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MANIFIESTO A LOS ESPAÑOLES   DEL GENERAL PRIMO DE RIVERA

 

 

Hoy, esta mañana del 13 de septiembre, lunes, 39 grados a las 2 de la tarde, cuando estaba leyendo la gran entrevista con Esperanza Aguirre que publica «El Mundo», poniendo a doña Isabel Díaz Ayuso por las nubes y a los ejecutivos de Génova por los suelos (esos niñatos y chiquilicuatres) de pronto como por la radio, no sé ni en qué emisora, una voz potente que decía:

 

Atención, atención. 

MANIFIESTO A LOS ESPAÑOLES.      

¡Coño! ¿y eso? me dije apartando los ojos de doña Esperanza y prestando atención a la radio, ¿un manifiesto a los españoles? ¿quién será el loco? ¿no será el Sánchez, que ya no sabe qué hacer ni qué decir para seguir en la Moncloa? ¿no será el Casado que ya no sabe qué hacer ni qué decir y se pasa el día soñando  con la Moncloa?

 

 Pues, no, es un locutor que como una efemérides más, recordaba aquel 13 de septiembre y el Golpe de Estado del general Primo de Rivera, el capitán general de Cataluña… y se limitaba a leer el manifiesto que el general lanzó aquel 13 de septiembre de 1923, que trajo e impuso la Dictadura.  

 Así que presté oídos y escuché estas palabras: 

 

MANIFIESTO A LOS ESPAÑOLES

“Al declararse en cada región el estado de guerra, el capitán general, o quien haga sus veces, destituirá a todos los gobernadores civiles y encomendará a los gobernadores y comandantes militares sus funciones. Se incautarán de todas las centrales y medios de comunicación, y no permitirán, aparte las familiares y comerciales, las de ninguna otra autoridad que no sirva el nuevo régimen.

De todas las novedades importantes que vayan ocurriendo darán conocimiento duplicado a los capitanes generales de Madrid y Barcelona, resolviendo por sí pronta y enérgicamente las dificultades.

Se ocuparán los sitios más indicados, tales como Centros de carácter comunista o revolucionario, estaciones, cárceles, Bancos, centrales de luz y depósitos de agua, y se procederá a la detención de los elementos sospechosos y de mala nota. En todo lo demás se procurará dar la sensación de una vida normal y tranquila.

Mientras el orden no esté asegurado y el régimen naciente triunfante, serán preferente atención de los militares en todos sus grados y clases los servicios de organización, vigilancia y orden público, debiéndose suspender toda instrucción o acto que entorpezca estos fines, sin que ello signifique entregar las tropas a la molicie ni abandonar la misión profesional.

 

Por encima de toda advertencia están las medidas que el patriotismo, inteligencia y entusiasmo por la causa sugiera a cada uno en momentos que no son los de vacilar, sino de jugarse el todo por el todo; es decir, la vida por la Patria.

Unas palabras más solamente. No hemos conspirado; hemos recogido a plena luz y ambiente el ansia popular, y la hemos dado algo de organización, para encauzarla a un fin patriótico exento de ambiciones. Creemos, pues, que nadie se atreverá con nosotros y por eso hemos omitido solicitar uno a uno el concurso de nuestros compañeros y subordinados. En esta santa empresa quedan asociados en primer lugar el pueblo trabajador y honrado en todas sus clases; el Ejército y nuestra gloriosa Marina, ambos aún en sus más modestas categorías, que no habíamos de haber consultado previamente sin relajar lazos de disciplina; pero que, bien conocida su fidelidad al Mando y su sensibilidad a los anhelos patrióticos, nos aseguran su valioso y eficaz concurso.

Aunque nazcamos de una indisciplina formularia, representamos la verdadera disciplina, la debida a nuestro dogma y amor patrio, y así la hemos de entender, practicar y exigir, no olvidando que, como no nos estimula la ambición, sino, por el contrario, el espíritu de sacrificio, tenemos la máxima autoridad.

Y ahora, nuevamente, ¡Viva España y viva el Rey!, y recibid todos el cordial saludo de un viejo soldado que os pide disciplina y unión fraternal, en nombre de los días que compartió con vosotros la vida militar en paz y en guerra, y que pide al pueblo español confianza y orden en nombre de los desvelos a su prosperidad dedicados, especialmente de éste en que lo ofrece y lo aventura todo por servirle. Miguel Primo de Rivera, capitán general de la cuarta región.

Barcelona, 12 de septiembre de 1923

 

Y como ahí terminó la cosa y me quedé con ganas de saber algo más de lo que pasó después del Manifiesto me fui a internet y leí esto:

El golpe de Estado

El 13 de septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado. La reunión prevista de las Cortes Generales para fechas inmediatamente posteriores con el objetivo de analizar el problema de Marruecos y el papel del ejército en la contienda pudieron constituir el detonante último de la sublevación. A esta situación se unió la crisis del sistema monárquico en el que los partidos del turno fueron incapaces de afrontar un régimen democrático pleno. El 14 de septiembre, el Gobierno legítimo pidió al rey la destitución inmediata de los generales sublevados y la convocatoria de las Cortes Generales; pero el monarca no apoyó la medida y el Gobierno tuvo que dimitir. Poco después Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del Gobierno. En el manifiesto de los sublevados se invocó la salvación de España de «los profesionales de la política».

Se creó un directorio militar con ocho generales de brigada del Ejército y un contralmirante. Se suspendió la Constitución, se disolvieron los ayuntamientos, se prohibieron los partidos políticos, se crearon los Somatenes como milicias urbanas y se declaró el estado de guerra

A partir de la aceptación del golpe de Estado de Primo de Rivera, el rey ya no actuó como monarca constitucional, sino como jefe del Estado de una nueva fórmula política de «dictadura con rey», que se iba a difundir más tarde por otras monarquías europeas. Que Alfonso XIII ya no era un monarca constitucional, lo pudieran comprobar los presidentes del Senado, conde de Romanones, y del Congreso de Diputados, Melquiades Álvarez, cuando pasados tres meses del golpe le recordaron al rey que la Constitución de 1876 le obligaba a convocar elecciones (cosa que el rey no hizo). Fueron fulminantemente destituidos mediante un Decreto firmado por Primo de Rivera y refrendado por el rey Primo de Rivera lo justificó así.

El país no se impresiona ya con películas de esencias liberales y democráticas; quiere orden, trabajo y economía.

En principio, la dictadura iba a ser un régimen temporal —Primo de Rivera dijo que su propósito era permanecer solo noventa días, tiempo suficiente para regenerar el país—, pero duró seis años y cuatro meses

 

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Y termino con pocas palabras.

Don Miguel Primo de Rivera dimitió el 28 de enero de 1930 y murió a los dos meses escasos de salir de España y el Rey, don Alfonso XIII, tuvo que abandonar el Trono y salir de España el 14 de abril de 1931, o sea, 1 año y cuatro meses después.

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.