20/09/2024 08:23

En España sólo habrá verdadera unión cuando la ciudadanía tenga toda ella los mismos derechos. No parece razonable que aún sigan permanentes los anacronismos feudales que constituyen los privilegios de unas regiones sobre otras. Cualquier ventaja o prerrogativa de unos españoles sobre otros debe desaparecer.

Los separatistas catalanes, por ejemplo, que acusan al Estado de robarles, vienen recibiendo desde hace muchos años de ese Estado español decenas de millones para paliar la bancarrota autonómica, generada principalmente por la corrupción de sus elites. Porque el problema o mal de Cataluña es más grave por lo que tiene de propio. No les vienen las desdichas del exterior, sino que nace en la misma tierra catalana, su mismo traje visten y con su misma lengua les engañan.

No son los restantes españoles quienes los afligen, sino sus mismos paisanos, políticos y oligarcas, que sedientos de codicia, despreciando el verdadero sentir y las reales necesidades del pueblo, y usurpando el sagrado y venerable nombre de servidores del bien público se aprovechan de la credibilidad de sus conciudadanos y se transforman en tiranos de su libertad y en ladrones de su riqueza, tanto más abominables cuanto que son peores los excesos que se disfrazan de lealtad que aquellos otros que, descubierto el rostro, avisan del daño antes que lleven a cabo el desafuero.

Hace ya mucho tiempo que la oligarquía catalana quedó a la intemperie de sus propias paradojas y el problema separatista fue la expresión de las contradicciones entre miembros de las propias familias y entre los propios partidos que andan a la greña por la conquista del poder municipal, provincial o autonómico o por su perpetuación en ellos. Es cierto que en este punto coinciden y pugnan diversos intereses. Advenedizos que dicen defender al pueblo y que sólo persiguen el medro personal; políticos que envueltos en la bandera nacionalista se han hartado de esquilmar al pueblo y empresarios oportunistas que sueñan con conseguir el monopolio de su producción si van de la mano de los cabecillas que se empeñan en dividir y destrozar a la sociedad que gobiernan o que aspiran a gobernar.

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Los asuntos más importantes que ha de resolver España, una vez que haya metido a los diantres en el horno, son los de modificar la Ley Electoral y suprimir el Estado de las autonomías, unificando la nación de una vez por todas, sin ninguna diferencia en todo aquello que pueda dividir pareceres y sentimientos y crear agravios comparativos. La multiplicación y diversidad de consejeros, policías, tribunales, sanidades son perjudiciales para el gobierno común y muy a menudo indecentes en cuanto a la lealtad debida a la patria.

No puede ser España una gran nación si está dividida y cada provincia y región tira para sí, en vez de procurar el bienestar común. Sólo a los políticos codiciosos y a la gentuza antiespañola puede parecer bien una nación troceada, compuesta por reinos de taifas centrifugadores. La división de leyes, fueros y demás privilegios y singularidades atentatorias contra el común, enflaquece todo poder nacional y estorba a la consecución de un fin próspero y justo.

Las ideas fundamentales del reformismo futuro son las del cambio y transformación de la sociedad, la educación, la cultura, la judicatura, la política y la economía, es decir, la modernización absoluta del Estado, basándose siempre en los principios de hermandad o igualdad y solidaridad hacia la búsqueda y defensa de objetivos comunes, para a partir de ahí proyectarse con habilidad y eficacia en la política exterior, a la que, desde una activa neutralidad, ha de prestarse una permanente atención, en provecho de la autoestima nacional en el respeto foráneo.

El caso es que la propaganda separatista suele conseguir que sus conciudadanos en general duden de lo que son y de lo que quieren ser. Y eso los lleva a la esquizofrenia. Los árbitros de la gobernabilidad, según se han venido definiendo los separatistas históricos, sólo han sido los garantes y participantes de la corrupción institucionalizada, en compañía del PSOE y del PP, sin los cuales nunca se hubieran convertido en los ruinosos engendros que son en la actualidad.

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Porque el español de a pie debe tener siempre presente que está pagando impuestos complementarios, o sea, excesivos, para mantener una superflua multiplicidad institucional; es decir, innecesarias embajadas y televisiones autonómicas, 17 Parlamentos con sus respectivos políticos, asesores, defensores del pueblo, cuñaos, etc., y que, suprimiendo el Estado de las Autonomías, España se ahorraría decenas de miles de millones de euros y, sobre todo, mucha salud social y mental.

Para recuperar el pacífico camino de la unidad, España debe desprenderse de sus complejos y arrojar al vagón de los sobejos su anacrónica estructura feudal de una vez por todas, y abandonar toda indulgencia a la hora de juzgar y condenar a quienes están buscando, no sólo la separación del cuerpo común, también y sobre todo el reconocimiento de una supuesta plurinacionalidad de España creando regiones de primera y de segunda clase.

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Geppetto

Hay que cambiar el sistema politico de arriba a abajo
Los españoles tienen que quitarse de encima esta nefasta Constitucion que ha arrasado España y deben hacer una ley, primera de todas, segun la cual politico que se vaya de bareta, politico que va a la carcel del tiron.
Si los españoles no aprenden a domeñar a esos abusones que en nombre de la «soberania popular» rompen todo, se lo comen todo y destrozan lo que no se comen, nada de nada se arreglara.

JOSH

Totalmente de acuerdo, ya esta bien de divisiones feudales que tenían que haber desparecido hace mucho tiempo, la union de Isabel y Fernando fue un fracaso, si leemos al Conde Duque cuando habla de las Españas vemos que se queja de la falta de solidaridad, al igual que hoy, o nos unimos de verdad o siempre seremos débiles.

JCrespo

Es lo que trajeron las Autonomías en la llamada «Democracia». En un País que siempre ha necesitado de unión y solidaridad, malmetieron con separaciones y rivalidades. Que con la acción política, siempre facilona, de los políticos nacionalistas de incentivar y promulgar el odio para su progreso, han logrado finalmente lo que tenemos hoy. Que va siendo raro el lugar donde no se desprecie lo de todos.
Pero, qué decir, si este es un País en el que puede ser un riesgo el llevar su bandera, o siquiera pronunciar con cariño el nombre de España…? O que sean legales el independentismo y los independentistas? Y todo ello sin contar la última de Sánchez…

Última edición: 10 meses hace por JCrespo
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