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¿Cuál debe ser el corazón de la verdadera disidencia contra la Agenda 2030? Hace tiempo hice un vídeo sobre este tema, en el que hice una reflexión sobre cuál debe ser la auténtica motivación de la rebeldía contra el NOM, sobre las intenciones que deberían presidir todas las acciones que desarrollamos desde las trincheras contra la dictadura satánica que nos amenaza, porque si nuestra lucha está contaminada con propósitos espurios, todo lo que hagamos no nos servirá de nada cuando rindamos cuentas al Creador… es más, se pondrá en nuestro debe, porque lo que da valor a una acción es la intención con la que se ejecuta. (el vídeo se puede ver aquí)
En ese vídeo afirmaba que el corazón de la disidencia no puede ser la venganza contra las élites gobernantes infestadas de satanismo, el rencor impregnado de odio contra los que pretenden arruinarnos y esclavizarnos; también decía que otra motivación negativa era luchar para afirmar nuestro ego, para separarnos de lo que suele llamarse “borregada”, en actitud narcisista, buscando bombos y platillos, aplausos con los que engolosinarnos.
No: la verdadera motivación de toda disidencia debe ser la caridad hacia los opresores, el espíritu de corrección fraterna, viendo en los enemigos personas que se han desviado del camino recto, que marchan hacia su perdición, hacia su condenación, de tal modo que nuestro esfuerzo militante debe orientarse a su conversión, a su corrección, a advertirles del proceder pecaminoso de sus conductas, desde una actitud de amor hacia una persona que, incapaz de resistir a sus malas inclinaciones, ha caído en las garras de Satanás, y se encuentra al borde del abismo, al borde del infierno.
Esta postura, esta motivación es la única que puede dar a nuestras luchas valor de eternidad, y se explica perfectamente en estas palabras del profeta Ezequiel: «Hijo de hombre, a ti te he puesto como centinela del pueblo de Israel. Por tanto, cuando oigas mi palabra, adviértele de mi parte. Cuando yo diga al malvado: “¡Vas a morir!”, y tú no le adviertes al malvado de su mala conducta, ese malvado morirá por causa de su pecado, pero yo te pediré cuentas de su muerte. En cambio, si tú adviertes al malvado que cambie su mala conducta y no lo hace, él morirá por causa de su pecado, pero tú habrás salvado tu vida» (Ezequiel 33:7-9)
Mas esta militancia para la salvación de las almas no se circunscribe solamente a los opresores que machacan cruelmente al pueblo, siguiendo los dictados de las élites satánicas que dirigen el mundo hacia los estercoleros del Averno, ya que también debe extenderse a nuestra actitud ante la “borregada”, donde vegetan en sus apriscos todos aquellos seres humanos cruelmente engañados por la mafia luciferina, aplastados sin piedad por la bota de la plutocracia globalista, que amenazan la vida, la bolsa, las libertades y el alma de los mansos corderos que cumplen a rajatabla las consignas con las que se les esclaviza.
En efecto, este Fin de los Tiempos que estamos viviendo es una guerra por las almas, combate que ha presidido toda nuestra historia, pero que ahora ha llegado a la batalla decisiva, ya que la Sinagoga de Satanás tiene todo el poder del mundo, y además dispone de una tecnología tan sofisticada, que puede controlar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones… nuestra alma, en suma.
Engañados, lobotomizados, crédulos, ingenuos, los llamados “borregos” están también en peligro de caer en los abismos de la perdición, y por ello es labor inexcusable de la verdadera disidencia batallar por abrirles los ojos, por liberarles de las cadenas que los aherrojan y que ellos besan con fruición, por encender en sus mentes y sus conciencias la chispa de la verdad, que a los disidentes se nos ha dado como un regalo, como un don celestial, como una revelación luminosa, casi sin ningún esfuerzo por nuestra parte. Por tanto, es nuestra obligación compartir este don con nuestros hermanos dormidos, que yacen abandonados a su suerte en las invisibles checas del mundo, en los “grandes-hermanos” orwellianos, en verdaderos campos de exterminio controlados por el satánico ojo encima de la pirámide, sin ningún político que vele por ellos, sin ninguna organización que los defienda, triturados continuamente por colosales Himalayas de mentiras y consignas, de ruinas y rastreos, de jeringuillas y chips.
Es por eso que un verdadero disidente jamás puede tener en su corazón una actitud de desprecio hacia estos hermanos nuestros sumidos en la oscuridad, en un tobogán de esclavitud que amenaza su salvación eterna, así como tampoco puede tener sentimientos de odio hacia los opresores, aunque sean verdaderos monstruos, aunque estén poseídos por los demonios del poder, de la usura, de la codicia, porque si les odiamos, estamos cayendo en su mismo pecado, ya que las élites y sus correveidiles nos odian absolutamente, y nos desprecian por completo, y por eso quieren arruinarnos, esclavizarnos, llevarnos a las mazmorras infernales.
Así pues, tengamos cuidado, porque si realizamos una disidencia sin corazón, sin caridad, sin amor, nada de lo que hagamos tendrá valor alguno cuando estemos cara a cara con el Creador, e incluso todo eso que hicimos henchidos de orgullo pensando que éramos maravillosos, que estábamos salvando el mundo, se volverá en nuestra contra, pues el odio, el orgullo y el desprecio del prójimo son gravísimos pecados, y responderemos por ellos.
Es ilógico, es absurdo y grotesco que muchos disidentes emprendan acciones —muchas de las cuales suponen la asunción de riesgos personales— con el fin de pretender salvar a gente a la que desprecian por su “borreguismo”: ¿ cómo se puede entender esto? Es verdad que la lucha por abrir los ojos a los hermanos engañados suele ser ardua; es verdad que en ocasiones somos perseguidos y acusados por los sometidos al sistema, pero eso no justifica el que nos antepongamos a ellos. Recordemos en este punto la parábola evangélica del fariseo y el pecador, y quién encontró gracia a los ojos de Dios.
También convendría traer a la memoria el impresionante texto paulino donde se habla de la caridad como fuente de toda nuestra vida, especialmente de la licha de todo apóstol que combate por el Reino de Dios (1 Co 13, 1-13), y que viene a afirmar que sin caridad todo lo que hagamos, por muy excelente que sea, carece de valor.
Ya es hora de llevar esta actitud caritativa a nuestros combates, pues, aparte de que si le añadimos un corazón caritativo tendrán mucha más ayuda divina, practicarla supone desarrollar nuestra rebeldía desde un enfoque tan original y tan imprevisto, que causará estupor y sorpresa en los opresores y colaboradores del Mal, que están tan acostumbrados a las protestas tradicionales de la disidencia que ya disponen de respuestas automáticas para desarmarlas. Sin embargo, al no esperarse esta estrategia, esta nueva forma de lucha, se les cogerá desprevenidos, y, no lo dudemos, les obligará a reflexionar, a poner ante su conciencia la pestilencia de sus delitos.
Una forma de llevar a cabo esta nueva estrategia consiste en enviar a los organismos públicos responsables del horror dictatorial que padecemos en todos los ámbitos una admonición en la que, a la vez que les exponemos los posibles delitos que están cometiendo, los daños que están infringiendo a sus gobernados, poniendo ante sus ojos la crueldad de sus actos, también les hacemos una reconvención para que, tomando conciencia de sus conductas delictivas, recapaciten y se conviertan al bien.
Para decirlo de otra forma, consiste en ponerles delante de los ojos la panoplia de los delitos que están cometiendo contra sus semejantes —y que también recaerán sobre ellos y sobre sus familiares—, diciéndoles que ellos saben perfectamente que están actuando mal, que están dirigiendo o colaborando con el sufrimiento de sus hermanos, con el fin de hacerles reflexionar, para que interioricen sus “pecados” de colaboración con la dictadura globalista, y de aquí surja una conversión, una “catarsis”, una “iluminación” que les lleve a un cambio de conducta que les lleve a dejar de colaborar con el sistema opresor. Mientras no se opere esta toma de conciencia, será inútil pretender una victoria sostenida contra la fatídica Agenda 2030, la cual es sostenida por sus lacayos funcionariales, por sus politicuchos abducidos.
¿Cómo orientarles a ese cambio de conducta? Después de poner ante sus ojos las fechorías que están cometiendo —por acción u omisión—, viene el corolario final, diciéndoles que, aunque puedan escapar a la justicia humana, no podrán huir de la justicia divina, pues tendrán que rendir cuenta de sus actos ante el tribunal de Dios, con lo cual se les puede abrir la puerta del infierno, pues, aunque no crean en él, esto es algo de lo que no podrán nunca estar completamente seguros.
Como prueba y experimento, se presenta ahora el modelo de admonición que se puede presentar a las autoridades responsables de las estelas químicas, el cual se puede descargar aquí y que puede enviarse simplemente por correo electrónico a las direcciones que se indican al final del documento. Una vez más, afirmo que es hora de dejarse de quejas estériles, y pasar a la acción, puesto que, como se afirma en el texto de Ezequiel, si sabemos la verdad de algo, y no reconvenimos al que está en el error, y éste muere por su pecado, se nos pedirán cuentas de la condenación del pecador, de la cual seremos responsables: tremendo, pero cierto, y lógico.
Y recordad: !!VENCEREMOS!!!
Salvar almas; el corazón de la disidencia según el profeta Ezequiel
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