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El cartel de VOX que pone de relieve lo que nos cuesta cada MENA -y cada no menor igualmente tutelado por los servicios públicos- en contraste con las pensiones más bajas, ha hecho que todos los meapilas de la santurronería buenista se rasguen las vestiduras. Uno, desde el conocimiento de la extrema idiotez de los topiqueros, esperaba que también se rasgasen las jetas, pero no ha habido suerte.
Desde la ultraizquierda hasta la derechita pusilánime, pasando por la cadena de radio episcopal, han gimoteado como pelanduscas; no ante lo que llaman delito de odio, sino ante la evidencia que les deja con la popa al viento.
Porque el cartel de VOX puede ser muchas cosas -según los puntos de vista- pero lo que está claro es que no supone ningún delito.
Según la página web del Ministerio del Interior, delito de odio es:
«(A) Cualquier infracción penal, incluyendo infracciones contra las personas o las propiedades, donde la víctima, el local o el objetivo de la infracción se elija por su, real o percibida, conexión, simpatía, filiación, apoyo o pertenencia a un grupo como los definidos en la parte B.
(B) Un grupo debe estar basado en una característica común de sus miembros, como su raza real o perceptiva, el origen nacional o étnico, el lenguaje, el color, la religión, el sexo, la edad, la discapacidad intelectual o física, la orientación sexual u otro factor similar.» (OSCE, 2003)»
Es decir: debe ser una infracción penal. Ya sabemos que el Ministerio de la Verdad orwelliano puede camuflar, difuminar, disimular y hasta negar las cosas. Pero hasta el momento no ha podido conseguir que decir la verdad sea una infracción penal.
Lo que expone el referido cartel son cifras. No estoy especialmente enterado del montante de las pensiones, pero dado que nadie ha dicho ni mú en contra del dato, debo interpretar que los 426 € al mes de pensión mínima es correcto. De no serlo, ya habrían gritado señalando el error, aunque fuera de céntimos.
La otra cifra -según La Razón, otro periodicucho que hoza a gusto entre la mierda, y que consulté porque fue el primero que me salió en el buscador- también se ajusta a los datos ofrecidos por la Consejería de Políticas Sociales y Familia. Hacen la salvedad de que esos 4.208 € mensuales por cada menor «se destina a asociaciones -nunca a los menores- para cubrir gastos como el salario de los agentes sociales que trabajan con los menores, el mantenimientos de los centros en los que alojan o los programas educativos en los que participan, entre otros.»
Pero el cartel del presunto «odio» no dice que esos euros se le den a los menores, sino que es lo que nos cuesta a los madrileños mantenerlos. Es decir: son ciertas ambas cifras; lo que cobra cualquier anciano en concepto de pensión no contributiva, y lo que cuesta cada menor no acompañado de esos que no se qué extraño complejo de gilipollas nos obliga a recibir, mantener, dejar campar a sus anchas, formar bandas que aterrorizan a los barrios donde los centros de acogida se encuentran, intimidar a los jóvenes de esos barrios y acosar a las chicas que tengan la desgracia de cruzarse con ellos por la calle.
Esto nos lleva a otro punto, y es a la evidente inutilidad de esas asociaciones que perciben -según datos, repito, de la Comunidad de Madrid- mas de 96 millones de euros anuales. ¿Qué hacen esos «agentes sociales» cuyo salario se pagan con las subvenciones; qué «programas educativos» se establecen, que no impiden que los menores se pasen el día en la calle, haciendo su real gana?
¿No será que ahí hay una buena colección de esos «chiringuitos» que VOX ha denunciado y pretende erradicar, y por eso todos se revuelcan en la zahúrda mediática ante el miedo de perder el momio? Porque lo que está claro es que lo que menos le importa a los que reparten -y se reparten- nuestros impuestos es la educación de los menores y la posibilidad de ofrecerles un futuro laboral en condiciones. Lo que les importa es seguir montando tinglados en los que colocar asesores, en los que enchufar a los clientes del partido o a los primos zánganos del mandamás.
Y 96 millones de euros al año dan para tener contento a mucho sinvergüenza.