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En recuerdo de tres amigos que se fueron
Triste es morir,
pero más triste es “Morir de pena”
Según los certificados de defunción Torcuato Fernández Miranda, Sabino Fernández Campo y Joseph Tarradellas murieron por «un paro cardiaco», pero yo que conocía a fondo a los tres, puedo decir y certificar que los tres murieron de pena, esa enfermedad que la Medicina no valora y que la calle ignora. Fernández Miranda, el artífice de la Transición legal al final se opuso frontalmente al tema de las Nacionalidades y el «café para todos» y no soportó los derroteros de Adolfo Suárez. Sabino Fernández Campos, fiel y leal servidor de la Corona, perdió la fe cuando siguió y vio las «andanzas» económicas y de amoríos del Rey Juan Carlos… Y Joseph Tarradellas se hundió cuando descubrió los verdaderos intereses de los Nacionalistas de Jordi Pujol. Se sabe que a lo largo de la Historia ambos, mujeres y hombres, han muerto de amor (famosísima se hizo, hace unos años, la película «Morir de amor» que interpretó la famosa francesa Annie Girardot). Pero pocos hablan de «morir de pena» (bueno, Isabel San Sebastián escribió hace menos de un año un artículo sobre este tema en el que entre otras cosas decía:
«Conozco bien esa dolencia. La viví muy de cerca en una persona de mi sangre. Sé lo que significa apagarse lentamente, sin causa médica que lo justifique, porque sencillamente faltan las ganas de levantarse cada mañana, alimentarse, moverse, respirar, existir. Fallan las fuerzas. Falta el aliciente. Sé lo que significa morir de pena y por eso puedo decir que se trata de una mala muerte. Un final cruel, reservado, eso sí, a quienes han tenido la fortuna de amar intensamente, con pasión, sin medida, recibiendo idéntico amor de la persona querida. Sé lo que es morir de pena y constato que no solo las personas sucumben a ese horrible mal. Otros amores quebrados pueden matar aquello que engendró la fuerza de su impulso. Una nación. Una vocación a la cual dedicaste buena parte de tu vida».
Pero, mi sorpresa me llegó cuando quise saber algo más sobre lo que la gran periodista que es Isabel San Sebastián escribía de “Morir de pena”, pues quise saber si esa enorme y gran biblioteca que es Internet decía algo al respecto… y ¡Dios! me encontré con algo realmente increíble: que no solo se “muere de pena” sino que el mundo entero está ya preocupado por el avance de dicha enfermedad, sobre todo, en los países más desarrollados. Y según pude ir leyendo de acá y de allá me encontré con cifras que me preocuparon, porque, según el boletín del “College de Calcuta” en Estado Unidos murieron por esta enfermedad algo más de 3 millones de personas, en China 2 millones y en Europa 1 millón 800.000.
No digo más porque entre “Morir de pena” y “morir de amor” todavía a mis 83 años prefiero “Morir de amor”.
Julio Merino
Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba
Autor
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Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.
Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.
Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.
En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.
En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.
Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.
Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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Fernandez Campo es el caso del buen vasallo que sirve a mal señor. Incluso después de darse cuenta de que es un muy mal señor…Los otros dos son el típico caso de individuos que encienden la mecha de la revolución y que dan sordos por el petardazo.
Podían haber hecho un mea culpa público y solemne con advertencia a los españoles sobre la catadura moral sus amos. Prefirieron que siguiera todo igual.
En suma, que no me da ninguna pena que se murieran de pena. Y pueden darse con un canto en los dientes si no les han caído encima las penas del infierno. Esperemos que así sea.
Torcuato si murio de tristeza al verse relegado por quienes debian besar donde el pisaba.
Sabino NO
Sabino conocia al rey al dedillo y ese conocimiento, que muchas veces se transformaba en reconvenciones propicio que, cuando tuvo la pugna con Puig de la Bellacasa por el asunto de la creacion de la Casa delPrincipe, el rey le dier las gracias, le creara un titulo y lo despachara.
Suarez se volvio tarumba cuando comprobo que hasta el rey lo ponia a caldo
Nadie muere «de pena», ni siquiera Unamuno ni siquiera estos prendas. Las figuras retóricas están bien para la literatura y para hacerse el interesante, pero desentonan en la vida real.
Ya te digo yo que si hay personas que mueren de pena, tristeza o como se decia antaño, melancolia