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Continuamos con la segunda entrega del reportaje que publicó el periódico Combat. Este fue publicado el 8 de septiembre de 1936. Y decía…

Sabemos que los originales de Falange española que publicamos ayer causamos sensación. Hoy continuamos publicando también algún otro documento de estos criminales que querían hundir España instaurando una dictadura militar. En ellos verán nuestros lectores el espíritu inicuo, el virus que brotaba de sus corazones cargados de hiel que los impulsaba a cometer toda clase de actos de feudalismo y chulería.

Uno de los clásicos juramentos de adhesión que se comprometían a seguir en todos sus párrafos era el siguiente:

Falange Española de las JONS. Juramento de adhesión

Juro darme siempre al servicio de España.

Juro no tener otro orgullo que el de la Patria y de la Falange, vivir bajo la Falange con obediencia y alegría, ímpetu y paciencia, gallardía y silencio.

Juro lealtad y sumisión a nuestro Jefe, honor a nuestros muertos, impasible perseverancia en todas las vicisitudes.

Juro dondequiera que este para obedecer o para mandar, respetos a nuestra jerarquía del primero al último rango.

Juro rechazar y no dar por oída toda voz de amigo o enemigo que pueda debilitar el espíritu de la Falange.

Juro mantener sobre todas las cosas la idea de Unidad: Unidad entre las tierras de España, Unidad entre las clases de España, Unidad en el hombre y entre los hombres de España.

Juro vivir en esta Santa Hermandad con todos los de la Falange y prestar todo auxilio y deponer toda diferencia siempre que sea invocada esta Santa Hermandad.

Por el anterior JURAMENTO DE ADHESIÓN me obligo:

A consagrar i entusiasmo y actividad al logro de los fines del movimiento bajo la disciplina de los órganos autorizados de Falange.

A no pertenecer a ninguna asociación de carácter político o sindical distinta a las de la Falange, a dejar de pertenecer a aquellas otras de carácter recreativo o cultural cuando me sea ordenado y actuar en todas ellas en beneficio de la falange.

A actuar en todos los sindicatos y secciones de la Falange, según las órdenes que de los jefes de la Falange reciba.

A cotizar normalmente y con la máxima cantidad que mis medios me permitan a destinar una cantidad mensual a la cotización propresos.

A adquirir y propagar la prensa del movimiento.

A acatar con disciplina todas las órdenes que reciba anteponiendo el servicio de la Falange a cualquier otra diversión.

A no considerar nunca en vacaciones con respecto a la Falange comunicando todos mis traslados de residencia y propagando en todo lugar el ideario de Falange.

Es decir que con el precedente juramento si se les hubiera podido ocurrir (como ocurre ahora) encontrarse cara a cara con los hijos del pueblo -hermanos nuestros, no de ellos- no hubieran respetado la condición de seres humanos y nos hubieran ametrallado fulminantemente.

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Se había hecho un proyecto de normas de conducta que son las que publicamos a continuación.

Proyecto de normas de conducta para los que deseen servir en la primera línea de Falange española de la JONS.

I.- La milicia es una orden religiosa; sus tres votos son: de patriotismo, de obediencia y de espíritu de sacrificio.

Se ingresa en ella voluntariamente, pero en ella no podrán convivir los tibios, ni los transeúntes. Hacerse militante de la Falange, es entregar todos los actos útiles de la vida, para un servicio sagrado: el de ESPAÑA.

II.- El militante tendrá siempre presente, que la presión, las heridas y aún la misma muerte, son simples actos de servicio.

III.- El duro y penoso servicio de la primera línea, es un honor, no una carga; solo servirán en ella los que se hagan acreedores de tal honor.

IV.- El valor es una cualidad tan imprescindible y propia de todo militante, como la honradez y la lealtad. Solo alardean de valientes aquellos que no lo son. Ningún militante exhibirá, por tanto, extemporáneas ostentaciones de valor.

V.- Siendo voluntario el servicio de la primera línea, el militante queda obligado a cumplir, discusión cuanto se lo ordene. El encuadramiento en las milicias obliga al acatamiento, obediencia y sumisión total a las jerarquías militares en ellas establecidas.

VI.- EL militante nunca deberá actuar con iniciativa propia. Las órdenes de los Jefes, llegados al Mando por méritos contrastados, son siempre buenas, y desde luego mejor que las ocurrencias personales.

VII.- El militante acometerá sus empresas con constancia y agilidad alegre y deportiva, pero en las actuaciones públicas y muy especialmente en los actos de propaganda sabrá revestirse de seriedad imperturbable, y tendrá siempre en cuenta que no basta cumplir una orden, sino que es preciso ejecutarla con el mayor celo y entusiasmo.

VIII.- Los méritos de los militantes no deberán hacerse públicos, por suponerse a todos capaces de ellos, pero si las faltas, para escarmiento y vergüenza de quien las cometiere.

IX.- EL militante deberá anteponer el servicio de Falange a cualquier diversión y entretenimiento y queda obligado a cumplir a cualquier hora del día o de la noche toda actuación que le ordene. Solo justificará sus faltas con causas graves y compatibles.

X.- Debe partir del principio de que nadie, empezando por él, debe saber de las actuaciones más que en lo que requiere necesariamente su actividad, y bajo ningún pretexto comunicarle a un tercero ningún informe sobre ello.

XI.- Se abastecerá de toda observación que manifieste tibieza y desagrado duda de los jefes ni sentimiento de la fatiga que exige lo que voluntariamente acepta.

XII.- Evitará las vociferaciones y aplausos que puedan confundir a las huestes de la Falange, con las mercenarias “Clases” aduladoras del espíritu liberal y solo levantará sus vivas cuando en un ambiente hostil o desconocido, pueda interpretarse su silencio como falta de convicción o exceso de prudencia.

XIII.- Acudirá en todo momento y sin la menor vacilación, al socorro del camarada en peligro aunque en ello arriesgue su propia vida.

XIV.- Servir será virtud esencial en el militante y servir con alegría en el puesto que se le designe, sin orgullo ni ambiciones de mando.

 

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Comienzan por tractar de religiosa esta orden. La religión combate el crimen, el acto de matar, y vemos que en los frentes, al lado de los “requetés” y “camisas negras” se encuentra toda esta purria de sacerdotes, obispos y sacerdotes con una mano en la cruz y la otra en el fusil; de noche celebrando saturnales y orgias y de día combaten contra el proletariado español.

El artículo tercero viene a corroborar lo que de la chulería de estos elementos. Es decir que solo se hacían acreedores de tal honor los matonescos y pijos.

Para acabar, como habéis podido leer, “evitará los aplausos y vociferaciones que puedan confundir a las huestes de Falange con las mercenarias clases aduladoras de espíritu liberal”. Está claro, el pueblo trabajador, según ellos, es mercenario. Nosotros creemos que los mercenarios son los que comercializan con el honor y la vida. Ellos son los mercenarios al traer a España los moros, los legionarios y los Tercios para anihilar al pueblo.

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César Alcalá