22/11/2024 01:33
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Esta izquierda desaborida y anquilosada, sin formación política, ni valores, ni ética constructiva, ha vuelto a incurrir en su habitual dejadez.

 

Hace tiempo que la izquierda andaluza descubrió el buen vivir y los sueldos excesivos de la política. Antes lo habían descubierto otros comunistas en la política nacional; no hay más que recordar a Ione Belarra y su forma de encogerse y esconderse tras comprometerse a dimitir si el Gobierno enviaba armas a Ucrania. Incluso acuérdense de Isa Serra, condenada por agredir a una mujer policía e insultarla hasta la humillación: le faltó tiempo para agarrarse al sueldo del Ministerio de Igual Da haciendo uso de las puertas giratorias.

Podríamos seguir con una larga lista: la ME-MA (Mónica García) abandonando la medicina para cobrar el doble de la política y trabajar la mitad; Rita Maestre y su experiencia como destetada «asalta capillas»; Garzón y su ministerio del ridículo y la vergüenza; Irene Montero con su chapucero e inservible ministerio recientemente regañada por el ministro Escrivá, a la vez que desautorizada, por los tres días que propone de baja a costa de la regla. Hay muchos energúmenos más en esa izquierda comunista con menos ideas que un pez de colorines.

En Andalucía ha vuelto a hacer el ridículo esa izquierda ansiosa y calamitosa. La desidia ha hecho que esa agrupación de izquierdas fuera incapaz de cumplir con la ley. La propia vicepresidenta segunda ni siquiera fue capaz de aglutinar a las izquierdas andaluzas. Incapaces de registrar a tiempo la coalición vuelven a demostrar que su dejadez forma parte de la desidia y la vagancia que atenaza a la izquierda más radical y con matices comunistas. Esta izquierda desaborida y anquilosada, sin formación política, ni valores ni ética constructiva, ha vuelto a incurrir en su habitual dejadez. El intento de subsanación no ha sido más que un ridículo más de cuantos les afecta y, como era natural, la Junta Electoral de Andalucía ha rechazado su recurso.

Bien podemos decir que ahora no son una coalición y sí un montón. Acuden amontonados a las elecciones andaluzas y mirándose entre ellos con el rabillo del ojo porque sospechan unos de otros. Ni siquiera han celebrado primarias para elegir cabeza de lista. ¡Qué torpes y qué cenizos! Todos querían ser cabeza de lista y figurar sabiendo que casi todos quedarán fuera del Parlamento andaluz, sin sueldo, sin oficio, sin beneficio y fuera del chiringuito. ¡Pobres malandrines! Ahora están de pelea en pelea, veremos cómo lo resuelven, incluido el nombre de «Por Andalucía» que ya estaba registrado. ¡Lo que se habrán tronchado los liberados como «Kichi», alcalde Cádiz, y su barragana que no volvió al instituto desde que aprobó las oposiciones de secundaria!

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Muchas semanas discutiendo, pero no era más que tiempo inservible. La izquierda nunca se une, salvo para cobrar y dañar los intereses y el progreso de la unidad de España. Llevan el odio a flor de piel, la venganza entre los dientes y la hipocresía entre las piernas. Para presentar cuatro documentos no han sido capaces de ponerse de acuerdo. ¿Y qué piensan que ha pasado? Pues que la Junta Electoral de Andalucía no ha aceptado la solicitud de constitución de la coalición. Ahora esas cuatro organizaciones, además de Podemos y Alianza Verde, tendrán que acordar cómo repartirse el dinero. Puede haber «más palos que en Pedrajas». 

En su día, Podemos echó un cable a IU para que no desapareciera. Piensen que Izquierda Unida debía nueve millones a Hacienda y no tenía cómo pagar. Entre ellos se pagan así los favores: ahora resulta que no hay acuerdo entre Podemos e IU sobre quién tenía que ser el cabeza de cartel a la Junta de Andalucía. Unos por otros, la casa sin barrer. Cada cual apostaba por quien creía caballo ganador, más bien perdedor en todo caso. Podemos y Alianza Verde se quedan fuera.

Me da la impresión de que Yolanda Díaz nunca será capaz de aglutinar a la izquierda comunista y a la ultraizquierda, además de esa izquierda rastrera que busca mamandurria, aunque tenga que aliarse con Pedro Botero. En la izquierda sobran insultos, peleas, cuotas baratas, sillones, nombres, cargos y demás baratilla. Quienes carecen de sueldo y trabajo en esa mafiosa izquierda no pierden el tiempo y viven preocupados de esa noche de «cuchillos largos» que les abra camino para su provecho, antojo e interés. Ahora vendrá Yolanda hablando de unidad, ilusión y esperanza, pero solo son engaños y tapaderas para ocultar el bochorno y la incapacidad.

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Yolanda Díaz no tiene más recorrido. Su posible alianza, coalición o entente la han destrozado su sus presuntas coaligadas. Ada Colau implicada en mil y una chapuzas municipales; Mónica García, sin cauce ni ideas ni perspectivas políticas; la «morita» melillense desaparecida en combate y Mónica Oltra, encausada y más cerca de prisión que de la política honrada. Ese «frente amplio» del que hablaba Yolanda Díaz no es más que un fracaso a fuego lento y las cuatro «verduleras» iniciales están en desbandada. A la «Varufakis» gallega ya solo le quedan sus dos sindicatos de botafumeiro, sin olvidar los palos diarios que le propina el antiguo marqués de Galapagar, a quien Díaz Ayuso puso en órbita y obligó a abandonar la política para la que demostró que era inservible, vago y despreocupado.

Milagro será si, entre los cuatro coaligados que quedan, no se reparten el dinero que debían repartir entre seis. La casa de los líos ya está habitada. No faltarán los duelos al sol. ¿Apostamos, amigos? Tiempo al tiempo.

Autor

Jesús Salamanca Alonso