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Bozales, terrorismo (de Estado) silencioso destinado a la sumisión psicológica. Ahora bien, si no desean esforzarse por recuperar una libertad que les están arrebatando delante de sus mismos ojos y de manera irreversible, vayamos a la salud. Asunto que tal vez les preocupe más. Por desgracia, sospecho que sí.
Bozal, destrozando tu salud
Ponerse unas bragas sucias en la boca de forma continuada, además de adefesio estético deshumanizador, deviene desguace para la salud. Además de absolutamente ineficaz para protegerse de un virus (por otra parte, todavía inexistente, ya que continúa sin aislarse). Los que jamás nos pondremos un puto bozal bajo ninguna circunstancia, sentimos cierto espanto al ver a tanta gente dejándose «anestesiar» con su propio dióxido de carbono. Una pesadilla. Es un hecho fisiológico simple e incontrovertible. Eso sí, el incremento de patologías infantiles que va a causar el bozal producirá auténtico estremecimiento. Comencemos. Más caries, más orzuelos, más herpes bucales, más dolores agudos de cabeza, más acné. Y, desde luego, sinusitis, otitis, conjuntivitis y problemas de garganta muy diversos.
En críos y en adultos. Ya les ha hablado detenidamente del asunto en anteriores artículos. Impresión de ahogo, fatiga, agotamiento, angustia y ansiedad, déficit de oxigenación en células y tejidos, acumulación de dióxido de carbono en venas y arterias, alergias, hipoxemia, hipoxia, hiperventilación, inhalación continua de las nocivas sustancias desprendidas por bozal, falta de concentración, sístoles y diástoles cardiacas progresivamente irregulares, dolores de cabeza frecuentes, deshidratación, reducción de las habilidades motoras, acidificación del organismo y menoscabo paulatino e irreversible del sistema inmunitario.
Bozal, destrozando tu cerebro
La doctora Margarite Griesz-Brisson, especialista alemana en neurofisiología y neurotoxicología, ha grabado un excelente vídeo sobre los efectos de las mascarillas en el cerebro. Despojar al cerebro de un niño o adolescente de oxígeno (o el de un adulto), o limitarlo de cualquier forma, no sólo es peligroso para su salud, sino que es absolutamente criminal. Es un hecho fisiológico simple e irrebatible. La falta de oxígeno inhibe el desarrollo del cerebro y el daño resultante no puede ser arreglado. La reinhalación del aire que respiramos conduce indubitablemente a una deficiencia de oxígeno y a la sobresaturación de dióxido de carbono. Obviamente, pura intuición, el cerebro humano es un órgano extremadamente sensible a la carencia del imprescindible oxígeno. Por ejemplo, leve apunte, existen células nerviosas, por ejemplo en el hipocampo, que no pueden estar sin oxígeno durante más de tres minutos ya que no podrían sobrevivir.
La plural sintomatología comienzo a detectarla a mi alrededor. Dolores de cabeza, somnolencia, mareos, problemas de concentración y tiempo de reacción retardado, que son meras reacciones – digamos peticiones de auxilio – del sistema cognitivo. Más bozales, prolongándose en el tiempo, y la escasez de oxígeno del cerebro continuará progresando. Tal vez muchos de ustedes se vayan acostumbrando a dicho horror para la salud. Una cosita, llevar a todas horas un bozal, les acabará pasando factura. Los procesos degenerativos de su cerebro se irán extendiendo a medida que su privación de oxígeno prosiga. Las enfermedades neurodegenerativas brotan, habitualmente, a medio y largo plazo. Cuando dentro de dos lustros la demencia o el alzheimer aumenten exponencialmente, ¿a quién le pedirán cuentas?
Bozal, destrozando tu dignidad
Otro embarazoso problema indicado por Griesz-Brisson. Muy grave. Las células nerviosas del cerebro son incapaces de dividirse normalmente. Dicho de otra manera, las neuronas no vuelven a regenerarse. Por lo tanto, si nuestros tiránicos gobiernos llegaran a ser lo suficientemente desprendidos y magnánimos como para permitirnos quitarnos las mordazas y respirar oxígeno libremente de nuevo en unos pocos meses, las células nerviosas perdidas jamás se regenerarán. Lo que está perdido, perdido está.
Y te jodes, por dócil. Y cobarde. Por no defenderte. Ni defender a tus críos o nietos. Vídeo imprescindible. En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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