20/09/2024 12:26
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Anoche rebuscando en esta caja de los milagros que es Google (y sin saber ya qué hacer después de 15 días sin ver la calle, ni desde la ventana, porque mis ventanas dan a dos patios interiores) me topé con algo así como un cuento que se titulaba «Relatos de Stalin», y no me hubiese detenido a leer ninguno  si no hubiese visto la firma del autor: Alexandr Solzhentsyn. Y ya leí algunos, claro. Naturalmente, no les voy a hablar de todos, pero si de uno que me impactó, ya que al terminar de leer cerré los ojos y vi como protagonistas al Pablo, el actual, al que han bautizado unos como «El Coletas» y otros como «El marqué de Galapagar»…y al Pedro, el bisnieto de «El Carnicero» Castejón, pues, el parecido con los verdaderos era tan exacto, sobre todo en sus teorías y en su vocabulario, que de verdad  llegué a dudar.
                 Verán, el cuento se titulaba «Por el hambre al Poder» y no era otra cosa que el diálogo que mantiene el «padrecito» Stalin con uno de sus más fieles (o serviles, o esclavos) secretarios, mientras va firmando sentencias de muerte, a Siberia, de trabajos forzados o tres años de Lubianka…
                — Bueno, Pietroviv, qué pasa por Moscú, qué dice el pueblo, seguro que se quejan de todo.— comenta el «padrecito» sin levantar la cabeza y sin dejar de firmar.
               —   Pues no, Señor Secretario General del Comité Central del Partido Cominista de la Unión Soviética, nadie se queja, se pasan el día en las colas y algunas mujeres hasta cosen y se hacen sus vestidos mientras esperan su  turno….
               —  Pero ¿qué me dice? ¿colas en Moscú, Pietroviv?  Pero ¿muchas, muchas?
        — Bueno, Señor Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, la verdad es que hay colas para todo,  pocas en las carnicerías y muchas en las panaderías… y más, Señor Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, pero muchas más y más largas, en las Casas del Pueblo…
          — Bien, bien, hombre, eso quiere decir que hay hambre, hambre.  Pero ¿cómo son de largas las colas del hambre, camarada Secretario?
         —  Pues, Señor Secretario General del Partido Comunisia de la Unión Soviética, la cola de la Casa del Pueblo de la calle Tverskaya, por ejemplo,  llegaba ayer, rodeando la Plaza de Gorki y los jardines de la Menage, hasta recorrer gran parte de la vía a San Petersburgo y colarse por  el distrito de Tverskoy…
         —  Vaya, vaya, eso no está mal, pero no es suficiente… Camarada Pietroviv, avise con urgencia al camarada Chernenco, el Secretario del Soviet Estatal para la Economía, la Alimentación y el Comercio, que quiero verlo enseguida.
                 Y siendo, no una orden, sino un simple deseo, por el Kremlin vuelan los Secretarios-Ministros, pues bien saben ellos que un retraso pueden significar 10 años de Siberia (aunque seas Ministro) en menos de 40 segundos ya estaba pidiendo permiso para entrar el camarada Nicolai Chernenco, el responsable de la Economía, la Alimentación y el Comercio.
                 — Señor Secretario General y Padre de todas las Rusias — dijo nada más entrar y casi de rodillas— ¿me llamaba? ¿necesita algo de este humilde Secretario del Soviet  Estatal, camarada Secretario General?
                —  Sí, camarada Chernenco, creo que no está cumpliendo con el Plan de Desarrollo del Hambre que usted mismo me presentó.
               — Señor Secretario General   –y al pobre Secretario del Soviet Estatal ya le temblaban las piernas, pues por una insinuación como la que le había hecho el «Padrecito» se podía ir directo del despacho del  Secretario General Presidente a la Lubianka— verá, oficialmente, según las estadísticas, hace 90 días había 23,8 millones de pobres y hoy estamos ya en 34,2… o sea,que hemos subido a una cifra récord. Nunca en la Unión Soviética había habido tantos pobres.
                —  ¡¡ Pues, no son suficientes, camarada Chernenco, para alcanzar el Poder hacen falta millones de pobres !!  ¿o es que cree, camarada, que la Revolución se hizo con estómagos llenos?… ¿o es que cree que el asesino Hitler llegó al Poder con los potentados de la Baviera?… Pero, si para hacer la Revolución necesitamos sembrar hambre antes que trigo, más, mucha más, hay que sembrar para mantenerla… Así que ya puede buscar pobres o fabricarlos, me da igual… Necesito que los rusos pasen hambre, se mueran de hambre… Eso sí, camarada Chernenco, de cuando en cuando hay que dejarles algunas migajas  o mendrugos de pan para que sepan que sólo pueden comer si nosotros les damos la comida… Así los tendremos siempre de rodillas y a nuestros pies.
                 —   Señor Presidente, es que…
                 —   No tengo más que hablar  –dijo cortándole en seco.
                Y, efectivamente, el camarada Secretario del Soviet Estatal para la Economía, la Alimentación y el Comercio, en 30 días más casi duplicó la cifra, porque al terminar aquel año de 1931, ya había 42 millones de pobres en la Unión Soviética de todas las Rusias… y el «Padrecito» pudo seguir 22 años más».

                           Bueno, entienden ahora ¿ por qué vi reflejados en el relato del Premio Nobel a nuestro (bueno, será de Chaves o Maduro) «padrecito» Pedro y al «padrastro» Pablo, cuando anoche terminé de leer «Por el hambre al Poder»?… Yo ya lo he visto claro. Estos señores han encontrado la vía perfecta para llegar al Poder Total (o sea la Dictadura), que no es otra que la de la miseria y el hambre. O sea, que cuánta más hambre haya y más aumenten las colas del hambre más contentos estarán.
                       Así que, admirado Luis María, no te alarmes porque hayan aumentado de 400 a 4.000 las comidas que reparte esa Asociación que citabas. Porque aumentarán los parados y aumentarán MILLONES los pobres,  al menos hasta que toquen el piano, el violín, el trombón y la flauta  con las úlceras de sus estómagos vacíos.
                  Y esta es la España democrática que habéis traído. Pues, yo me bajo y me vuelvo a la mía ¿esto es libertad¿esto es Democracia?… Ya mismo habrá millones de hambrientos pidiendo la Dictadura. COMO EN EL 36

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.