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Las elecciones legislativas italianas han otorgado una rotunda mayoría parlamentaria a la coalición de las derechas, y la cuestión que ahora se le plantea a Georgia Meloni es cómo gestionar el pacto de coalición con fuerzas políticas que mantienen diferencias. Con todo, se trata del primer ejecutivo dirigido por la derecha nacional en Europa Occidental en la historia reciente, cuyo éxito provoca el entusiasmo en las formaciones ideológicas nacionalistas europeas, así como la inquietud de socialistas y liberales. Hasta aquí lo que se sabe y se ha publicado.

    Meloni no es el modelo. No nos engañemos. Ya lo hicimos hace años con Grecia, y los helenos terminaron rindiéndose a los pies de los burócratas de Bruselas

    ¿Qué es Melani? Melani es una voluntad explícita cuyo límite sabe que es absolutamente inconcebible que Italia deje de ser socio de la Unión Europea. Siendo que, si hablamos de modelo, el modelo sería Gran Bretaña, que ha recuperado su independencia y apuesta por situarse como uno de los centros geopolíticos del mundo. Algo que parece está vedado a los españoles, que como alguien ha dicho: “tan apocados incluso cuando quienes nos gobiernan están acabando con las bases mismas de la convivencia”.

    Meloni, heredera directa del Movimiento Social Italiano (MSI), el partido que agrupó a los antiguos “camisas negras” tras el final de la Segunda Guerra Mundial, que ha sabido cohabitar en un mundo político absolutamente hostil, y resistir, es el espejo que nosotros no hemos conservado al no haber sabido compartir coincidencias con otras formaciones más allá de los espacios fronterizos, cuya convergencia se definía por tres conceptos claves: Dios, Patria y Justicia.

Autor

Pablo Gasco de la Rocha
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