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El 15 de julio de 1934, a iniciativa del Círculo Tradicionalista de Reinosa y de la Junta Provincial de Santander, se tomó el acuerdo de organizar una concentración del Requeté en los pies de los Picos de Europa, concretamente en Potes. El Carlismo catalán envió una representación encabezada por José Maria Cunill; Juan Cotó, segundo jefe del requeté de Tarrasa; y varios miembros del requeté de esa localidad, entre los que destacamos a Evaristo Ros, Joaquín María Ferrer, y José Homs. José María Ferrer, en una crónica publicada en El Correo Catalán escribía que “me es imposible narrar el panorama único, indescriptible, de esos bellísimos Pirineos cantábricos, de vegetación lujuriante y verde, de espesísimos bosques y al fondo, telón sublime, los erguidos picachos nevados de los Picos de Europa. Al subir vimos el nacimiento del Pisuerga; pasada Peñalabra, el origen del Deva y no lejos el Ebro empezaba a arrastrarse para besar el Mediterráneo. Al cruzar el puerto estábamos a 1.400 metros de altura.

Melchor Ferrer, en Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este. Separata Historia del Tradicionalismo Español. Editorial Católica Española S.A. (Sevilla, 1979). Resume en estos términos el aplec de Potes: “La primera gran manifestación carlista del periodo de Fal Conde es el Aplec de Potes, en la provincia de Santander. No se crea que fuese el Norte como para hacer viajes idílicos, pues cerca de un mes antes, el 6 de mayo, los revolucionarios habían asaltado el Centro Tradicionalista de Gijón. En la concentración de Potes, celebrada el 14 de julio, pronunció un importante discurso Fal Conde, en el que dijo: Un puente histórico se tiende entre los setenta mil voluntarios que lucharon en la pasada epopeya y estas Juventudes de hoy, que, si no son cobardes y suicidas, deben estar decididas a lanzarse a las montañas. Los pueblos tienen derecho a levantarse contra los tiranos, pero primero hay que hablar a las conciencias y prepararlas. Vamos a la tercera reconquista, pero no una reconquista que dure ocho siglos, sino ocho días, ocho horas, que en su marcha arrolladora nos lleve al triunfo de nuestro santo lema.

Al respecto Juan Correa explica que “el acto de Potes, tuvo una gran trascendencia, por ser el primero celebrado con carácter nacional, viniendo a ser algo así como lo actuales “Aplechs” de Montserrat y de Montejurra. El diputado catalán don Casimiro de Sangenís, asistente al acto, publicaba días después unas declaraciones a la prensa: El acto de Potes ha sido la demostración evidente y lógica, no sólo el despertar católico-monárquico de nuestra Patria para sacudir el yugo que la desnaturalizada y desfigura, sino que ha podido plasmar magníficamente la esencia íntima de nuestra doctrina, la única que hace vibrar a nuestras multitudes ansiosas del engrandecimiento y progreso de España. El acto de Potes es la fusión espontánea y cordial del verdadero sentimiento regionalista, nervio de la variedad geográfica, histórica y moral de España, con el de la Patria común, no impuesto por el sistema débil, burocrático y centralista, causa eficiente de la ruina de nuestro solar que demuestra, que únicamente nuestra Comunión con la Monarquía Católica que supo jurar los fueros diversos de los Señoríos y Principados de España, ha de hacer despertar la conciencia nacional, ebria de prosperar y de grandeza.

El 2 de junio de 1935, organizado por Tomás Caylá, se celebró el aplec de Poblet. Sobre el aplec escribe Juan Correa que “aquella mañana del 2 de junio de 1935, Poblet presenció la mayor y más entusiasta concentración carlista habida en Cataluña. Valiéndose de toda clase de medios de locomoción, iban llegando a las cercanías del viejo Monasterio, requetés y carlistas de las diversas comarcas circundantes y de los más alejados puntos de Cataluña. En medio del asfixiante hedor liberal respirado en Cataluña, se conservaba aún, pujante y vigorosa y entusiasta, la gran familia carlista catalana que se negaba a claudicar de sus tradiciones cristianas, regionalistas y antiliberales.

Las cifras de los carlistas que fueron a Poblet varían según el informador. El Correo Catalán publicó que habían asistido 40.000 personas. Melchor Ferrer escribe que fueron más de 30.000 personas. La estadística realizada por los servicios de control hasta las doce del mediodía, que a continuación incluimos, concluye que asistieron 20.472 personas. Es posible que se incorporaran, a partir de esa hora, nuevos carlistas. Ahora bien, su número difícilmente pudieron superar las 30.000 ni menos las 40.000 personas. Los datos estadísticos son estos:

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Medio de transporte

Número

Personas

Autocares

408

12.240

Camiones

15

450

Carros

85

340

Automóviles

548

2.192

Tren especial Tarragona

1

650

Tren especial Barcelona

1

500

Trenes ordinarios

 

1.500

A pie

 

2.500

En bicicleta

 

100

 
 

20.472

 

Sobre el aplec Melchor Ferrer escribe que “tras la santa misa, se llevó a efecto el mitin anunciado, siendo el primer orador don José Brú, Jefe provincial de Tarragona; después la propagandista navarra Carmen Villanueva, seguida de don Juan Soler, director de El Correo Catalán; don Jesús Elizalde –delegado regional de Juventudes de Navarra-; Ginés Martínez, el diputado por Lérida don Casimiro Sangenís, don José Luis Zamanillo, diputado y Delegado general de los Requetés; María Rosa Urraca Pastor, don Joaquín Brú y, por último, don Manuel Fal Conde, siendo todos muy aplaudidos y vitoreados durante largo rato. La representación de Gerona no asistió al acto porque el Jefe provincial, Luis Trayter, mantenía relación con el grupo disidente de la Mutua de San Jordi, el cual se oponía a la celebración de cualquier manifestación carlista de fuerza.

El 27 de octubre de 1935 se celebró el Aplec de Montserrat. Este se llevó a cabo en unos momentos de extrema gravedad. En Europa, se asistía a la euforia del nazismo alemán que acababa de celebrar un Congreso Nacional en Nuremberg. El fascismo italiano acababa de ocupar Abisinia. En España la República de Azaña no despertaba la confianza deseada. El Correo Catalán, el 3 de noviembre publicó una editorial eufórica con relación al aplec montserratino: 

 

¡Montserrat, símbolo de la Religión y de la Patria! La consigna de hoy. Organización. Hoy en Montserrat, mañana en cada pueblo. Acción y Acción. Hemos llegado a una etapa que puede ser definitiva. Montserrat puede ser un eslabón. A nosotros nos corresponde darle una efectividad cierta. Quisiéramos que nuestros hermanos de Ideal, con nuestros ojos escrutadores la realidad del grave momento nacional que vivimos; frente a la revolución cauta y en acecho, de cara a una organización revolucionaria que se nutre de las recuas de hambrientos de venganza y ahítos de odios, que sienten escalofríos cada vez que el aire de sus banderas demagógicas remueve la sospechosa quietud de los lares en guardia, prestos a la señal de asaltar sobre el botín inmenso de la desidia.

España pasa por los momentos más difíciles de su historia contemporánea. La insensibilidad cobarde de la masa neutra envenenada de lirismos, entre músicas y apariencias de normalidad, se va al caos. La ceguera de los sectores responsables, engreídos en situaciones fugaces de mando pro-indiviso, nos precipitan al propio caos. Por eso repetimos Montserrat puede ser un eslabón. Porque hoy Montserrat, en su significación religiosa y patriótica constituye para España y para Europa, una revelación. Revelación de una fuerza, de un criterio, de una doctrina. De un pueblo selecto en Amores y Quereres patrios.

 

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Que mientras la revolución insolente pisotea y ultraja el país, nosotros, por nuestra historia, debemos tener conciencia del peligro y afrontarlo. ¡Vencerlo! El entusiasmo colectivo y jerárquico ha de ser nuestra fuerza avasalladora. Como creyentes, hemos de pasar hambre de milagros. Dios dará el milagro con nuestra cooperación. En Montserrat hemos de ungirnos. Nuestra bandera, más alta cuanto más agotada. Nosotros, más enhiestos cuanto más combatidos. Por España, por el Derecho, después de Montserrat cada cual a las consignas. Organización, organización y organización. En cada pueblo una acción. ¡Vista a la derecha y adelante por Dios, por la patria y el Rey!”.

 

Antes de la celebración del aplec, el pretendiente Alfonso Carlos de Borbón envió, al Carlismo catalán, un autógrafo que decía:

 

Llega a mis oídos el grito de: ¡A Montserrat, a Montserrat!, que lanzan mis queridos catalanes, al que no puedo mostrarme indiferente. Tiene Montserrat para nosotros un especial recuerdo porque durante nuestra campaña de 1873 pedimos siempre protección a la Virgen, que sin duda, fue la que nos salvó. Y durante la gran persecución por las columnas enemigas, subí a este Santuario con el solo batallón de Zuavos habiendo hecho consagrar allí por el capellán de Zuavos, nuestras personas y el Ejército de Cataluña al Sagrado Corazón de Jesús el 1 de junio de 1873. Como el 1 de julio entregué en Suriá a ese batallón la bandera del Sagrado Corazón de Jesús que nos acompañó durante toda la guerra y nos alcanzó importantes victorias.

En ese día consagrado en las gradas del Trono de la Benditísima Mare de Déu, debéis unir vuestras plegarias pidiéndole misericordia y remedio a los males que aquejan a nuestra querida Patria. Debéis decir a mis leales, que Nieves y yo les acompañaremos en sus penas y alegrías, en sus oraciones y esperanzas, que con ellas avivamos nuestra fe y con ellos esperamos sean atendidas nuestras fervientes súplicas.

Y por último, estrechando en vosotros a todos los españoles en fuerte abrazo, diles que espero no esté lejano el día del triunfo de nuestros santos ideales. Los que harán libre a España de satánicas, extrañas influencias que no pararían hasta haberla lanzado en la incredulidad y la miseria. ALFONSO CARLOS.

Montserrat era un hervidero de carlistas llegados desde toda Cataluña. En la explanada de San Miguel el Reverendo Celestí Castany ofició el servicio religioso. Después de la misa, se dio paso a los parlamentos. Prat Piera, presidente de la Junta provincial abrió el acto. A continuación intervinieron: Francisco Soteras de la Junta Regional de Aragón; Aurelio González Gregorio; Josefa Noguera de Llop; Jesús de Elizalde; Casimiro de Sangenís; y José Luis Zamanillo. Luis Hernando de Larramendi, orador en el aplec, dijo que “la revolución no avanza; está dentro y para defendernos no hacemos nada más que debatirnos. Y los españoles, muchos españoles para defenderse de la revolución se preguntan ¿qué haré yo? Aquí hemos venido nosotros a decir a quien no sabe lo que debe hacer el día en que la revolución se levante en guerra: que no tiene más que venir a la Comunión Tradicionalista que está preparada para combatirla. Quien no está con la Tradición está con la revolución, por que lo único que está contra la revolución es el Tradicionalismo.

Autor

César Alcalá