22/11/2024 01:14
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D. José Luis De Mesa Gutiérrez, Magistrado jubilado, nacido en Madrid en 1945, licenciado en Derecho por la Universidad de la Iglesia de Deusto (Bilbao), es también Letrado de la Administración de Justicia excedente. Ha sido profesor en el Centro de Estudios Judiciales de Madrid, de la Universidad “María Cristina” de San Lorenzo de El Escorial, y profesor colaborador en la Universidad Carlos III de Madrid, campus de Getafe. Es especialista en Derecho Laboral, y en Derecho Comunitario.

 Ha realizado los cursos de “Heráldica Militar” en el Servicio Histórico Militar y “Uniformología” en el Instituto de Historia y Cultura Militar; ha pronunciado conferencias en dicho centro cultural, en el Ateneo de Madrid y en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África. Ha colaborado programas radiofónicos en Radio Intercontinental de Madrid, cadena COPE, y televisivos en Intereconomia y en la cadena madrileña La Otra. Ha impartido conferencias en Melilla en el año 2009 con motivo del Centenario de la Campaña de 1909 y en 2011, por el centenario de la creación de las Fuerzas Regulares Indígenas, y en Madrid en el Centro Cultural de los Ejércitos, en la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil y en la Hermandad Antiguos Caballeros Legionarios. En el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid sobre las Fuerzas Regulares Indígenas, las Mehal-las y las Harkas. En la Universidad San Pablo CEU ha participado como ponente en el ciclo “Una Pica en Flandes” y en reciente ciclo dedicado al Centenario de la fundación de la Legión celebrado en el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid conjuntamente con la Universidad citada anteriormente.

Es Miembro de Honor de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Madrid y ordinario de la Hermandad de Veteranos de Tropas Nómadas del Sahara y de la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil. Es autor en solitario de los siguientes títulos: El Regreso de las Legiones. Voluntarios italianos en la Guerra Civil española (1994), Los Otros Internacionales. Voluntarios extranjeros desconocidos en el bando nacional durante la guerra civil 1936-1939 (1998), Los Moros de la Guerra Civil española (2004), De los Mogataces a la Milicia Voluntaria de Ceuta (2016) y La Policía Indígena Española. (2018).

¿Por qué un libro sobre los irlandeses que lucharon en el bando nacional?

Fue y ha sido una contribución humana prácticamente desconocida, y hay que dar a conocer no solo lo que afectó a un bando, sino también lo que ocurrió en el otro, y las ayudas que el bando nacional recibió no de carácter fascista, aunque se pretenda que solo se recibieron de países en los que en el gobierno era partidario de estas ideas. Los irlandeses vinieron por su cuenta sin protección alguna de su gobierno y en contra incluso de este.

De los que participaron en las Brigadas internacionales ya se escribió bastante.

Cada dos por tres aparecen libros laudatorios sobre las Brigadas Internacionales, como si fuesen el summun de los defensores de las ideas demócratas, cuando la mayoría de los que las integraron eran miembros de los partidos comunistas de su respectivos países que no vinieron a defender la democracia sino a imponer sus ideas en España. Se olvida o se quiere hacer olvidar que la mayoría de los supervivientes de esas Brigadas ocuparon puestos muy importantes en el gobierno de los países europeos que después de la IIª Guerra Mundial quedaron detrás del Telón de Acero, en los que por cierto no se hicieron con el poder por medios democráticos, sino muchas veces con elecciones trucadas, sostenidas por las bayonetas del ejército soviético.

Cabe destacar que vinieron a defender la fe católica, pues Irlanda era un país muy católico y muy sensibilizado con las matanzas de sacerdotes, sacrilegios, profanaciones…

Efectivamente, la mayoría de los voluntarios irlandeses vinieron por defender la religión cristiana tras enterarse a través de los periódicos de su país que en España en la zona que quedó bajo el gobierno del Frente Popular se desató contra la religión una persecución que causó miles de muertos por el mero hecho de ir a misa, o ser sacerdotes o religiosas, sin que tuviesen contacto alguno con los sublevados. Si a ello unimos los incendios y saqueos de iglesias, conventos, etc, para los católicos irlandeses eso era suficiente para venir a combatir contra los que atacaban inmisericordemente la religión. Pero no hay que olvidar que aunque fuese en pequeño número, con esos católicos irlandeses también vinieron algunos que no profesaban dicha religión, sino que eran protestantes, por lo que la defensa de los irlandeses era de la religión cristiana, no solo de la católica.

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Ellos vinieron en plan de Cruzada, que es lo realmente fue…

Exactamente, a eso o por eso vinieron la mayoría de ellos, en Cruzada contra los que atacaban a la religión. Ciertamente como ocurre en todos los conflictos bélicos alguno vendría por afán de aventura, pero según se desprende de los testimonios y libros que he leído y utilizado como fuentes irlandesas e inglesas, la defensa de la Religión fue el leiv motiv de la inmensa mayoría de los voluntarios de a pie.

Sin embargo su participación fue más bien simbólica y poco afortunada…

Desgraciadamente para ellos así fue, antes de llegar al frente de combate ya tuvieron un encuentro con una unidad nacional en el que sufrieron algunas bajas mortales, y después solo intervinieron en un combate en el que no se distinguieron precisamente por sus actos de valor, lo que les marcó en un conflicto en el que el valor se demostró en sobradas ocasiones por los dos bandos, con independencia de las ideas que defendiese cada uno de ellos.

¿Se puede decir que les venía la guerra grande?

Ciertamente así fue, muchos de ellos ni siquiera habían hecho el servicio militar en su país, y la mayoría de los que habían tomado parte en algún conflicto bélico lo habían hecho en la guerra de independencia de Irlanda o en la subsiguiente guerra civil irlandesa, en las que no hubo combates entre fuerzas enfrentadas, salvo uno en dicha guerra civil, ya que los enfrentamientos contra los británicos o entre los propios irlandeses se redujeron a algunas escaramuzas al amparo de setos y casas en plan emboscada y a muchos atentados con explosivos.

¿Por qué subtitula el libro Una aventura desgraciada?

Por los muchos sinsabores que experimentaron durante los pocos meses que permanecieron en nuestro país, ya que a los hechos adversos mencionados en preguntas anteriores se tiene que unir la práctica ineficacia de sus mandos, empezando por la del propio O´Duffy, que eligió a sus oficiales no entre los que habían combatido en la Iª Guerra Mundial, de los que había un gran número en Irlanda, sino entre los miembros de su partido político, la fidelidad en el plano político no significa que en la mayoría de los casos se sea un buen conductor de hombres cuando llega el momento de combatir. Y más en este caso en el que ninguno de dichos mandos y oficiales, salvo los que se le enviaron desde el ejército nacional, habían cursado estudios militares.

Si a ello unimos el hecho, según se desprende de la documentación oficial consultada, de que la disciplina en la unidad hubo un momento en que llegó a ser casi inexistente, y de que tampoco la intendencia irlandesa actuó eficazmente, teniendo que ser la española la que al final les atendiese, existió todo un cúmulo de factores adversos que, lógicamente llevó a la disolución de la unidad.

¿Por qué es importante que se conozcan estos detalles tan curiosos e inéditos de la Guerra Civil?

Porque en todas las guerras han existido y existirán dos bandos, no uno solo, y actualmente parece que en la guerra civil española solo hubo uno, el perdedor, sobre el que hay que escribir y dar a conocer todo lo que le ocurrió favorablemente, nunca lo que hizo mal, que desgraciadamente para él fue mucho y abundante, empezando por la persecución antirreligiosa, que animó a los irlandeses a alistarse en el bando contrario, mientras que de éste, si algo se narra, tiene que ser como vulgarmente se dice “el malo de la película”, y solo se deben recordar los excesos que cometió, que los hubo y muchos, pero eso desgraciadamente han ocurrido en todas las guerras civiles, y tenemos abundantes pruebas de ello en España durante las guerras carlistas del siglo XIX, pongo por ejemplo el fusilamiento por los liberales de la madre del general carlista Cabrera, o los fusilamientos por los carlistas inicialmente de los prisioneros hechos al ejército liberal. Pero estos se olvidaron con el tiempo, como sabe el entrevistado que tuvo ancestros en los dos bandos, algo que hoy no ocurre por la insistencia de algunos en recordar lo que en este país desgraciadamente ocurrió hace 80 años, incidiendo sobre todo y por encima de todo en lo que llevó a efecto uno de ellos, no el otro, que por ejemplo también sembró de cadáveres muchas cunetas.

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Solo se escribe sobre la ayuda que el bando nacional recibió de los regímenes fascistas, olvidando, u ocultando muchas veces que la que recibió el contrario, le llegó en gran cantidad no de países demócratas sino de la Unión Soviética de Stalin, cuya última meta era que toda Europa fuese comunista. Y que hubo muchos ciudadanos de otros países que de forma voluntaria, y aún en contra de sus gobiernos, lucharon con el bando nacional.

 

¿Por qué animaría a leer el libro?

Simplemente para conocer un aspecto prácticamente desconocido de nuestra guerra civil, de la que para intentar ser imparcial hay que leer y saber no solo de un bando, sino de los dos enfrentados y también no solo lo bueno de uno de ellos, sino lo bueno y lo malo de los dos para intentar ser lo más objetivo posible, porque si solo se conoce lo pretendidamente bueno de uno y lo pretendidamente lo malo del otro y no viceversa, la Historia con mayúsculas se tergiversa y solo se conoce una historieta, muy a menudo falsa.

Simplemente para conocer un aspecto prácticamente desconocido de nuestra guerra civil, de la que para intentar ser imparcial hay que leer y saber no solo de un bando, sino de los dos enfrentados y también no solo lo bueno de uno de ellos, sino lo bueno y lo malo de los dos para intentar ser lo más objetivo posible, porque si solo se conoce lo pretendidamente bueno de uno y lo pretendidamente lo malo del otro y no viceversa, la Historia con mayúsculas se tergiversa y solo se conoce una historieta, muy a menudo falsa.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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