Con chulesca ufanidad la corrupta Francina Armengol se allegó a los delirios de la impunidad, poniéndose al servicio del sátrapa Pedro Sánchez. La madame encubridora era premiada así por la prostitución de menores tuteladas que tan canallescamente había ocultado en Baleares. Porque los sinvergüenzas que alcanzan los baremos de corrupción exigibles en el PSOE con disimulo y beneficios sectarios son premiados por el neroniano Sánchez. En este caso la espongiforme Armengol fue elevada a la tercera autoridad del Estado de Derecho no sin pagar el peaje de la adulteración, o prostitución, del cargo que lejos de ser imparcial tomó un cariz de escandaloso gregarismo. ¿De quién depende la Mesa del Congreso? Pues eso… Como la Fiscalía o el propio Tribunal Constitucional asilvestrado por el prognato Conde Pumpido que ha embrutecido la Justicia al servicio de la parcialidad más aberrante.
Los tentáculos de la corrupción socialista, en este caso concreto sanchista aunque siempre la hubo de toda índole en el PSOE, son gruesos y alargados, potentes pero falibles cuando se alargan tanto en busca de las presas y la codicia no da más para sí. Son tantos los casos de corruptelas y tantos los cerebros implicados, que se delata la gruta de los cefalópodos socialistas ubicada en La Moncloa. El PSOE es al final una pandilla de pulpos que no hacen asco al enriquecimiento, incluso cuando morían decenas de miles de personas encubriendo las cifras de una desastrosa, por no decir, maligna gestión. Acaso aprovecharon las muertes masivas para sacar rédito político, exterminando una generación con derecho a voto que no se dejaba engañar por los cánticos de sirenas socialcomunistas. Acaso esté ahí la clave de la eutanasia acelerada mediante sedación letal que repetiré siempre, asesinó a nuestros padres y por miles.
Armengol era la sin par sinvergüenza que mientras confinaba Baleares se iba de juerga burlándose del resto de la ciudadanía recluida por la fuerza en sus casas durante dos estados de alarma ilegales. En la cara llevaba lo canalla, el relativismo moral, el me importa dos higas un servicio al ciudadano estando a las órdenes de una pandilla criminal. Y ahora que asoma una de las múltiples tramas de saqueo indiscriminado contra las cuentas públicas y la moral social, aparece la francina mezclada en los trapos sucios de las no menos sucias mascarillas.
Que presida la Mesa del Congreso es un insulto al Estado de Derecho. Las implicaciones de Armengol con sucesivas y taxativas pruebas de su conocimiento y ocultación marcan el que debería ser un futuro penal con las muchas pruebas amontonadas en su currículum político tan vergonzoso como canallesco. Así Pedro Sánchez, salpicado directamente por Begoña Gómez y sus andanzas africanas, vaya descartando chivos expiatorios hasta que llegue su plena responsabilidad por la corrupciones del PSOE orquestadas desde La Moncloa. La evidencia canta más que lo que podrá hacer Ábalos en el Grupo Mixto.
Armengol debería dimitir antes de pasar a disposición judicial por las trapisondas miserables de la prostitución de menores… luego por las mascarillas y lo que tercie.
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