21/11/2024 12:40

Una señora de avanzada edad iba andando tranquilamente por la calle cuando vio a su lado a unos jóvenes paseando con un cochecito de bebé con una capota. Le encantaban los niños de siempre, pues era soltera y no había podido tener hijos. Cuál fue su sorpresa cuando al detenerse en el semáforo y asomarse a ver la criatura con cierto disimulo, exclamó con sorpresa: Ay! Pero si es un perrito… Yo pensaba que era un bebé. Y es que parece que en la actualidad los animales están adquiriendo un protagonismo inusitado y el mismo tratamiento que los seres humanos en su más tierna infancia.

También hace unas semanas pude ver una publicación en Instagram donde aparecía un perro con una manta, recostado, dormido en lo que parecía un asiento de primera clase de un avión, equiparando el trato que se confiere a las mascotas al de cualquier ser humano que se preste a viajar en esas condiciones. Pero nada ya parece sorprendernos en estos nuevos tiempos a los españoles, cuando poseemos una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, con una media en 2023 de 1,16 hijos por mujer y una clara tendencia a la baja en la última década, unida a un retraso en la edad de la maternidad, lo que dificulta aún más el índice de fertilidad.

Parece que el movimiento en pro de los animales cobra cada vez más adeptos y las cifras lo corroboran: En España hay dos millones de perros más que niños y el 43 por ciento de los hogares posee una mascota. Un sacerdote amigo, que fue durante muchos años capellán de nuestro colegio, nos comentaba hace ya unos meses que en la colonia residencial donde vive, a las afueras de Madrid, se han trasladado muchos matrimonios jóvenes:

-Pensaréis que esta nueva generación busca áreas tranquilas algo alejadas de la capital para criar a sus hijos, pero no, no … vienen aquí porque es donde salen a pasear con sus mascotas… La mayoría no tiene hijos… Tiene perros y gatos, pero hijos no.

España, es ese país donde en plena pandemia las “autoridades sanitarias” daban prioridad a los paseos con las mascotas en vez de que los niños salieran a la calle con sus padres y hermanos a jugar y a tomar el aire una hora al día, con las consecuencias que todo ello pudo tener para la salud física y mental de los menores. En un reportaje de “RTVE.es” una pareja lo dice alto y claro: “Los perros son como nuestros hijos, estamos siempre pendiente de sus necesidades e intentamos viajar siempre con ellos” u otra frase gráfica como: “Lo tratamos como a uno más, duerme en la cama con nosotros y nos preocupamos por él igual que por nuestros hijos” . Por si no lo sabías, el negocio de las mascotas ya factura en España unos 2.500 millones de euros al año.

El hecho de fomentar la natalidad y proteger la maternidad y la conciliación familiar debería ser algo inherente a nuestro desarrollo como sociedad y en este sentido es muy positivo el anuncio de Isabel Díaz Ayuso sobre que se vayan a prolongar de modo vitalicio las prestaciones que confiere el ser miembro de una Familia Numerosa, una denominación, por cierto, que querían modificar con el nuevo proyecto de Ley de Familias por la de “Familias con mayores necesidades de apoyo a la crianza” con ánimo de invisibilizar a todo el colectivo de familias numerosas y perder el reconocimiento público singular que han tenido hasta la fecha.

La familia como núcleo de la sociedad es siempre merecedora de una protección específica y la concesión vitalicia del Título de Familia Numerosa ha de favorecer siempre a las familias que teniendo un mayor número de hijos tienen una vulnerabilidad especial, menor capacidad de ahorro, más dificultades para acceder a una vivienda y mayor gasto económico en la educación, ya sea en la etapa escolar o universitaria. Los hijos no por cumplir años abandonan pronto los hogares, sus padres y ellos mismos con sus propios ahorros invierten cada vez más tiempo en su formación a la vez que trabajan; la esperanza de vida también es cada vez mayor, por lo que por todo ello, el retraso en la emancipación y la maternidad, es también una realidad.

LEER MÁS:  La invasión de los ultracuerpos, Por Filípides

Todos recordamos la película española de “La gran familia”, que tuvo en 1962 un gran éxito de taquilla y que retrataba el día a día de una familia española con quince hijos de diferentes edades. Y es que el cine americano de los años 50 ya ensalzaba la figura de la mujer como perfecta madre, esposa y ama de casa. El gobierno de aquella época en España fomentaba la natalidad y las películas con niños estaban de moda. Hay una frase del filme que plasma muy bien la crítica a las familias numerosas:

-“Si hubiera muchos como usted se arruinarían los contribuyentes españoles”, le decía un funcionario al padre de familia, a lo que él contestaba:

-Y usted, ¿Cuántos hijos tiene?

-Ninguno, preferí quedarme soltero.

-Pues si hubiera muchos como usted pronto no quedarían ni contribuyentes, ni españoles, ni nada (Risa general).

Ahora los niños no están de moda, la maternidad ha dejado de ser idealizada y fomentar la natalidad parece una temeridad. Hombres y mujeres son plenamente conscientes de los cambios estructurales que se producen en el hogar con la llegada de los hijos. No podemos desdeñar las dudas que se plantean muchas mujeres sobre si ha llegado el momento de ser madre o si deben retrasar la maternidad para no ver comprometida su vida profesional. Tener hijos es permanecer físicamente al lado de ellos, sacarles a pasear en sus cochecitos, viajar con ellos, escucharles, leerles cuentos, en definitiva dedicarles tiempo, horas y horas y estar disponibles para ellos con el fin de afianzar en el futuro su plena seguridad emocional y que en la edad adulta puedan devolver siempre la confianza que les dieron sus progenitores.

Hay que ser conscientes de la corresponsabilidad en la educación de los hijos, el reparto de tareas entre los padres y no poner trabas a que la mujer perciba el reconocimiento que merece su formación académica y profesional y que pueda compaginar el hecho de ser madre con su trabajo. A día de hoy la tasa de mujeres que acceden a estudios universitarios superiores es de 54,4%, algo superior a la de los hombres (45,6%). Aunque ellas tienen todavía una tasa de empleo inferior a la del hombre en nuestro país -también por esa mayor dedicación a los hijos los primeros años de vida-, algo por otro lado lógico y normal por el vínculo de apego materno-filial que se genera ya en el embarazo y que es inherente a su condición maternal.

No olvidemos a tantas y tantas familias que con mucho esfuerzo, tesón y dedicación sacan adelante a sus hijos en lo que es la mayor prueba de generosidad por el tiempo, atención y energía que requiere cada hijo para su educación. Estos padres y madres vencen sus miedos, sus inseguridades y en muchos casos su precariedad económica por dar lo mejor a sus hijos y por poner la esperanza en el futuro, en la preparación para la vida de las próximas generaciones. Los padres se han de comprometer -desde que la paternidad es un proyecto por materializar en sus vidas – a atender a los hijos en sus necesidades reales y educarlos conforme a un legado de valores y principios que respeten al prójimo y los derechos de todos los que les rodean. Con su testimonio de entrega los padres incrementan el bienestar físico y emocional de los hijos muchas veces en detrimento del suyo propio

LEER MÁS:  No podrán cancelar la Navidad. ¡Pide tu Belén-pegatina! Por Fundación Enraizados

Somos muchos los que creemos en el concepto de familia basado en el vínculo de origen matrimonial entre un hombre y una mujer. De este modo los padres pueden estar visibles, activos y disponibles enteramente para sus hijos. Abrirse al misterio de la vida sirve también para librarse del propio egoísmo, de ciertas comodidades adquiridas en esta sociedad de consumo y ayuda a ponderar y relativizar los problemas del día a día.

Mientras surgen estas nuevas premisas, a día de hoy no hay relevo generacional, pues en España mueren más personas que las que nacen y el crecimiento vegetativo de la población presentó en 2023 un saldo negativo de 113.256 personas. Hay quien seguirá pensando que todo aquello no le preocupa mientras pueda sacar a pasear por las tardes a su mascota, porque la consideran un miembro más de la familia o el único miembro. Restauremos la cultura de la vida, la cultura de la familia y dejemos a un lado frases como: “calidad de vida”, “tiempo de calidad, no cantidad para con mis hijos”, “le compro una mascota para que se distraiga en vez de darle un hermanito”. Evitemos encumbrar a los animales al olimpo de los dioses como la única vía fácil de conseguir hoy un entretenimiento banal, una distracción puntual y una fingida felicidad.

El prójimo más cercano de nuestros hijos no son los perros, ni los gatos, ni los hámsters ni los lagartos: son los hermanos, ellos son junto a sus padres representan su refugio emocional. Por mucho que el cine, la televisión o las redes sociales enaltezcan la figura de los animales, por mucho que los medios de comunicación hablen de las terapias con animales para humanos, éstos nunca podrán equiparar el modelo o referencia que puede ser un padre, una madre, un hermano mayor para los pequeños, por la interacción social, la complicidad, la felicidad y la competitividad sana que se puede generar entre iguales.

Restauremos entre todos, en nuestros ambientes, la confianza en cada ser humano que ha nacido o va a nacer. Devolvámosle a cada bebé que yace dormido en el cochecito acurrucado en su mantita, ajeno a lo que pasa en la calle, el papel crucial que ha tenido, tiene y tendrá en el futuro por nacer en el seno protector de una familia humana, de padres e hijos.

Inés Ceballos

Colaboradora de Enraizados

Autor

Fundación Enraizados
Fundación Enraizados
Fundación Enraizados
La Fundación Enraizados nace como asociación en 2012 con el objetivo de ser una voz católica en la vida pública. Nuestros valores se basan en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: dignidad de la persona, subsidiariedad, bien común, solidaridad y justicia social. Trabajamos en defensa de la Vida, la Familia, la Educación,
la Historia de España (sin leyendas negras) y la Fe Católica.
¡Conócenos!
www.enraizados.org
www.https://martiresenespana.org
www.espanaenlahistoria.org/
Suscríbete
Avisáme de
guest
3 comentarios
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Remedios Lampreabe

Inés : esta sociedad, está inmersa como sodoma y gomorra en los vicios, más perversos, ha cambiado los bebés por los perros, practicando la zoofilia como en la malditas ciudades, además de otro muchos perros, hombres y mujeres se dan a ese vicio.
Esta Sociedad está destinada a la desaparición y al castigo más perverso. Por eso la civilización occidental se está destruyendo a pasos agitantados al borde de la desaparición.
Una mujer prefiere un caniche con buena lengua, que otra cosa. en fin.

Hakenkreuz

Lo de la idolatría del perro y demás mascotas ya está profetizada en Rm 1, 21-32. Poco que decir. Pero, eso de «fomentar la natalidad», ¿qué significa?¿Socialismo familiar?¿Financiar familias de ricos con 4 hijos matando de hambre a la de los pobres con 8 solo porque pertenecen a un partido determinado o no?¿Financiar las familias numerosas moras y musulmanas, las únicas que suelen tener varios hijos?¿Un socialismo pro inmigración efecto llamada a familias numerosas marroquíes, argelinas, tunecinas y subsaharianas para reagruparse aquí y vivir de socialismo «familiar»?

Veamos:

Cuando acabó la Cruzada en España, allá por abril de 1939, venían naciendo unos 600000 niños anualmente, el doble que ahora. Y todos españolitos y españolitas cristianitos bautizados de pura raza y sangre, no como ahora, que los nuevos «españoles» son moritos de toda la vida en su mayoría, cuando no chinitos, rumanitos, africanitos, etc.
El número medio de hijos por mujer en los esperanzadores y prósperos años cuarenta (en contra de lo que dicen la basura propagandística roja) se acercaba a 5. Digo esperanzadores, porque España crecía muchísimo por entonces, algo no visto nunca en democracia, aparte que por entonces, la santa pobreza, esa que tanto ha aconsejado el mismo Señor Jesucristo y sus santos y santas, no era vista como algo malísimo y conducente a los infiernos infernales por ser pobre, pues predominaba el sentir católico en todo lugar, desgraciadamente hoy sustituido por una ética de negocios presbiteriana de enaltecimiento del rico y condena del pobre. Y la muerte por desnutrición era escasa, con todo, a partir de 1940, por mucho que se haya exagerado (fue enorme en zona roja durante la guerra, todo un hodolomor del colectivismo rojo). Y eso que la coyuntura exterior fue desfavorable hasta quince años después (a diferencia de lo que en toda África ha sucedido desde mediados del siglo pasado, inundada por trillones de dólares de ayuda, todos invertidos en espantosa corrupción física y moral, excepto en Guinea Ecuatorial, la única con muy buen futuro si no abandonan la fe que recibieron de los españoles).
No había «fomento de la natalidad» por entonces, por supuesto, sino pura y dura naturalidad de amor conyugal como Dios manda en los santos matrimonios y, sobre todo, cristiana de toda la vida, natalidad sin socialismo de ningún tipo que ninguna falta hace donde hay amor de verdad, es decir, las familias vivían del sudor del rostro propio, sin ladrones de hacienda y seguridad social oprimiéndoles como se oprimía en las naciones socialistas para generar todavía más socialismo, sea como el de Ayuso o como el de Sánchez. Y las familias con 8 o 12 hijos eran muy frecuentes, con una madre ama de casa y un padre trabajando en el campo o en la ciudad llevando toda la familia con una nómina y la ayuda de tíos y tías solteros o abuelos, o otros parientes, cuando hacía falta, pues los hermanos y hermanas mayores ejercían como segundos padres y madres en no pocas familias para bien de todos y unidad ejemplar familiar (especialmente teniendo en cuenta que por entonces, en el mundo democrático, las familias se estaban rompiendo a una tasa descomunal con el demoníaco divorcio y el adulterio generalizado, entre otras democráticas satanadas).
Los niños y niñas jugaban en las calles y pueblos con la despreocupación total de sus padres, porque entonces no había las satanadas que hay hoy. El «sexo» como negocio, como «instrucción», como «derecho», solo formaba parte de los manuales de loquerías tipo Sigmund Freud y demás parafernalia institucional democrática y, por supuesto, marxista. Los niños y niñas no tenían juguetes apenas, pero ello no fue impedimento ninguno para que fueran mucho más felices de lo que son hoy rodeados de ellos. Se lo pasaban en grande jugando en las calles y patios de los colegios. Los niños y niñas corrían, saltaban, se pegaban, se reconciliaban, aprendían a comunicarse, a considerar al otro, a respetarse, a compartir, a madurar sabiendo que la vida conllevaba dolor y sufrimiento para todo el mundo. Aprendían la imprescindible lección de la Cruz desde muy niños, por eso orientaban sus corazoncitos a donde los tienen que tener orientados desde la más tierna infancia: a Dios, Infinita Bondad a la que hay que confiar TODO. Crecían sanos y fuertes a pesar de comer poca carne durante tiempo (menos de lo recomendado algunos años, por intento de asesinato en masa de todos los españoles, incluidos los que dejaron atrás los rojos (millones), perpetrado desde el exterior: democracias y comunismo). Pero salieron adelante en un mundo en el que un niño o una niña eran recibidos, independientemente del nivel de renta de sus padres y confiando en el abandono en la divina providencia (hoy no presente ni en los «católicos») como lo que realmente son: un regalo de Dios, una bendición, una alegría, y no como dicen ahora no pocos padres: «una carga y un impedimento para el desarrollo profesional y una preocupación por el porvenir». Y tenían, por término general, un padre y una madre que los querían sin mimarlos, enseñándoles a amar a Dios sobre todo el mundo y a ser respetuosos y disciplinados, además de buenos cristianos, incluso en los padres menos formados. Si tenían la desgracia de quedar huérfanos, siempre había tíos, tías o parientes que estaban dispuestos a hacerse cargo de las criaturas con todo el amor del mundo. Y, en último caso, existían orfanatos católicos que criaron hombres y mujeres de bien a pesar de la enorme cruz de perder a los padres a edad temprana. ¿Dónde estuvo entonces eso de «fomento de la natalidad»?¿En qué período histórico normal, es decir, en qué momento de la historia fue necesario un «fomento de la natalidad»?¿Cuándo se tuvo que enseñar a tener hijos a los hombres y las mujeres unidos porque Dios lo quiso desde Adán y Eva?
¿Qué se pretende con eso del «fomento de la natalidad», acaso un ideal leninista policial de meter a un instructor o instructora de «producción» de niños y niñas en las alcobas de los hogares para sostener la demoníaca estafa de la seguridad social porque así se ha ensañado a todo el mundo que el socialismo ha de prevalecer por encima de todo y si no hay niños y niñas no le van a pagar las pensiones a los «natalistas» del «fomento de la natalidad»?
¿Obedece la naturaleza humana, especialmente la de los matrimonios cristianos, a un frío cálculo previsor, a un presupuesto estimado de costes de un nuevo niño o niña, para llegar a la satánica consideración de que los niños necesitan dinero para ser «fomentada» su «producción»? No tenemos asegurada la vida mañana, vamos a preveer lo que pasará en el futuro… Desde luego cuánto enfermo hay en el mundo….
¿O lo que en realidad falla es que ya no hay amor, que la mayoría no cree en Dios, que es Amor, y por eso ya ha llegado al demoníaco extremo de suponer que el número de niños es una función continua creciente de la variable renta disponible familiar, cuando no lo ha sido JAMÁS en ninguna civilización, y mucho menos en la cristiana, donde los pobres son los que han aportado y aportan, más niños y niñas al mundo?

Desde luego los que no son cristianos, es lógico que exhiban ese argumento satánico de «fomento de la natalidad», pues contemplan la vida en términos materialistas ateos cerriles al más puro cálculo de Maquiavelo: para ellos, si no hay niños nacidos no hay pensiones ni hacienda pública, satánicos engendros socialistas ajenos al abandono en la divina providencia y al ganar el pan con el sudor del propio rostro y sí conforme al ROBO de unos sobre otros. Creen que si no nacen niños, nos volveremos pobres como los pobres y eso es lo peor, lo que no pueden soportar, lo que les aterra, la santa pobreza. NO quieren reconocer que no sirven a Dios, sino al dinero. No dicen, por ejemplo, que muchos niños nacen de relaciones ajenas al matrimonio cristiano. Eso no importa, cuando en realidad importa muchísimo. La pureza es lo de menos, el caso es salvar el socialismo que está en peligro de extinción. Lo que se hizo con el leño húmedo frente a lo que se hará con el seco, no importa, lo de pedir que las montañas sepulten a las madres que pedirán un vientre estéril no importa, aunque lo dijera el Autor de toda Vida. Lo que importa es la Hacienda Pública y el INSS, el socialismo satánico que ha matado a un reguero de pobres para que otros vivan hasta el último instante de su miserable vida con su pensión máxima. Ven peligrar sus pensiones y acogen cada vez más moros para que sostengan sus pensiones (máximas en el caso de los ricos) con cotizaciones obligatorias y dictatoriales, que no voluntarias por cupones, por ejemplo.

Deberían venir al mundo los niños y niñas que Dios quiera de los matrimonios que son santos y como consecuencia del amor de sus cónyuges, sean pobres o ricos, pero siempre abandonados a la divina providencia, que nunca falla, aunque lo niegue todo ateo. No hay manos mejores en las que depositar el cuidado de los hijos que la Divinidad misma, y no el socialismo, por mucho revestimiento «piadoso» o «fomentador de la natalidad» con el que se disfrace, cual lobo con piel de cordero. La vida es asunto de Dios desde la concepción y es siempre imprevisible, nadie puede asegurar los latidos de su propio corazón. Por eso hay que confiar en Dios y no en el socialismo. Y si se insiste en financiar familias con la esperanza de que del dinero surja el «amor» que lleve a tener más hijos, totalmente ajeno a lo que fueron nuestros padres, abuelos, bisabuelos, etc., si se insiste en el error, ábranse cuentas en los bancos para que voluntariamente ingresen cantidades los partidarios del «fomento de la natalidad», que prediquen con el ejemplo, que la caridad sí es cristiana, el trompeteo fariseo político, sea de Ayuso o de Sánchez, NO.

Hakenkreuz

Fundación enraizados. Tal como os definís.

1º La «voz católica en la vida pública» no es otra que la que el Señor nos mandó con «Id y predicad el Evangelio a toda criatura».
2º La Doctrina social (o socialista) de «la Iglesia» NO viene de Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero. Quien predique engaños que se atenga a las eternas consecuencias. La política, sea del signo que sea, es satánica. Predicar engaños no es ser fiel a Cristo, que mandó vivir conforme a sus mandamientos, no conforme a facción política alguna. Los falsos profetas deben ser rechazados sin contemplaciones. No se puede instrumentalizar la Palabra de Dios en beneficio de intereses políticos con doctrinas que no vienen del Señor, sino de políticos, empresarios y personas del mundo, que no de Dios.
3º La dignidad de la persona no la define ningún político, partido, facción, ni la ONU, ni ningún organismo internacional, ni nacional, ni juzgado, derecho público o privado, o precepto humano. Todo hombre y mujer tiene la dignidad que Dios, su Creador, le ha dado según Jn 1, es decir, es inconcebible sencillamente. Dios nos ama hasta el extremo de entregar a su Hijo a una muerte cruenta en la Cruz para nuestra salvación y Vida Eterna. Los demás juicios sobre cualquier persona carecen totalmente de valor alguno. Solo Dios juzga con rectitud.
4º El principio de subsidiariedad no es, en absoluto, cristiano ni figura en el NT por ningún lado. Lo que figura en los Evangelios es el abandono en la divina providencia. El principio de subsidiariedad es un engaño para justificar lo injustificable, la política o concupiscencia del poder (lo que llevó a Adán y Eva a la muerte) y la intervención del Estado y los políticos en la vida de las personas cuando nadie les ha otorgado tal permiso, mucho menos Dios mismo.
5º El bien «común» no figura en el NT. Jesucristo Nuestro Señor predicó el bien o caridad, no el «bien común», otro término político que nada tiene que ver con Cristo y sí con sus enemigos, los políticos. Más engaño añadido e instrumentalización política de la fe. Advertidos estáis de la ira de Dios si seguís por ese camino de error. De Jesucristo Nuestro Señor no se burla nadie.
6º La solidaridad no es un precepto cristiano y sí político, especialmente marxista. Lo que exige el Señor de nosotros son las obras de caridad, la caridad, no la solidaridad. La solidaridad supone un rechazo a la humildad y a la humillación, como la de la Santísima Virgen María en la Anunciación tal como ella lo describe en el Magníficat.
La solidaridad surgió como consigna política para evitar la humillación que supone para las personas vivir de la caridad, aunque todos, incluso los más poderosos y ricos viven de la caridad, si cabe éstos más que nadie. La solidaridad es rechazo de la humildad y todo el mundo lo sabe perfectamente salvo los insinceros. Quien sigue a falsos doctores y falsos profetas, se hace solidario de sus falsas doctrinas, como bien nos enseña el Apóstol amado san Juan. Solo es admisible la doctrina de Cristo, ninguna otra.
Intentar engañar a los católicos con estos preceptos de hombres acarreará consecuencias muy graves y, quien sabe si eternas. El infierno no ha dejado de existir, aunque ya pocos católicos lo crean según las encuestas. Y de Cristo ya sabemos por su Santísima Madre que está ya muy ofendido: «No ofendáis más a Dios, que ya está muy ofendido» nos advirtió en Fátima en 1917. Algunos parece que les no les importa nada seguir ofendiéndole hasta el extremo con sus falsas doctrinas políticas y mundanas.
7º El Señor es Juez de la historia, de las naciones y de las criaturas. Juez es Dios, nadie más. Erigirse en juez de la «justicia social», como hacía, por ejemplo, Lenin o Marx (el de la solidaridad del «proletarios del mundo, uníos»), es usurpar una facultad que solo corresponde a Dios mismo. Y lo mismo vale para cualquier otro político de izquierda, drecha, centro, diagonal, veleta, en cordenadas cartesianas, polares, cilíndricas, real o imaginario, que todos sirven a la mentira, es decir, a satanás, aunque los incautos seguidores lo nieguen con idolatría fanática.
La justicia no admite calificativos y el Señor nos exige cumplirla, no predicarla, pues nadie es juez salvo Dios mismo. Así que eso de la «justicia social» no es otra cosa que otro ultraje al que es Juez Justo y Señor Nuestro. Será el Señor el que establece lo que es y no es justo, no un partido político determinado escondido bajo siglas supuestamente «católicas» de doctrinas sociales, teologías de liberación, teologías lgtbi+, teologías feministas, Karl Rahner, Urs Von Balthasar, Chenu, Congar o quien sea.
8º Si predicáis en «defensa» de la Vida, que es Cristo mismo, predicad en favor de la Pureza y la Castidad, aunque os lluevan todos los insultos habidos y por haber. Por Cristo hay que llegar incluso a hacer el ridículo. Y nada de ir cual fariseos por ahí trompeteando los «logros» de tal o cual político, que son más falsos que Judas Iscariote. El aborto acabará cuando la humanidad comprenda la bondad de la castidad, de la que ahora se avergüenza la inmensa mayoría de insensatos. La abstinencia, que en el matrimonio no debe darse más que transitoriamente, NO mata, el aborto sí. Y no es vergonzoso ser célibe, como Nuestro Señor Jesucristo o la Santísima Virgen María o millones de hombres y mujeres consagrados y no consagrados. Quien tenga una mente santa y un corazón limpio bien que lo sabe. Quien ha perdido su dignidad humana y asemeja más a un animal, no querrá ni comprenderlo.
9º No merece el calificativo de educación cualquier enseñanza que aparte a Dios del conocimiento de niños y jóvenes. La educación, o es cristiana, o es mero lavado de cerebro y manipulación para el mal del educando. O se enseña a los niños y jóvenes a ser futuros hombres y mujeres de bien según mandamiento de Cristo, o se les enseña a ser unos ególatras y pervertidos en el futuro. Esa es la disyuntiva. O con Cristo o contra Él. Y ya desde la más tierna infancia hay que enseñar a los estudiantes a amar a Dios sobre todas las cosas como el mejor tesoro que se les puede donar. Por tanto, fuera doctrinas sociales y más Evangelios, Nuevo Testamento, Sagradas Escrituras, vidas y mensajes de santos y santas y vida sacramental y de oración, que para nada es incompatible con cualquier otra enseñanza para el futuro laboral, y sí un estímulo muy importante para ella, para ser los mejores profesionales, los que sirven a los demás, no solo a sí mismos.
10º Si defendéis la incomparablemten gloriosa historia de España, no dejéis de destacar, por encima de todo, que España no es una nación como otra cualquiera, mal que pese a la generación de españoles actuales, una de las peores generaciones sino la peor por descreída, por querer ser como la de otros países tan admirados como degenerados. Haced saber a todo el mundo que España ha sido y es, desde hace muchos siglos, la nación que más ha amado a Dios, a Jesucristo Nuestro Señor, a la Santísima Virgen María. La nación que más sangre ha derramado de sus hijos e hijas por Cristo y su Evangelio. La nación que ha enseñado a los cinco continentes a amar a Dios. La nación que más santos y santas le ha dado, que más mártires ha proporcionado a la Cristiandad desde tiempos del anticristo Nerón, la que más sangre de misioneros y soldados de Cristo ha derramado generosamente porque otras naciones del orbe amen también al que es Bondad y Misericordia infinita, al Salvador y Redentor del género humano. Decid que España no es la nación más rica, la de mejores científicos del mundo, la de los mejores inventos, la de los más grandes pensadores, ni la de los mejores deportistas o artistas, pero que es la nación que más ha hecho por cumplir el mandato de Dios de darlo a conocer en todo rincón del planeta. En eso, ni los más acérrimes enemigos de Dios y de España podrán objetar, ni siquiera los presuntuosos protestantes y anglicanos. Por eso España es tan odiada por satanás y el infierno entero, aunque no podrán con ella, pues Dios no olvida a los suyos y Dios sí es Todopoderoso, sus enemigos no podrán ni sostenerse al primer soplo de ira divina. No nos olvidó Dios contra el enemigo musulmán, ni contra el turco, ni contra el rebelde a Cristo protestante, ni contra el anticristo Napoleón, ni contra la obra más satánica del demonio, el comunismo. Cristo no dejará de reinar en España a pesar de todos sus enemigos, porque así nos lo prometió, y así lo cumplirá. Cristo jamás defrauda a los suyos. Sede fieles a la historia de España y no a la política, si tenéis valor cristiano para ello y no cobardía apóstata y hereje.

3
0
Deja tu comentariox