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Señores, no se alarmen ni se rían. Les cuento lo que me ha pasado. Estaba yo preocupado, como seguramente lo estarán ustedes, y dudando si salir a la calle o no (les aseguro que con hoy son ya 18 los días que llevo encerrado en casa y sin ver más horizonte que el de una pared blanca que es lo máximo que puedo ver desde la ventana de mi piso interior)  cuando se me ocurrió llamar a mi mentor, Don Miguel de Unamuno, para saber si, entre sus muchos conocimientos y descubrimientos, había alguno capaz de vacunarme contra este virus asesino (yo juraría que el corona virus éste se lo trajeron a Doña Irene, ya saben la Ministra del Viceministro, sus amigos chinos como regalo de boda, para que nos «jodiera» a todos los españolitos machotes que maltratan a sus féminas «solas y borrachas») que ya va por los ¡¡100.000 !!…a pesar de los buenos augurios del «Pilla, Pilla»… y ¡oh, sorpresa!, porque Don Miguel, muy tranquilo e irónico, cosa rara en él, se echó a reír y me dijo:

                  

 — ¡Ah, amigo mío, mi querido muchacho ( y noto que Don Miguel se ha olvidado que su muchacho ya ha pasado de los 80), mi lector más fiel, le tengo que recordar a usted que este virus, como todos los virus, tienen cura… y hasta vacuna… ¿o es que ha olvidado cómo se acabó con la trágica pandemia de la viruela que azotó a España allá por los primeros años del siglo pasado…o cómo se acabó con la “asesina” gripe española que se llevó 300.000 españolitos (bueno, y españolitas) por delante?. ¡Incrédulos!. Si leyeran más sabrían que todos los virus tienen un “antídoto” en la lectura, claro está, y que por eso, normalmente, atacan más (o se refugian más, como gusta decir al Señor Padre de todos los “bichitos”) a los menos leídos…Y eso está demostrado. Por la Intrahistoria sabemos, por ejemplo, que ni Aristóteles, ni Sócrates, ni Platón, ni Esquilo, fueron atacados por la famosísima peste negra que casi acaba con Grecia…ni que la viruela no atacó a los que, por consejo de Don Juan Valera, leyesen el capítulo 74 del Quijote, lo que provocó una venta masiva de la obra inmortal de Cervantes.

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Ver capítulo 74: http://www.spanisharts.com/books/quijote/2capitulo74.html            

 — No siga, Don Miguel, y dígame, dígame, ¿y cuál sería su “Antídoto” literario para no ser contaminado por el virus podemita que tiene a los españolitos asustaditos y jodiditos?

            

—  Pues, muchacho, mi lector amigo, mi “Merinito”, me sorprende que usted me pregunte eso, lo que me demuestra que no ha leído mi “Niebla”, sí, sí, y no  piense que soy un vanidoso, porque ha de saber que yo escribí mi “Niebla”, a petición de mi joven amigo el Doctor Marañón, cuando llegó a España la “gripe española” (mentira, venía del mismo país que ahora ha venido el virus podemita) y los médicos dijeron que no tenía cura, salvo que se descubriese una vacuna…y me pidió ayuda para encontrar la vacuna…

              

— Pero, Don Miguel, si usted no es científico, ni sabe nada de vacunas…—le repliqué de inmediato.

             

— ¡Eso mismo le contesté yo, amigo mío! Pero, ¿sabe que me contestó el sapientísimo Marañón?… Pues, que yo no sería científico ni médico de cuerpos, pero que como el virus atacaba más al alma que al cuerpo, la cura y la vacuna, tenían que llegar de la mano de un «médico de almas» y que como yo era eso a mí me pedía ayuda.

                

 — ¿Y qué hizo usted, Don Miguel?

               

—  Pues… –y se quedó callado unos segundos que a mí me parecieron siglos–  pues, que me encerré conmigo mismo y en pocos meses escribí «Niebla».

               

—  ¿“Niebla”? ¿y qué tiene “Niebla” para servir de vacuna contra el virus podemita?

                

—  ¡Ah, yo no lo sé, lo que sí sé es que mi amigo Marañón se volvió loco con mi “Niebla” y hasta la implantó en el San Carlos (el hospital más importante de Madrid de su tiempo) como vacuna!… Según él el capítulo 31 curaba a todo el que lo leía o evitaba el contagio.

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 —  ¿El capítulo 31? ¿Y qué dice usted en ese capítulo?

               

—   ¡Ah, no, muchacho, eso no, si quieres saber lo que digo en ese capítulo léelo!…

               

Bueno, pues ahí está el milagro, porque les aseguro que quien lea ese capítulo no sólo se cura sino que hasta se olvida del maldito virus… y les aseguro también que aquel “H1-N1” de la gripe española era más peligroso que éste “Coivid-19”.

            

(Bueno, pues si por si acaso no tienen ustedes un ejemplar de “Niebla” a mano o no quieren comprar la novela les he pedido a mis amigos de este exitoso “Correo de España” les empaquete en un link ese capítulo 31, que según el Doctor Marañón fue la mejor vacuna contra la criminal “gripe española”. Así que piquen y lean.)

 Ver capítulo 31 “Niebla”:

https://lenguayliteratura.org/proyectoaula/niebla-capitulo-xxxi/            

 

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.