31/03/2025 05:55

La mayor parte de España ha vivido en el mes de marzo un episodio de precipitaciones fuera de lo habitual. Como de costumbre, no faltan las voces poco informadas que responsabilizan de ello al cambio climático, socorrida excusa que vale para cualquier fenómeno meteorológico del tipo que sea, por exceso o por defecto. Miembros de la Asociación de Realistas Climáticos aclaran que no existen evidencias que apoyen dichas afirmaciones infundadas y que la causa de las excepcionales precipitaciones son fenómenos naturales poco frecuentes, sin relación con el cambio climático.

Javier G. Corripio, glaciólogo y experto en meteorología de la ARC deja claro que son un fenómeno normal, aunque sea muy poco común. Un estudio publicado en Nature recientemente demuestra que la precipitación en los países que bordean el mediterráneo se caracteriza por una gran variabilidad temporal, pero no muestra ninguna tendencia desde 1871, subrayando la falta de efecto del cambio climático sobre las precipitaciones.

Javier Vinós, científico climático y presidente de la ARC recalca que tanta lluvia seguida es inusual, pero que la variabilidad en las precipitaciones es muy grande y no es raro que haya meses muy lluviosos y otros muy secos. Hay que recordar que en marzo del año pasado llovió el doble de la media. Marzo de 2018 y marzo de 2024 son precedentes de lluvias muy abundantes en esta época del año.

La causa de las lluvias de este marzo es meteorológica, no climática, indica Vinós. El debilitamiento del vórtice polar ha llevado a que se reduzca la velocidad de la corriente en chorro, lo que hace que forme meandros. En uno de ellos se instaló un anticiclón al norte de Islandia y entonces se produjo una situación de bloqueo. Se quedó fijo en esa posición, mientras que al sur de las Azores se instaló otro anticiclón. Entre ambos se formó un canal por el que las borrascas que transitan por el Atlántico han sido redirigidas más al sur de lo habitual, como un tren expreso de borrascas contra la península Ibérica, una detrás de otra.

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El profesor Javier del Valle, especialista en hidrología y secretario de la ARC, incide en que marzo y abril son meses habitualmente lluviosos como consecuencia de la creciente inestabilidad de las masas de aire en primavera, y este año esa situación se ha intensificado por la mencionada situación de bloqueo. Aunque ha habido desgracias personales y pérdidas económicas, las precipitaciones han tenido lugar no solo sobre la vertiente atlántica, sino también la mediterránea, a lo que hay que añadir la abundante acumulación de nieve en las montañas, lo que es muy buena situación de cara al verano que siempre es escaso en precipitaciones. Por ello, en conjunto, debe considerarse un episodio muy favorable.

Javier G. Corripio ha localizado en las crónicas de Juan II de Castilla el relato del terrible episodio de precipitaciones abundantísimas que tuvo lugar en España durante más de tres meses entre 1434 y 1435. Dicha crónica menciona numerosos muertos en Valladolid, Medina del Campo, Madrid y Sevilla, donde muchos se refugiaron en los barcos del que por aquel entonces era un puerto importante, para salvar la vida. Las inundaciones destruyeron multitud de casas y se perdieron por toda España cosechas y ganado por lo que hubo una hambruna generalizada. Por aquel entonces el nivel de CO2 en la atmósfera era de tan solo 280 partes por millón, un tercio menos que el actual y el considerado “ideal” por el IPCC. Reducir nuestras emisiones es tan eficaz ante los fenómenos meteorológicos como salir en procesión o realizar sacrificios.

Saúl Blanco, profesor de ecología y tesorero de la ARC, insiste en que, a pesar de la creencia popular, las evidencias científicas recopiladas en las más prestigiosas publicaciones académicas internacionales y en los informes del IPCC indican que no se está produciendo un aumento en la frecuencia de muchos “fenómenos extremos” relacionados con el clima (precipitaciones, incendios, sequías, huracanes…). Es posible que algunos indicadores señalen una mayor gravedad atribuible a estos desastres naturales, en términos económicos o de número de víctimas, pero esto no se debería a su mayor frecuencia sino a los cambios en los patrones demográficos mundiales, con poblaciones cada vez más concentradas en zonas de riesgo.

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Tanto Saúl Blanco como Javier G. Corripio aclaran que, si el calentamiento climático actual fuera especialmente intenso, se esperarían cada vez menos huracanes y ciclones, y no más. Ello se debería a que, al disminuir el gradiente de temperatura entre el ecuador y los polos por un calentamiento mayor en estos, se crean condiciones menos propicias para la aparición de estos fenómenos atmosféricos adversos. Ésta es la tesis del físico Richard Lindzen, profesor de meteorología dinámica en Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachussets.

Asociación de realistas climáticos (realistasclimaticos@gmail.com)

Javier Vinós Gómez de Balugera, científico y experto climático independiente (Presidente)

Javier del Valle Melendo, Dr. en Geografía (climatología), especialista en hidrología y glaciarismo. Profesor Centro Universitario de la Defensa y UNED. (Secretario)

Saúl Blanco Lanza, profesor de Ecología, Universidad de León (Tesorero)

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