01/11/2024 02:11

Tras la enésima manifestación contra el sanchismo sociopolítico y la enésima petición de elecciones, el líder imaginario subió a la tribuna y, después de contemplar durante unos segundos a aquella multitud integrada por sectores del nefando peperismo y por el tan bienintencionado como crédulo sector social al que le puede más el deseo que la reflexión, dijo lo siguiente:

«Señores conciudadanos, hace ya muchos años que estamos aquí sin otro proceder que el de acudir a elecciones y gastar nuestro tiempo vanamente en ello, y no podemos encontrar fondo ni orilla en este asunto, y cuanto más elegimos, tanto menos acertamos, cosa que es para nosotros gran vergüenza y cargo de conciencia, y soy de la opinión de que no saldremos de esto sin deshonor, porque no hacemos más que tropezar en la misma piedra, encumbrando con ello una y otra vez a los criminales y desvariando continuamente sobre los mismos errores.

La prueba de lo antedicho es contemplar a la patria y ver en qué se ha convertido: en un cenagal maloliente en el que nada bueno puede asentarse y elevarse, y en el que ninguna pituitaria sana o noble es capaz de respirar. Y todo ello se debe a que la política, hoy, nacida de dichas elecciones democráticas, y mantenida y reiterada durante casi cinco décadas gracias a ellas y a su mitificación, consiste en transitar por los turbios caminos del saqueo al Estado, de la extorsión, del amiguismo o clientelismo, de los fondos reptilianos, de los conchabes, de la mentira, de la traición, del cinismo, del crimen y de la prepotencia.

Una democracia así, tan benévola, se la cedo gustoso a mis peores enemigos. De ahí que, sin la extinción de la actual casta política, sin la presencia en los comicios de nuevos partidos dispuestos a acabar con el Sistema Democrático que nos ha destruido, sin estar firmemente decididos, pues, a finiquitar la Constitución actual, el sistema electoral, los separatismos y demás privilegios internos, el régimen de las autonomías, la limpieza institucional, el colonialismo que supone Gibraltar, y decididos, así mismo, a defender nuestras fronteras y nuestra neutralidad exterior, es decir, sin partidos con inequívocos programas regeneradores, de nada servirán manifestaciones ni elecciones. Porque, con los mismos juncos, el cesto volverá, una y mil veces más, a salir podrido.

Esto, que resulta obvio para cualquier mente razonable, ustedes, señores conciudadanos demócratas, no lo quieren o no lo saben asimilar. Echarán tal vez a Sánchez y a sus cuates de la poltrona -algo que, a corto plazo, aún está por ver- y regresarán a casa creyéndose protagonistas de una epopeya. Pero sólo son los peones, sin arte ni habilidad, de la farsa. Sólo son como esos juguetes de madera, de forma cónica y terminados en una púa de hierro, con los que yo jugaba de niño, a los cuales se arrolla una cuerda para lanzarlos y hacerles bailar.

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A ustedes, patriotas incautos, o de boquilla, o sin inteligencia sociopolítica suficiente, les tienen cogidos con la soga de la democracia y les están haciendo bailar desde hace ya cincuenta años. Y, al parecer, ustedes se toman ese baile con complacencia. ¿Qué razones pueden ustedes alegar para seguir eligiendo a políticos y partidos que han demostrado ocupar las instituciones y dedicarse a la gobernanza sólo para engrandecerse y fundar su poderío sobre la miseria y la destrucción de otros hombres? ¿Cómo puede nadie amar a la patria y reelegir a su vez a quienes lejos de conquistarse un nombre ilustre en la tradición o en la historia se dedican a traicionar a España y a hacer desgraciados a sus semejantes?

La clave del éxito de la política populista o democrática se halla, señores conciudadanos, en el halago del mediocre, ítem más si lo revistes con una imagen progre o pepera, que para el caso es lo mismo, y una hojalata en el pecho que diga: «Soy demócrata» -aunque todo sea un paripé-, y le adoctrinas con cuatro consignas con resonancia de apariencia nueva, pero que son tan viejas como la facundia del demagogo que lo engaña.

El éxito del populismo y de la falsa democracia consiste, pues, como digo, en dotar de identidad al paria, al tonto útil y, sobre todo en nuestros tiempos, a ese amplio sector social, seguidor de las consignas mediáticas, acomodaticio y gregario que juega a la democracia o a la rebeldía sin causa, siempre de la mano de la hipocresía marxista o pepera, capital-socialcomunista o simplemente ventajera y roja.

Al hombre sin voluntad, íntimamente frustrado por su débil condición, los populistas y demócratas saben que hay que aplicarle un plus de motivación personal y beligerante, además de envolverlo con palabras vacías, pero de gran volumen, que son las que entienden muy bien los iletrados. La motivación exterior, consumista o ambiciosa, la vienen utilizando los nuevos demiurgos y sus sicarios hasta la arcada en nuestra vacua y aparente sociedad de compra-vendedores del bienestar. Porque si es cierto que todos, con nuestra actitud, somos compradores y vendedores de algo, las víctimas del globalismo democrático sólo compravenden el engaño y la vileza que les han inoculado sus maestros.

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Pies en pared, pues, señores conciudadanos, porque lo que hoy llegaría tras Sánchez y su infierno, no serían mirlos blancos, sino blanqueados. Y ni siquiera mirlos, sino cuervos. Si el gobernante no se halla atenazado por un parlamento que recorte sus decisiones, nada impedirá que su interés personal se convierta en ley. Si no corre el riesgo de rendir -como cualquier ciudadano- cuentas ante los tribunales, nada podrá evitar su metamorfosis de político a ladrón, de funcionario a asesino. Por eso, no os dejéis engañar una vez más por esta comedia de manifestaciones y elecciones que solo sirven para darle más raíces al Sistema.

Si de verdad queréis manifestaros y abarrotar las calles con sobrecogedor clamor reivindicativo, salid a ellas exigiendo su responsabilidad no al siervo dirigente que no sería nada sin la aquiescencia de sus amos, sino a quienes lo sostienen con su complicidad o con su abulia. Pedid responsabilidad a las Tres Instituciones que son la clave del arco en las que se sustenta la patria, y de paso, pedídselas también a la Prensa, ese cuarto poder que con tanto empeño colabora también en el derrumbe. Pies en pared, pues, envidando a la grande, porque quien envida a la chica por costumbre, es mal jugador. Y suele ser perdedor por méritos propios».

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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Miguel Sánchez Asenjo

Mi querido y admirado compañero articulista Don Jesús Aguilar Marina:

A tu artículo, digo solo dos palabras, de entrada: ¡MAGISTRAL! y ¡AMÉN!

Perdóname, que añada algo más, pues si no lo hago, reviento o no sería yo.

Tengo un artículo pendiente de publicación, muy similar a éste, pero a años luz del tuyo, pues es que tú lo has bordado con hilo de oro.

En él reivindico la figura de Don Alejo Vidal-Quadras, que del canasto de manzanas podridas, es el que se salva, de los gusanos, que intentan meterse en su cuerpo.

Mi querido amigo Don Jesús, ya somos dos y pocos más, los que pensamos en que esta servidumbre de chacales, arrebatacapas y amalgama de mediocres analfabetos, que conforman una «Partitocracia Maldita», solo trabajan para engrandecer sus bolsillos y su ego, tapados y protegidos, con la capa «democrática», que les cubre y bajo el paraguas de una Constitución vana y diabólica, para los intereses de España.

Quizás te olvidas, de personajes espurios, como esta monarquía vividora, que se mece al son del comunismo, del liberalismo, la masonería, la Agenda 2030, … y todos los males que desprecian a la Patria, la envilecen y la destruyen.

Gracias por tu magistral artículo, debería estar en las clases no ya de historia, sino encima de cada pupitre de niño o joven, para que entiendan que la Constitución, para mí «EL PANFLETO DEL 78», no es más que el sostenimiento de las peores gentes, señoritingos de lo ajeno, prepotentes imbéciles canallescos, que lubrican este atroz Sistema, para que siga funcionando, a su servicio, sin garantía, ni caducidad.

Un fuerte abrazo, con mi gratitud,

Miguel Sánchez

Rafael F.

Para que Sánchez pueda volver a sumar, por desgracia.

Desiderio Casanueva

D. Jesús, eso digo yo para qué, pues como Vd, bien sabe en las últimas elecciones se hicieron trampas, vease, votaciones a los de Junst en canarias y otros sitios de España, y los partidos políticos no denunciaron ni uno, así que se vayan a tomar por cu…..o

jedoju

Cuanta razón lleva, elecciones para qué. Mientras que el voto del ciudadano no tenga más valor que la dirección del partido, es tirar el voto, gastar el tiempo y que te sigan tomando el pelo, los miles de políticos (como así se llaman) y que no son necesarios para el desarrollo de la vida social, económica y política de España.

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