongación de lo sucedido con el covid) pero que preferimos callar por el momento: ¿se mantendrán las poblaciones aquietadas y condescendientes frente a las brutales convulsiones que provocará la implementación radical y total del proyecto en curso del imperio de la máquina?

Bueno – me replicarán-, tenemos la opción de la oposición.

-La oposición es una perfecta y monocorde continuidad de la política actual del gobierno de turno y no hay nada, absolutamente nada que represente una ruptura. La ilusión y la fantasía es libre. No debe confundir su deseo distorsionado con la realidad convulsa.

Así nos va las cosas.

No obstante, si Usted necesita una terapia de grupo desde luego, no lo dude, siga votando.

Autor

Jose Sierra Pama
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