24/11/2024 02:25
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Con motivo de una charla sobre el tema en el espacio Ardemans de Madrid, el próximo 27 de octubre, entrevistamos al prestigioso historiador, especialista en la División Azul, Carlos Caballero Jurado.

¿Cómo nació la idea de la editorial La biblioteca del Guripa?

Vicente Sanjuán es la persona más adecuada para responderte. Pero el caso es que él quería reeditar dos pequeños textos de un gran divisionario de Ibi, que es su pueblo, “Ximo” Miralles y pidió nuestro asesoramiento, el de la Hermandad de la División Azul. “Ximo” había sido alguien muy querido y respetado en esta Hermandad y nos volcamos en el proyecto. Por otra parte, contactó con otro ibense que estaba estudiando el tema de los voluntarios falangistas de esta pequeña ciudad alicantina. De allí salió un grupo especialmente selecto de divisionarios. Así que ya en este primer libro Sanjuán tuvo el buen criterio de acompañar los textos de divisionarios con la aportación de especialistas. El libro fue un éxito tremendo. Ibi es una población pequeña, aunque por lo emprendedora que es tenga mucha fama. A la presentación asistió una cantidad increíble de gente. Hicimos los cálculos y fue como si a una presentación de un libro en Madrid asistieran 100.000 personas. Supongo que este éxito fue decisivo para que Sanjuán decidiera lanzar el proyecto de LA BIBLIOTECA DEL GURIPA, así como el hecho de que al contactar con la Hermandad de la División Azul descubrió que había un auténtico arsenal de libros inéditos.

¿Por qué se han especializado en testimonios inéditos de la División Azul?

Pueden hacerse muchísimos tipos de libros sobre la División Azul. O contribuir a dar a conocer su historia de otras maneras, desde creando grupos de Facebook o los grupos de recreación histórica. Pero creemos que es fundamental que sean los mismos divisionarios, ellos en primera persona, y no otros, los que sigan hablándonos. Cada libro que aparece de La Biblioteca del Guripa que aparece, con uno, dos, y hasta cinco textos inéditos, significa que un divisionario nos está hablando directamente. Los doce títulos hasta ahora editados por Sanjuán suponen que se les ha dado la voz a un total de 22 divisionarios, ni más ni menos.

Hay un cierto número de propagandistas estafadores que insisten hasta provocar nauseas en que a la gente se la forzó a ir a la División Azul, algunos llegan a decir hasta que se sacaba a gente de la cárcel para mandarla a Rusia. Uno puede preguntarse, ¿y dónde están los testimonios de esas personas, supuestamente tan numerosas? Porque no existe la censura franquista que los pueda vetar, desde hace más de 40 años. Cuando, en una ocasión, un pobre sinvergüenza que había medrado a costa de hacerse pasar por divisionario publicó un libro donde ahora decía que fue contra su voluntad, se desmontó con extraordinaria facilidad su supuesto testimonio. Nunca jamás había puesto sus pies en la División Azul. Decía cosas tan absurdas que fue facilísimo desmontar sus patrañas, pero los que editaron el libro dieron por buenas afirmaciones que eran tan ridículas como que desde Riga se veía Leningrado. Basta tener la ESO para saber que eso era imposible. Pero como el libro criticaba a la División Azul, pues nada, salió el libro con generosa financiación de entidades públicas y privadas. La verdad es que fue divertido poner en ridículo al escritorzuelo, que después de haber estado en audiencias concedidas por Franco a falangistas haciéndose pasar falsamente por divisionario, ahora pretendía haber sido toda su vida un luchador antifranquista y por la causa del valencianismo.

Es muy llamativo que esos testimonios inéditos siempre ratifiquen como eran los divisionarios reales: falangistas casi todos ellos, fervorosos anticomunistas, de profundas convicciones religiosas y patrióticas siempre, gente joven y animosa, dispuesta al sacrificio.

¿Por qué es importante que los escritos que reciben pasen un exhaustivo control de calidad?

Para evitar ridículos como el que te acabo de citar, desde luego, pero para muchas otras cosas. A la Biblioteca del Guripa no le interesan las noveluchas, por mucho que estas pudieran tener una venta más fácil y ser muy rentables. No te puedes ni imaginar la cantidad de individuos que escribe noveluchas sobre la División Azul (en ellas el protagonista siempre es alguien forzado a alistarse, a menudo de izquierdas). ¿Qué se hace en La Biblioteca del Guripa? Como lo que interesan son los testimonios históricos, los que nos puedan enseñar algo real, lo primero que se hace es establecer la biografía del divisionario. Saber cuándo y dónde estuvo, para verificar si lo que cuenta se adecua a lo que escribe. Ha habido divisionarios, como Ydígoras, que han escrito grandes novelas sobre la División Azul, y la gente ha creído que esa era su historia. Pero no lo era en absoluto. Ydígoras no hizo nada de lo que le ocurre al personaje que se inventó. Una vez establecido que hay concordancia entre lo que hizo y lo que dice que va a narrar, se anota el texto con rigor, para ver si los personajes que cita estaban en esa fecha y lugar donde el autor los ubica, si los diarios de operaciones ratifican lo que está narrando, si los archivos de condecorados demuestran que se otorgan las medallas que dice, etc. También se redactan las notas oportunas para que el lector entienda el lenguaje y los conceptos que usan los divisionarios, ya que estos textos nunca estuvieron previstos para ser editados. Para su autor estaban perfectamente claros, para el lector actual pueden ser indescifrables. Y si hace falta, se añaden los anexos oportunos para poner en valor la obra que se presenta. Si el diario es de un veterinario, por poner un ejemplo, hace falta acompañarlo de un texto que explique la importancia vital de estos profesionales en la División Azul, una unidad hipomóvil, que sin sus caballos no podía moverse.

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Para ello cuentan con un amplio equipo de historiadores expertos. ¿Por qué es importante que sea el historiador el que realice esta criba?

Antes te he comentado que en los doce volúmenes ya publicados han aparecido testimonios de 22 divisionarios. Pues bien, en esos mismos volúmenes, y aportando reseñas biográficas, apéndices documentales o preparando las notas han colaborado familiares de los divisionarios -su papel ha sido fundamental en el ámbito de lo biográfico- y, atento, muchos historiadores distintos, todos ellos de la mayor solvencia para hablar de la División Azul; algunos muy conocidos en el ámbito de los estudios sobre la División Azul, y otros menos conocidos quizás, pero no por eso menos rigurosos. Esa lista de historiadores incluye a R. Arias, J. Barriuso, A. Duarte, J. M. Estévez, M. García Díaz, A. Giménez, J. M. Lledó, L. A. Moreno , J. Negreira, F. Oriente, M. Parrilla, F. J Paz, J. M. Poyato, P. Sagarra, J. R. Soler y F. Torres. Yo he tenido también el honor de haber participado en casi todos los libros. Junto a las firmas de los 22 divisionarios, en el total de lo publicado aparecen otras 24 firmas más, de familiares y amigos, lo que da idea de la amplitud del empeño.

Lógicamente el primer paso es comprobar la veracidad de los testimonios…

Sí, claro. Pero no por un historiador cualquiera. Tiene uno que conocer la historia de la División Azul. Hay gente que ha publicado libros de divisionarios y afirma que es historiador, pero como es analfabeto en historia de la División Azul llega a decir sandeces de tamaño colosal. Un pobre señor de Castellón, que formalmente es profesor de historia, editó las memorias de su abuelo, músico en la División Azul, pero como no tiene ni la más remota idea de lo que dice, llega a afirmar las tonterías más inverosímiles. Basta con saber no mucho, solo un poco, para desmontar cada una de las patochadas que afirmaba. Y no es que el testimonio en cuestión no fuera veraz, es que el pobre señor se empeñaba en analizarlo en clave conspiratoria. La historia real era la de un falangista de lo más germanófilo, pero el necio del nieto pretende convertirlo en alguien alistado a la fuerza, sencillamente porque no sabe entender lo que lee. Pero, en fin, si un testimonio no es perfectamente veraz, a la Biblioteca del Guripa no le interesa.

Cuando no es veraz, ¿se suele comprobar enseguida…?

Hay veces en que es cómicamente fácil descubrir que se está ante una falsificación, por las cosas tan tontas que se afirman. Un cierto señor dijo que lo que escribía eran las memorias de su padre, y dice que su padre iba a traficar con coñac español desde Krasny Bor a la base aérea alemana en Vyborg, que está en Finlandia. Para que pudiera hacer eso, debía cruzar con el camión que decía que conducía las líneas germano-soviéticas al sur de Leningrado, atravesar toda Leningrado, cruzar las líneas soviético-finlandesas al norte de dicha ciudad, hacer el trapicheo y volver a repetir la proeza. Un esperpento.

En otros casos, se capta enseguida porque en el texto apenas aparecen nombres o fechas. Lo que ya es llamativo, porque cuando uno escribe un diario o unas memorias es para recordar a personas, hechos y lugares.

Otras veces cuesta más, porque tienes que recurrir a bases de datos de divisionarios, para verificar identidades; o a diarios de operaciones. En cuanto ves que los divisionarios que se citan no existieron o que en las fechas donde se sitúan combates, esos no se produjeron, ya sabes que estas ante un texto que quizás no sea falso al 100 x 100, pero sí que ha sido muy deformado, normalmente para hacerlo más “literario”.

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¿Por qué son tan importantes las notas a pie de página que dan una explicación más que necesaria…?

Por dos razones. Por un lado, porque son la prueba de “don algodón”. Si los personajes citados en el texto estaban en efecto donde se dice que estaban; si las unidades se encuentran en el lugar donde se las sitúa, etc., sabes que ese texto es fiable, fidedigno.

Pero por otra parte las notas hacen comprensible el lenguaje usado por los divisionarios. Si tu lees en un texto: “Solo estaban allí los mortadelas, que estaban asustados en la finlandesa, porque los rusos parraleaban mucho, mientras que los carobos se habían ido, unos en una troika a panienkear, otros a por yaikos y malako a las isba del starosta”, lo más normal es que no te enteres de nada. Hacen falta las oportunas notas.

Por eso es clave explicar que significan aquellos términos técnicos o del argot que conoce el ciudadano medio…

Claro. Mira, la gente ya no hace la mili, y no tiene ni idea de qué es una plana mayor, o qué pueda ser un batallón, ignora la diferencia entre un teniente y un capitán; ni que decir tiene que no saben para nada donde estaba Miasnoi Bor o Podberesja, o qué diferencia hay entre recibir una Cruz de Hierro o una Cruz al Mérito Militar con Espadas. Si no te explican todas estas cosas, te quedas a dos velas.

Y, desde luego, como todo grupo humano, los divisionarios crearon su propio argot. ¿Cómo traducir el párrafo que antes te citaba? Lo que se quería decir era: “Solo estaban allí los soldados recién llegados, que estaban asustados en la tienda de campaña cónica, porque la aviación rusa estaba atacando mucho, mientras que los veteranos fogueados se habían ido, unos con un carro de campesinos a ver si ligaban con chicas rusas, y otros a la casa de madera del alcalde a por huevos y leche”.

En definitiva, ¿Qué importancia tiene para el nombre de la División Azul ser fiel a la verdad de la historia y que sea imposible que se cuele un testimonio fake?

La ejecutoria de la División Azul es tan limpia que basta con decir la verdad sobre ella. Por eso hay que evitar a toda costa las mentiras. Es increíble, pero hay gente que sigue creyéndose mentiras impresionantes, como la de uno que se hizo pasar por un héroe en la batalla de Berlín, mientras que ignora las historias estremecedoras de grandes y auténticos héroes divisionarios. Otros prefieren creerse todas esas insensateces de gente enviada a la fuerza, o para lavar su pasado, o cualquier otra sandez. Todo eso son lo que llamas testimonios fake.

Para honrar a la División Azul basta con publicar testimonios verificables y verificados. Porque ellos nos hablan de una generación que atravesó toda Europa, dejando atrás comodidades y proyectos de vida, para batirse contra el mayor enemigo de la Humanidad. Una guerra en la que ellos participaron por puro idealismo, porque ninguno aspiraba a recibir de los alemanes una parcelita para colonizar en Rusia, ni nada similar. Fue tal derroche de grandeza moral, de idealismo, de heroísmo, de sacrificio, que no podemos dejar que se pierda en el olvido. La Biblioteca del Guripa solo pretende eso que decía al principio: que las voces de aquella generación de corazones atrevidos y generosos sigan teniendo un eco en nuestros tiempos. Que el testimonio de la última gran generación de guerreros españoles no se olvide.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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