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Un truño, entonces, Motomami. La nueva y carpetovetónica Beyoncé o, por qué no, Shakira. Miley Cyrus (ex Hannah Montana), Christina Aguilera, Britney Spears, Lady Gaga y un largo etcétera. De niñas de series infantiles a putones verbeneros, suuuuper… ¿alguien?… El estilo Super Putas MTV, hipersexualización (machista) de las niñas y tacones para bebé: artistillas MK Ultra de medio pelo. En Bozalistán, la citada Rosalía con su nuevo Despechá. Por supuesto, Amaia. Uniéndose al lado oscuro de la Fuerza.
Pornotopía
Y siempre revoloteando, qué originales, el ceñido estrecha e innegable vínculo entre masonería, satanismo y pornografía. El planeta entero cual gigantesco gang bang. Pluralísimas y sórdidas categorías. Pornocracia (y pedofilocracia), pues. Ora mazmorra ora bukkake. Las mutuas devoradoras de almejas, por supuesto. El porno infantil japonés, hentai, tan querido por la «creyente» Rosalía («Segundo es chingarte, lo primero Dios»).
Las mamis follables, MILF. Incesto y orgías, a la buchaca. Y la interracialidad, top, que no falte: el negrata (extranjero y, tal vez, musulmán) taladrando y “colonizando” a la blanquita (Europa, continente gongorinamente «robado» y violado por Zeus disfrazado). Y la snuff movie, inevitable: ains, Alcacer y los coronados pactos de sangre en el altar (cuerpo de adolescentes con cruces de Caravaca). El MK Ultra CIA, Charles Manson, ejemplo a vuela teclado, no es ni mucho menos un bárbaro descarrío de la experiencia hippie o beatnik, sino su consumación lógica.
La «liberación sexual», aliadas a las siniestras redes sociales, socavando definitivamente el matrimonio y la familia. Esta «liberación», primer paso crucial hacia el satanismo cultural: hacia la satanocracia, decenios ha. Colosal incremento del número de prácticas sexuales aberrantes y depravadas (el anonimato del porno, con o sin darknet, «perfecto» para ello), pues. Y cada vez, a más. Imaginación (para el mal) al poder. Masónica imaginación. La sociedad secreta más peligrosa (grado 29 en adelante) que los tiempos vieron.
Incesto, zoofilia, adulterio, pedofilia…: haz lo que quieras
Ordo Templi Orientis, hasta el undécimo grado masónico, veamos. El octavo y noveno grado consisten en la magia sexual. El VIII implica «masturbación mágica» y coito (boca y chichi). El IX, el Santuario de la Gnosis, mientras que el grado XI es una versión homosexual de la novena. Intentando, entonces, iniciar a toda la peña planetaria en este repulsivo culto.
En su comentario sobre el Liber vel Legis (o Libro de la Ley), el rey de reyes de los satanistas, Aleister Crowley (1875-1947) defiende la ley de la Thelema (¡»haz tu voluntad: será toda la ley»), norma «con la que los hombres se comportan como bestias con orgullo». Sosteniendo que «el incesto, el adulterio y la pederastia» deben ser practicados abiertamente sin «vergüenza, sigilo, cobardía o hipocresía”. Crowley/ Montu Ankh-ef-en-Khonsu exigía el fin de la infancia, pues los infantes «estaban acostumbrados desde la infancia a asistir y ver todos tipo de acto sexual». En fin.
https://elcorreodeespana.com/opinion/773470522/Que-le-jodan-al-porno.-Por-Luys-Coleto.html
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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