17/05/2024 18:42

«Aquí no hace falta un Dictador, aquí hace falta un Pueblo»

Esta fue la respuesta que el intelectual del siglo XIX por excelencia, Joaquín Costa, dio cuando un día le preguntaron si no hacía falta un Dictador que metiese en cintura y pusiera orden a un pueblo que estaba ya en la miseria y en la calle.

Y no andaba muy descaminado, pues tanto Unamuno, como Ganivet, como Baroja, dijeron años más tarde:

¡Que inventen ellos!” (Unamuno)

Entonces estuvo nuestra patria a dos pasos de realizar su ideal jurídico: que todos los españoles llevasen en el bolsillo una carta foral con un solo artículo, redactado en estos términos breves, claros y contundentes : Este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana.” (Ganivet)

La verdad es que en España hay siete clases de españoles… sí, como los siete pecados capitales. A saber:

1) los que no saben;
2) los que no quieren saber;
3) los que odian el saber;
4) los que sufren por no saber;
5) los que aparentan que saben;
6) los que triunfan sin saber, y
7) los que viven gracias a que los demás no saben.»
(Pio Baroja)

Leed la fábula de la Rana cocida a fuego lento y sabréis lo que ha pasado aquí:

Una rana saltó un día a una olla de agua hirviendo. Inmediatamente, saltó para salir y escapar de ella. Su instinto fue salvarse y no aguantó ni un segundo en la olla.

Otro día, esa misma olla estaba llena de agua fría. Una rana saltó dentro y nadó tranquila por el agua de la olla. Estaba feliz en esa ‘piscina’ improvisada.

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Lo que la rana no sabía, es que el agua se iba calentando poco a poco. Así que al poco tiempo, el agua fría se transformó en agua templada. Pero la rana se fue acostumbrando, allí seguía, nadando plácidamente en ella. Sin embargo, poco a poco, el agua subió de temperatura. Tanto, que llegó a estar tan caliente, que la rana murió de calor. Ella, sin embargo, no se había dado cuenta, ya que el calor aumentaba de forma gradual y se iba acostumbrando a él.”

Ese es el problema de España. Que no hay pueblo. Que aquí no se piensa nada más que en vivir lo mejor que se pueda y trabajando lo menos posible. Por eso, hemos llegado a donde hemos llegado, que a un hombre que está vendiendo España a trozos y sembrando hambre y miseria y comunismo a ultranza, tenga todavía 7 millones de votos. Así que de qué nos quejamos. Tenemos lo que nos merecemos… y si esto es así, y si el pueblo español no quiere ponerse a trabajar algunas horas en serio y gratis para el Estado (como hacen en Japón) apaga y vámonos. Aunque hoy ya he visto algo monstruoso: un mapa de Europa sin España y con el Atlántico y el Mediterráneo unidos con sus playas en Francia y en Marruecos.

Por la transcripción

Julio Merino

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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