26/11/2024 13:00

He querido dejar pasar un mes desde el fatídico 29 de octubre para escribir unas letras y tener una panorámica más amplia de las trágicas inundaciones en varias localidades valencianas y en la población albaceteña de Letur. El no ser periodista no me obligaba a la inmediatez en la publicación de la noticia.

Los españoles, en este caso los valencianos vecinos fundamentalmente de los municipios de Torrent, Chiva, Paiporta, Cheste, Utiel y Requena y los letureños han sufrido las consecuencias tremendamente dramáticas de unas lluvias torrenciales, antes gota fría y ahora depresión aislada en niveles altos (DANA) que en el año 2024 pudieron haberse controlado con anterioridad de alguna manera. La fuerza de la naturaleza es a veces devastadora pero el viento y las lluvias se pueden prever en la actualidad.

En el levante español llueve poco pero cuando lo hace, normalmente, es en forma de lluvias torrenciales. Que no nos engañen con lo del cambio climático. Los españoles que afortunadamente no somos víctimas de estos vergonzosos planes de estudio actuales, distintos en diecisiete regiones españolas, sabemos que en la península Ibérica existen dos zonas muy amplias denominadas la España seca y la España húmeda y que en la zona mediterránea la pluviosidad no es muy elevada pero que cuando cae agua lo hace de manera peligrosa e incontrolada. Hay que recordar las inundaciones de 1957 en Valencia y también en octubre de 1982 y en noviembre de 1987. En Valencia y en provincias limítrofes ha llovido torrencialmente siempre y lo volverá a hacer. En otras épocas desgraciadamente no se podía predecir, en la actualidad sí, y lamentablemente no se ha hecho. Es cierto que en otros años existía una voluntad y responsabilidad única y todas las instituciones remaban en la misma dirección y la totalidad de los esfuerzos disponibles se aplicaban desde el primer día.

Hubo una época, no muy lejana del siglo pasado que ante un diluvio – llamémoslo DANA ahora – como el del pasado 29 de octubre las Instituciones que entonces existían, los Gobiernos civiles, las Diputaciones provinciales, los Ayuntamientos y las Capitanías Generales, entraban en eficacia de inmediato. Entonces no existían ni enlaces vía satélite, ni internet, ni fibra óptica, ni ordenadores, ni telefonía móvil. Simplemente había una única unidad de acción.

Esa única acción de mando y control se transmitía con telefonía con hilos, con fax, con redes de teletipos y emisoras de radio VHF y HF. El Ejército de Tierra disponía de un sistema de mando y control con la Red Territorial de Mando desplegada en la península y las islas. Los Capitanes Generales – Valencia era sede de la III región militar – desplegaban a sus Fuerzas de inmediato sin tener que esperar a que el ministro de Defensa lo ordenara. Precisamente, la ciudad del Turia, contaba entre su numerosa guarnición con el Regimiento Mixto de Ingenieros nº3 además de Unidades de todo tipo capacitadas para la ayuda de primera necesidad. El Ejército de Tierra siempre ha colaborado en todo tipo de desastres naturales, antes de que se fundara la UME, unidad prestigiosa y dotada de unos excelentes profesionales y unos medios materiales extraordinarios.

Pero los tiempos han cambiado y ya no hay unidad de criterio, ni de acción pero hay una nación, antes llamada España, ahora Estado, fraccionada en diecisiete reinos de taifas, multitud de organismos con compartimentos estancos, infinidad de consejerías, ministerios inservibles, decenas de miles de funcionarios, prescindibles muchísimos de ellos, secretarías generales, direcciones generales absurdas alimentadas por políticos que hacen la guerra por su cuenta y que muchos de ellos no dan la talla profesionalmente.

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La muestra, una más de su ineficacia es la tragedia ocurrida el pasado día 29. Esta nefasta gestión se ha cobrado 225 vidas humanas. Es obvio que el gobierno autonómico valenciano y el gobierno nacional, una vez más, han fracasado. Ambos conforman un Estado fallido. No es la primera vez.

Es preciso recordar que en diciembre de 2004 en la A-I a la altura de Briviesca el tráfico se colapsó por una enorme nevada que la AEMET no supo o no quiso anunciar. Poco después, en julio de 2005, un incendio asoló el alto Tajo en Ribas de Saelices, donde murieron abrasadas once personas. En ninguno de esos trágicos sucesos – podría citar unos cuantos más – ninguno de los gobiernos autonómicos, ni el nacional supo resolver con prontitud y eficacia los problemas. ¿Quién lo hizo? En Burgos, el Regimiento de Ingenieros nº 1 desplegado en la ciudad del Cid y en el alto Tajo, la Brigada Paracaidista.

Afortunadamente en aquellos años la ministra no era Margarita Robles, porque esta mujer tiene un poder omnímodo sobres sus Fuerzas y no permite el despliegue ni de un pelotón de soldados fuera de los cuarteles sin su consentimiento. A la UME la despliega de inmediato según la convenga o ralentiza su despliegue según disponga su presidente. De lo que no hay duda es de que, si la necesidad del apoyo es internacional, la ministra dispone de aviones y helicópteros con la misma fluidez que su jefe de consejo de ministros. No hay duda que el gran despliegue militar llegó tarde y la única responsable de la tardanza ha sido ella. En Valencia, además del batallón de la UME, hay Unidades no específicas para estos cometidos, pero sí dispuestas para colaborar de inmediato el mismo día 29.

Han sido lamentables las declaraciones y actuaciones de los políticos en los primeros días acusándose unos a otros de sus incompetencias, incapacidades, gestión de la crisis… mientras los valencianos perdían todas sus pertenencias y a sus seres queridos. Un desastre auténtico ante toda España y ante el mundo. Sensación no sólo de abandono, sino de ausencia de mando y control por parte del gobierno autonómico y del central.

Los culpables:

Las declaraciones del canalla Pedro Sánchez diciendo con aire de perdonavidas :” si quieren más ayuda que la pidan” son de lo más nauseabundas que un español pueda escuchar; las de la déspota y desconfiada Margarita Robles diciendo que” el Ejercito no lo puede hacer todo” cuando había gente muriendo bajo el agua y el lodo; el indigno y reprobado Marlasca diciendo que “ la gestión le compete a la comunidad autonómica” cuando estaban cortadas las comunicaciones entre Madrid y Valencia por carretera y ferrocarril; el presidente Mazón, abatido implorando ayuda a Sánchez y alabando a Marlasca con un gesto claramente que indicaba que el cargo le venía grande; unas consejeras de Mazón, Salomé Pradas y Nuria Montes, pronunciando unas declaraciones que evidenciaban su clara incompetencia; Ángel Víctor Torres un ministro que no se sabe de qué, mintiendo en sus declaraciones sobre la hora en la que Mazón pidió ayuda; una ministra, la radical, sectaria y arribista Teresa Ribera que ha hecho mutis por el foro en este trágico suceso y de la que dependen tanto las Confederaciones Hidrográficas como la AEMET, esta última agencia que por lo visto con sus informaciones de este suceso viene a ser como el CIS de Tezanos, otro organismo más al servicio del gobierno.

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Luego de todos los desastres naturales acaecidos y con pérdidas humanas por todos conocidas cabe aceptar que una vez más las comunidades autónomas son incapaces de gestionar graves crisis – quizá la comunidad madrileña sí sea capaz de ello – y desde luego no será por medios humanos y medios económicos. Habrá que preguntarse en qué los invierten.

El gobierno de la nación con medios humanos y económicos más que suficientes y con capacidad de declarar el nivel de emergencia adecuado – en este caso estaba muy claro para todos menos para Marlasca – debe asumir su responsabilidad, que la tiene, en esta tragedia y no ponerse de perfil adoptando ese término de “cogobernanza” que usa cuando las tragedias se las quiere quitar de encima y largárselas a las autonomías.

El ministerio de Defensa que afortunadamente no es propiedad de la déspota Robles podía tener en consideración en estos desastres naturales, además de la UME, la importancia de las Unidades militares desplegadas en la zona del desastre y emplearlas de inmediato bajo la autoridad militar territorial en un tiempo determinado. Las Unidades desplegadas tanto en Valencia, como en Alicante o en Albacete hubieran sido muy útiles los primeros días de las lluvias.

Sin duda lo único bueno y gratificante de esta tragedia natural que volverá a ocurrir y no por la emergencia o el cambio climático – ha diluviado desde la creación del mundo – ha sido la generosidad y la solidaridad de los españoles de cualquier punto de nuestra geografía. Para todos ellos, no han existido ni gobierno autonómico ni gobierno nacional, solo han visto españoles en peligro y por ello han acudido a salvarlos.

Todo un ejemplo del español de a pie al gobernante. Otro más. Lástima que los españoles estemos horquillados entre la incapacidad de unos y la iniquidad de otros. Esto es lo que votamos. Así va España.

Mauro Velasco

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