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El maltrato o las violaciones se utilizan como pretexto para aprobar leyes que acaban triturando irreversiblemente derechos fundamentales. Memento Reino de Bozalia: la bautizada como ley del solo sí es sí y su predecesora, la Ley Integral de Violencia de Género (LIVG), no han servido o van a servir para reducir los delitos a los que se refieren, pero sí para potenciar espectacularmente uno nuevo que, antes de la vigencia de las mismas, era casi marginal: las denuncias falsas. Camino de cuatro lustros ya. Mentir o no decir toda la verdad en las delicadas cuestiones que se tratan no sólo no se sancionará, sino que se premiará. Y no solo económicamente. No nos dicen (ni nos dirán) jamás el número de denuncias falsas que hay sino que tan solo nos indican e indicarán el número de mujeres condenadas por denuncias falsas que no es lo mismo aunque intenten hacérnoslo creer. Sí, el despecho existe y las mujeres mal intencionadas también. Y los intereses de todo tipo y condición.
Málaga, un paradigma de innumerables
Las cuatro violaciones en grupo falsas de Málaga que podrían haber arruinado la vida de quince acusados. La playa de La Malagueta, un cuartel de los milicos del Aire, un colegio religioso o la Feria de agosto, los escenarios de las cuatro falsas denuncias más conocidas en la Ciudad del Paraíso durante los últimos tiempos.
O el consentidísima y casera orgía de La Manada sevillana/pamplonesa. El caso Arandina. El montaje contra Morgan Freeman. E innúmeros casos. Vidas arruinadas. La presunción de inocencia, definitivamente ida. Y la decencia. De las femibolches/feminazis/femicerdas y sus manginas aliadEs. Y de casi toda la sociedad.
Dani Alvés, todo tan burdo, “ejemplarizando”
Los ¡¡¡47!!! segundos de rauda, velocísima coyunda. Y un informe médico que indica que no hay ni un atisbo de violencia, ni de mero forcejeo, ni restos de esperma. Y una más que probable juez prevaricadora María Concepción Cantón Martín enchironando a Alves.
Y recordemos que los médicos mienten más que hablan. Y los forenses, hasta el infinito y más allá. Y la policía – (i)legítimamente armada – científica más todavía que los verdugos sanitarios, que ya es decir. Pura y dura mafia, pueden (y de hecho lo hacen) colocar, quitar, cambiar y mutar pruebas a su libérrimo e ilimitado antojo. Y crear/recrear otras ex-nihilo.
Otrosí
Pregunta final. ¿La denunciante, la jueza, los maderos y los galenos irán, si se demostrase toda esta más que razonable farsa, ellos sí, al talego? Pues eso, hombres maltratados. En fin.
Autor
- Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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Debe haber leches por meterse en un reservado de discoteca donde te puedas codear con futbolistas millonarios.Lechas para que te toque, cola, y comision al maitre.Ah, y dedos en dos para que haga de testigo.
Y los truchos van y pican.