21/11/2024 15:51
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Según la humana lógica, una persona normal no puede entender que se defienda el aborto y, más aún, que se promocione y fomente, como se viene haciendo desde el Estado frentepopulista y desde sus medios de información públicos o venales. No hay crimen más abyecto que el asesinato de los seres más indefensos e inocentes, que son los nasciturus.

Y en esa abyección participa el PP, partido que, según se dice, puede ser el más votado en las próximas elecciones. Ergo, una mayoría ciudadana, incluida la patriota y de derechas, tiene asumida su naturaleza abominable, generalizadamente corrupta y particularmente proabortista. Algo que resulta devastador a efectos de una radiografía social.

Tanto el PSOE como el PP tendrán que responder ante la Historia por haber destruido gran parte de la moral cívica de los españoles, y por haber degradado nuestra vida democrática: jamás se habían dado a los españoles tantas oportunidades para corromperse, ni un período en que tanto se haya desprestigiado la política.

Los escasos ciudadanos normales que al parecer quedan, experimentan ésta como una posibilidad para pervertidos y para trepadores ambiciosos y aprovechados, y saben -o deberían saber- que el socialismo y sus cómplices peperos les han engañado ideológicamente y les han traicionado en sus promesas electorales; han incumplido la Constitución y han socavado las instituciones del Estado (Parlamento, Poder Judicial, Educación, Información, Ejército, Policía, Sanidad); han despreciado a la opinión pública, a la familia y al individuo, haciéndoles de paso miembros de todos los organismos militaristas de Occidente, y arrastrándolos a guerras sucesivas y ajenas a nuestros intereses.

El llamado «bloque constitucional» es un montaje bipartidista (frentepopulismo + PP) para repartirse el poder y sus sobras. Nos han gobernado y nos gobiernan unos políticos cuyo único mérito es el del charlatán que consigue vender la burra ciega y coja. Estos truhanes, traidores a España y a los españoles, que han engañado continuamente a sus gobernados y que, además, han consentido que los bombarderos USA carguen sus bombas en suelo español para masacrar distintos pueblos contra los que España nada tiene, son los políticos a quienes una mayoría del pueblo español ha elegido y reelegido en sucesivos comicios como sus dilectos dirigentes y gestores. Y eso, aprovechando la cuña parlamentaria de VOX y su disposición -confiemos- regeneradora, tiene que acabar.

VOX tendría que dirigirse al pueblo para decirle: «no os dejéis engañar con las demagogias preelectorales de unos y otros. Ahora, a punto de caer las nuevas elecciones, os halagan. Al querido pueblo. Pero recordad el proverbio castellano: “Quien te alaba más de cuanto en ti hubiere, engañarte quiere”. Y recordad también que olvidar sus atropellos y escándalos, cometidos durante más de cuatro décadas, es desaprovechar una experiencia penosamente adquirida».

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Pero -y aquí está el meollo del asunto- ¿a qué pueblo puede uno dirigirse? Eso es lo que tiene que resolver VOX, porque si es cierto que a un político le interesan los votos, también lo es que a un político ilustre le interesan los principios. Lo ideal es casar votos y principios, pero el político noble, con visión sociocultural profunda y voluntad de verdadero progreso, nunca pospondrá los valores a las papeletas electorales; y nunca loará al pueblo si no se lo merece, antes bien, le exigirá compromiso, sacrificio y responsabilidad.

Por eso VOX debe exponer a la ciudadanía una triste realidad: que gracias a sus votos los frentepopulistas son ladrones dichosos, ya que mueren viejos y libres; y que otro tanto puede decirse de sus cómplices del PP, porque aun siendo un poco menos ladrones que ellos, pero más bobos y acoquinados, sólo a unos pocos los encarcelan.

Porque VOX no sólo debe recordar a los electores los destrozos de las izquierdas, sino hacer entender también que el fracaso nacional de la derecha se debe a su falta de conciencia democrática y al seguidismo de iniciativas e intereses ajenos a los de la patria. Los dirigentes conservadores han tenido y siguen teniendo una especial devoción por Anglosajonia y por la plutocracia depredadora. Y han continuado o incluso profundizado en las abominaciones socialcomunistas. No es cierto que a nuestra derecha le importe España: le interesan sus prerrogativas tradicionales de casta, y manejar siempre una porción de poder.

Mientras aún hablan de los valores de Occidente y se pirran por la Uropa de Bruselas, de lo que tratan unos y otros es de mantener y engordar sus privilegios oligárquicos, los negocios de las multinacionales globalistas y los regímenes feudales de emires y mojamés. Siempre los cobres y nitratos de Chile, los oros de Sudáfrica, los petróleos de Kuwait o de Venezuela o los fosfatos del Sahara, entre miles de ejemplos, han hecho olvidar las veleidades democráticas de esta patulea de hipócritas. Y a todos ellos es a quienes vienen reeligiendo los electores españoles.

Todos, izquierdas y derechas, como digo, ignoran olímpicamente los auténticos ideales democráticos y la cultura cristiana de Occidente por los que dicen preocuparse. Ni en la derecha ni en la izquierda españolas hay tradición democrática, ni sentimientos patrióticos, ni defensa de las instituciones, ni pasión por las libertades y por la verdad; sólo oportunismo para confundir al pueblo con palabras grandilocuentes: «diálogo», «igualdad», «derechos», «democracia», «responsabilidad», «bien público», «progreso», «Estado», «Europa» y «Occidente».

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Ninguna persona de bien debería votar a esta casta partidocrática, y si alguna lo hace ha de mirárselo con atención. VOX debe insistir en ello, pues sólo su mayoría absoluta puede servir en esta hora. Insistir en que, antes de depositar su papeleta en las urnas, sería bueno que las gentes aún recuperables para el civismo meditaran en esta libre interpretación de Shakespeare:

«¡Guardaos de esos perros! Cuando acarician, muerden; y cuando muerden sus dientes ponzoñosos ulceran y matan. No os concertéis con ellos. Ostentan el hierro del crimen, de la muerte y del infierno; y los demonios son sus familiares. ¿Despreciáis mis consejos amistosos y reelegís a los demonios que os denuncio? ¡Qué error! ¿Es que no veis cómo a pesares os están arruinando y humillando?

» Si los volvéis a elegir quedad, pues, a su rencor esclavizados. Hacen el mal y lo anuncian, y así llevan más de cuatro décadas. Los crímenes ocultos que originan, cargan en hombros ajenos, pero los lloran ante crédulos y necios. Y mientras más Luzbeles son, los veis más santos. Sus caras, no sus corazones, conocéis. Sed firmes y a sus súplicas sed sordos. No dialoguéis con ellos, pues hace poco quien habla con malvados. Usad las manos y la soga, no la lengua».

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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