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Generaciones a las que aludió don Pablo Iglesias, Vicepresidente del Gobierno en el momento de decirlo, y bolchevique de guardarropía en todo tiempo.
Me hacen cierta gracia estos mostrencos que, queriendo falsificar la historia y la verdad y convencernos de que los españoles estuvieron contra Franco, no hacen sino confirmar su estupidez. ¿Hubo generaciones enteras que lucharon contra Franco, señor Iglesias? ¿De verdad quiere hacernos creer que Franco no contó con la aquiescencia de la mayoría de los españoles que vivieron su época? ¿De verdad quiere que creamos que nadie estuvo con él o que -todo lo más- lo apoyaron los «fascistas», que eran cuatro gatos y no representaban a nadie?
Pues ha hecho usted un pan como unas tortas, señor Iglesias. Porque si nadie estaba con Franco, si nadie lo apoyaba, si nadie lo quería o -por lo menos, según puntos de vista- lo asumía entendiendo que las alternativas posibles eran peores, entonces sus generaciones de «antifascistas» eran una auténtica mierda.
Que no eran generaciones enteras ya lo sabemos. Lo sabemos los que vivimos la época -aunque sólo fueran los años finales-, y lo saben todos los que no padecen la gilipollez del comunismo decimonónico. Los «antifascistas» eran los que querían vivir a costa de los demás -como usted-; los que no querían trabajar -como usted-; los que anhelaban un harén propio -como usted-; los que se dedicaban a la delincuencia, a la vagancia y a lo que aquella famosa Ley de Vagos y Maleantes -que no era de Franco, sino de Azaña- definía. Los que querían usar a «la canalla» -palabra de Marx, que siempre fue un señorito vividor y sablista- para conseguir su dacha serrana. Como usted.
Porque imagínese, don Pablo, qué categoría cabría adjudicarle a esas «generaciones antifascistas», que soportaron casi cuarenta años a un hombre que -según usted- estaba solo, sin apoyo del pueblo español, sin colaboradores. Un hombre anciano, solo, contra todos los aguerridos «antifascistas». Si eso no es tenerlos como el caballo de Espartero, usted dirá. Y si eso no deja como unos mierdas a todos esos luchadores que usted sueña, ya me lo explicará.
Pero, señor Iglesias, le voy a dar un motivo para que usted pueda dormir a pleno gusto en su dacha serrana. Le voy a confesar que Franco no estuvo solo, que yo le ayudé, que colaboré con él y con su régimen.
No es cierto, porque cuando el Excelentísimo señor D. Francisco Franco Bahamonde, Geralísimo de los Ejércitos, Caudillo de España, falleció en un hospital de la Seguridad Social que bajo su mandato creó José Antonio Girón de Velasco, el que suscribe aún era menor de edad y no se interesaba lo más mínimo en política. Eso vendría luego, por simple reacción visceral -puro asco- frente a los traidores, injuriadores, falsarios, cobardes, sinvergüenzas -sume adjetivos, si gusta- que aparecieron como hongos cuando falleció -de puro viejo- el gobernante más grande que ha tenido España desde Felipe II.
Pero, para los efectos, discúlpeme la mentira -confesa y mucho menor que las que usted expele-, y cuénteme entre los «fascistas» que colaboraron con Franco. Porque si en 1975 -y antes, evidentemente- no tenía edad para participar en la vida pública, le aseguro que, de haber podido, lo habría hecho. Que habría ayudado en cuanto hubiese podido a aquél anciano, ejemplo de honor, de dignidad, de servicio a la Patria hasta el último suspiro.
Por cierto: aunque para usted y sus masas -masillas, más bien, a estas alturas- la última fecha conocida sea la del asalto al Palacio de Invierno, o quizá los menos antediluvianos recuerden el golpe de Estado que trajo la IIª República, le diré que hoy es 1º de abril. Si, exactamente: cuando Franco y los «fascistas» les metieron a los suyos el «no pasarán» por el mismísimo camino recto.
Y este es mi homenaje a la fecha. Decirle que yo, señor Iglesias, estuve con Franco. Y lo sigo estando. A mucha honra.