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En la foto estaban tres hombres y ella. Ni siquiera delante del pestiño Sánchez, que insultó de «piolines» a la Policía Nacional y a la Guardia Civil, se ha atrevido a pestañear.
Nadia Calviño se ha creído por encima del bien y del mal, pero ha hecho el ridículo más desmedido. En vez de despreciar el acontecimiento para el que fue invitada, debería de haber incitado a Pedro Sánchez para que diera explicaciones sobre la empresa de plásticos PLAYBOL, propiedad de sus padres, o sobre la deuda con Hacienda de la empresa de su marido y los tejemanejes de la misma para repartir el dinero que no es de esa empresa. Cuando el TSJ saque a la luz las comisiones disfrutadas y repartidas, a alguien se le va a caer la diadema a pulso y algo más.
Ser la única mujer no le da derecho a no hacerse la foto de rigor, humillando a empresarios, especialistas y gente de raigambre en el mundo económico y empresarial. Pura chulería para la galería. Simple desprecio para decir que ella es más que los demás y que ser mujer le da derecho al machismo que ha demostrado.
Ahí tienen a las redes sociales donde Díaz Ayuso se fotografió en Qatar entre decenas de hombres demostrando que su feminismo es un compendio de valores y de respeto, en tanto que lo de Calviño es pura y simple imbecilidad. ¿Habrá pensado que el emir de Qatar y su séquito tienen debajo telas de araña y por eso no son hombres? ¿De dónde procede tanta ignorancia y tanto resentimiento desnortado y descontrolado? Su complejo le hace parecerse a la ministra de Igual Da.
Su negativa a la foto lo hace por ser la única mujer, como así anunció hace meses, pero demuestra que le faltan valores porque con los ministros europeos no se atreve a tales desplantes. Le hubieran dado un bufido que se le hubieran caído los calcetines prehistóricos que luce o le hubieran borrado la sonrisa solo citando su reiterada incompetencia. El desprecio a los organizadores del Madrid Leader Fórum en Ifema fue el ridículo visible de una mujer caprichosa, machista, engreída y desvergonzada.
Sus previsiones han sido tan nefastas para España que ha querido hacerse notar con rácana chulería, sin pensar que las redes le han llamado de todo menos guapa y sensata. «Son muchos los eventos en los que soy la única mujer porque soy la ministra», espetó a los medios en actitud machorra y engreída. Pretendía que los humillados agacharan la cerviz. Ella era la ministra y ellos los vasallos de librea o siervos sin mando alguno.
El mundo empresarial español comprobó ese día que la ministra era un simple cencerro y un cabestro al que llevan de Huelva a Lérida y de Coruña a Málaga. Sabido es que el carro que más suena es el más estropeado. Y allí lo más estropeado era la propia ministra. Garamendi y Martínez Almeida soslayaron una sonrisa de vergüenza ajena, lo mismo que los consejeros delegados de Iberia y Endesa.
Quedó demostrado quién es Nadia Calviño, decenas de veces despreciada en Europa y cada vez más alejada de los núcleos de poder y decisión. No es de extrañar que entre las ministras de Unidas Podemos se hable de «muñeca alborotada», «quejica de ocasión» y otras lindezas. La actitud mostrada habla por ella misma. Lo curioso es que no se atrevió a hacer el numerito machista en un Ecofin donde estaba rodeada de ministros europeos. Sintió náuseas para fotografiarse con los organizadores del primer fórum sobre liderazgo empresarial y directivo, pero no así ante decenas de hombres presentes en el Ecofin de 2019.
La hipocresía de Nadia Calviño se le volvió en contra, tal y como constatan las fotografías existentes en las redes. Claudicó ante los ministros de Economía y Hacienda de todos los Estados miembros. Más de cien hombres y apenas cinco mujeres, algunas anuladas y casi desaparecidas en filas secundarias y ella acogotada en un extremo, pero tragó como traga tantas cosas.
Para la vicepresidenta primera del Gobierno debe ser que Pedro Sánchez, el emir de Qatar y el ministro de finanzas del emirato no son hombres. Algún día dirá lo que son. Ni una sola pega a la hora de posar. Los más de cinco mil millones de euros prestos para invertir en España le han hecho perder el feminismo trasnochado y de pose dañina. Ha quedado desnuda de valores y de contenido.
Una vez conocida la inversión, Pedro Sánchez se bajó de la mentira, como Calviño se despojó de la diadema. ¡Ah, y porque no les pidieron que se bajaran más cosas! No me sorprendió que cierto periodista acabara por decir que «Calviño va de feminista con los españoles en las fotos y de machista sumisa con los qataríes». En la foto estaban tres hombres y ella sola. Ni siquiera delante del pestiño de presidente, que insultó de «piolines» a la Policía Nacional y a la Guardia Civil, se ha atrevido a pestañear o a negarse a posar para la foto. No es más que una muestra de sumisión machista la de Calviño.
Recuerda un medio de comunicación que en Qatar las mujeres precisan permiso para todo. Incluso la homosexualidad se castiga con la muerte. Ni siquiera hablaremos de cómo van por la calle; ni de la sumisión mostrada por la fiscal general del Estado cuando acudió a tierras árabes; ni de las diarias lapidaciones o de cómo se cubren en su totalidad ante la posible mirada de los otros.
Ministra Calviño: es para avergonzarse de ti. Careces de valores y de firmeza de convicciones. Lo tuyo es mero postureo caprichoso y paranoico complejo indefinido e indefinible porque, de hacerlo con rigor y decisión firme, quedarías como un ventoseo en mal momento o un chiste de aerofagia infantil
En fin, te limitas a la simple propaganda barata, ministra; una divulgación que humilla más tu gestión y tu sumisión. Pero voy más lejos: tu machismo te delata, a la vez que te destroza como mujer y te ridiculiza como ministra.
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