22/11/2024 12:55
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Pero, no ha sido solo el deterioro moral y la descristianización de la sociedad española. Con la llegada de la Democracia nos quisieron hacer creer una supuesta apertura de nuestro país para el crecimiento en el ámbito político y económico. Nada más lejos de la realidad, puesto que hoy, a cuarenta y tres años del desencanto democrático podemos comparar, como hemos prometido anteriormente, con cifras y estadísticas las diferencias existentes en los resultados de 1975 con las consecuencias del actual desastre:

 

                                                                                               

Los hemos tenido la suerte de vivir bajo la Confesionalidad Católica del Estado, desde 1939 hasta 1975, damos fe de ello. Que no mientan, que no traten de engañarnos ni de engañar a las nuevas generaciones: Nosotros lo vivimos. Nosotros estábamos allí y vimos el gran cambiazo de España: salvo muy pocas excepciones: sobraba trabajo, no se violaba, no se mataba, no prevaricaban los jueces, los políticos eran honrados, se dejó de ir en alpargatas o con agujeros en los zapatos tapados con trozos de cuero, no se pasaba hambre, se hicieron viviendas, España creció intelectual, económica y espiritualmente. España fue honrada internacionalmente, fuimos la octava potencia económica del mundo y ahora nos dicen con toda la cara que ¡esos años no han existido! y han convertido a nuestra patria en un estercolero lleno de corrupción. ¡Que no lo crea nadie, que no nos engañen, que no nos mientan! malditos sean.

Hoy siguen mintiendo sobre el Estado de bienestar actual, propaganda estéril, que ni ellos mismo se la creen. ¡Que no mientan más!, nunca ninguna ley aprobada en el Congreso nos ha mejorado la vida porque “en cuarenta y cuatro años de democracia y de asfixia impositiva, nuestro nivel adquisitivo no ha hecho más que descender y nuestras vidas han ido a peor. Eso es lo único que sabemos. Y eso lo sabemos todos los españoles a quienes les sobran días del mes y les falta sueldo para esos días. Terminamos esta comparación con las palabras de Sánchez Drago que ha afirmado: “con Franco vivíamos mejor”.

Pero no es la parte económica, con ser muy importante, ni la de resaltar la ausencia de formación de valores sociales, de buena crianza, respeto a los mayores y a los demás, a España, a nuestra Historia, a la Bandera, al Himno Nacional, etc., ni el sistema de enseñanza fracasado, basado en el aprobado general, y en el que se expediente a los profesores o maestros que suspenden mucho, ni a la falta de empleo y paro progresivo como lacra que amenaza el futuro de nuestros hijos sin norte alguno, ni la enseñanza del idioma inglés faltando la enseñanza de la Historia de España,  ni la irresponsabilidad de algunos  padres  que solo quieren que sus hijos sean felices, sin exigencia ni responsabilidad alguna, ni a la asfixia de impuestos, ni al sistema corrupto que embarga a España,  etc. No, lo más importante es que estamos viviendo una etapa que deja mucho que desear en todas sus capas a una sociedad española, viciada y contagiada de inmoralidad, y consiguientemente condenada a atravesar esta situación democrática tan dura y deleznable en la que hemos perdido el precepto de moral objetiva. Él es el que verdaderamente nos impulsa a resaltar diferencias entre el antes y el después de la actual Constitución, destacando esencial y fundamentalmente que durante estos 44 años de democracia su consecuencia principal ha sido realmente la de 44 años de descristianización de la sociedad española.

Sí, la descristianización del pueblo español, en estos 44 años, es una verdad que no se puede revertir. Y la principal causa de la ausencia del catolicismo español en una crisis tan brutal como la que padece España, es la que se inauguró cuando la Iglesia se mostró arrepentida haciéndose réproba del hombre que no solo les había salvado la vida, sino el que pudieran ser eclesiásticos, que se llamaba Francisco Franco. Ese, ese fue el momento.

Después de 13 obispos, casi siete mil curas, monjas y religiosos, y miles de seglares católicos asesinados en la guerra civil, al final, la Iglesia resulta que se puso al lado de los que los mataban, pero no para perdonarlos como manda el evangelio. ¡No!, fueron y son unos malnacidos que se pasaron al otro lado, al de los verdugos. Amén de que, incluso hoy, consideran positivo el advenimiento de la democracia, como resaltan en la Instrucción Pastoral de 16 de diciembre de 2018, al tiempo que elogian la Constitución atea de 1978, que, según ellos, ha propiciado cuarenta años de estabilidad y prosperidad. ¡Que cobardía y que daño! Cuesta trabajo creer que la Conferencia Episcopal Española, toda vez que cada día que pasa es mayor el acoso y derribo contra la Iglesia Católica, precisamente considere positivo tal advenimiento y ofrezcan estas florituras a la Constitución y a la llegada de la democracia y encima que se subraye el importante papel que la Iglesia jugó en su establecimiento cuando los resultados estadísticos de este sistema ateo, solo pueden causar vergüenza, dolor, tristeza y escándalo. Ahí está la gran apostasía reinante en España como jamás se ha conocido otra igual, y prueba de ello son los miles de deserciones plasmadas en los expedientes que se amontonan en los despachos de las Vicarias solicitando ser borrados de las actas bautismales y renunciando a la fe católica, como si se tratase de un partido político.

¿De qué estabilidad y prosperidad nos hablan estos obispos? ¿De estabilidad y prosperidad moral y religiosa? Eso debería ser lo suyo. Porque, claro está que al hablar de estabilidad no se referirá el documento al divorcio Express, ni como prosperidad religiosa podrán evaluar la píldora del día siguiente, la sodomía inquisitorial, en la que pronto multarán a los que no somos maricones, la manipulación de embriones, la clonación; ni entre lo positivo del advenimiento de la democracia y los grandes valores morales podrán contar que la democracia haya laureado y colocado como pódium de crímenes el aborto. Los datos oficiales indican que, en los últimos tres años, entre abortos legales e ilegales, se han practicado en España, aproximadamente ¡más de medio millón de infanticidios! Y realmente, se ha coronado la tarta de “valores democráticos” adornada con la guinda de la eutanasia.

Y lo más insólito, algo que nunca hemos entendido, es que los mismos eclesiásticos que aceptaron y no impugnaron la Constitución atea del 78, han tenido buen cuidado de evitar toda movilización política posterior de los católicos, haciéndola imposible siempre que se ha intentado.

¡Nunca! ¡Nunca en dos mil años de historia la Iglesia española se ha degradado tanto! No solo es irreconocible, sino lo que es aún peor, durante más de cuatro décadas de camino democrático, ha mantenido los mismos argumentos de amparo y sostén al sistema que ha arrasado al catolicismo en una nación que no se reconoce en el espejo con aquella que dejó a su muerte, ese 20 de noviembre de 1975, el Generalísimo Franco. Primeramente, nos engañaron con “la libertad sin ira” para que andásemos un camino de conquistas sociales en una España más abierta, más igualitaria, más fraterna, más educada e infinitamente más libre, para abocarnos en una España gris llena de sombras. Después, con la promulgación de la Constitución se consumó la perdida de la Unidad Católica en nuestra patria, abriéndose la veda al desenfreno y libertinaje, llevando a cabo inmediatamente una reforma exhaustiva del Código civil, en cumplimento obligatorio de tres principios básicos: Libertad, Fraternidad e Igualdad.  

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Efectivamente, la Ley de 26 de mayo de 1978 despenalizó el adulterio y el amancebamiento, lo que hoy conocemos como parejas de hecho. Primer paso para destruir la familia, principal órgano de la sociedad y pilar sobre el que se fundamenta el desarrollo psicológico, social y físico del ser humano, y que tiene como función brindar amor y cariño entre los mismos conyugues y sobre todo respeto y ayuda mutua.

Pocos meses después, el 7 de octubre de 1978 las Cortes dieron luz verde a la Ley 45/1978 por la se aprobaba la despenalización del uso contraceptivo de la píldora anticonceptiva. Un segundo paso para demoler la familia. Ciertamente, la legalización de su uso como anticonceptivo se vendió a la sociedad como el inicio de una nueva etapa para las mujeres españolas que tendrían la oportunidad de poder elegir cuándo y cómo concebir. La anticoncepción es, sin duda alguna, la muerte del matrimonio y la antesala del aborto. Basta observar un poco lo que ha venido sucediendo en los últimos 40 años en España.

Para desbaratar en lo profundo y romper definitivamente por el medio a la familia y abrir el camino hacia la familia diversa, algo tan democrático como ficticio, el 22 de junio de 1981 se aprobó la Ley del divorcio y desde entonces más de millón y medio de parejas han disuelto su matrimonio, y aquella fidelidad a estar con la misma pareja durante toda la vida se esfumó invitando a la infidelidad normalizándose en la sociedad española.

La familia, aquella formada por un hombre y una mujer unidos en el contrato “sagrado” del matrimonio, pasaba (y con los años cada vez más) a convertirse en plural. Hogares monoparentales, uniones de hecho, familias reconstituidas (formadas tras las rupturas), matrimonios entre personas del mismo sexo. Hoy la diversidad familiar es una realidad.

Si bien es verdad, las uniones entre hombre y mujer siguen siendo mayoritarias, pero ya no pasan tanto por el altar y no consagran su vínculo afectivo ante la iglesia. Si a principios de los ochenta sólo el 5,6% de las bodas eran civiles, ahora son más del 60%. Además, cada año se celebran en torno a 3.000 matrimonios entre personas del mismo sexo y las familias reconstituidas son ya casi un 8% del total de hogares.

Sorpresa y polémica causó el 4 de junio de 1987 el anuncio de los preservativos protagonizado por Pedro Ruiz, como medio más eficaz para la prevención de embarazos no deseados y enfermedades de trasmisión sexual como el sida. Realmente se estaba promocionando el sexo juvenil.

También llegó el destape, empezando los primeros desnudos en las grandes pantallas y en la televisión, amén de ciertas revistas y sones de las primeras audacias sexuales.

Para mayor laicismo radical excluyente y desproteger a los católicos de nuestros derechos se despenalizó la blasfemia el 9 de junio a través del artículo segundo de la ley orgánica 5/1988, con el apoyo total y radical del Partido popular que voto a favor.

¡Ah! Pero faltaba la guinda a esa tarta democrática de leyes inicuas, y con los mimbres marcados por el Constitucional se despenalizó en España la interrupción voluntaria del embarazo, es decir en palabras sin medias verdades: se despenalizó el Aborto o infanticidio, y se legalizó el asesinato del ser más inocente e indefenso de la creación con la firma del Rey de España, Juan Carlos I, quien el 5 de julio de 1985, dirigiéndose a todos los que la presente vieren y entendiesen promulgo: “Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo a sancionar la siguiente ley Orgánica en un artículo único: No será punible el aborto practicado por un médico o bajo su dirección, en centro o establecimiento sanitario, público o privado, acreditado y con consentimiento expreso de la mujer embarazada, cuando concurra… etc. etc. etc.” Desde entonces anualmente se vienen asesinando a una media de 150.000 niños anualmente.

El aborto, han cambiado los modelos de familia, de educación y bienestar social.            

Pero no quedaba ahí la cosa, para redondear la guinda, el 22 de noviembre de 1988 se promulgaba la ley de sobre Técnicas de Reproducción Asistida, creándose de inmediato bancos de semen, usuarias de estas técnicas, laboratorios de embriones y centros de fecundación in vitro y otras técnicas afines como la inseminación artificial y los procedimientos de homologación.

A partir de 2003, España permite también la investigación en embriones humanos con fines científicos.    

Pero, aunque ya habían colocado la guinda, la tarta estaba sin terminar y el 30de junio de 2005 el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero sacó adelante una ley que otorgaba igualdad de derechos total a las parejas del mismo sexo: igualdad para casarse, para adoptar, para amar. Desde entonces la igualdad de género y la libertad sexual han recorrido pasos de gigante, encontramos entre los países pioneros del mariconismo, siendo España el epicentro del orgullo gay más internacional y Madrid la capital mundial del World Pride.

Y para colmo y broche de esta degeneración el 17 de diciembre del 2020 se aprobó por mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados la ley de la eutanasia o suicidio asistido, que se legalizó el 25 de junio de 2021, y a la que pueden tener acceso todo aquel español o residente legal en España, mayor de edad y ser consciente en todo momento de solicitarla, para que se le respete la autonomía y voluntad de poner fin a su vida. Solo falta que sea imprescindible el carnet de vacunación.

Todos los Partidos políticos que han aprobado estas leyes inicuas, cuantos les siguen votando, así como el Rey que las ha sancionado, tienen la enorme responsabilidad ante Dios y la historia de dar cuentas.

Las cosas ya no son como Dios manda. Estamos asistiendo a una involución en la Historia, definitiva y solamente contra la Iglesia católica con una invasión de actos insultantes y ofensivos que pretenden convertirse en método y meta tenebrosa como en el 36, tales como las procesiones del santísimo coño insumiso con vaginas gigantescas, al tiempo que se blasfema a la Virgen María, explosiones culturales sacrílegas, carnaval con provocadora virgen Drag queen, cabalgatas profanadas y profanadoras. Asalto a capillas católicas, profanación de cementerios, robo de sagrarios, explosiones de bombas en catedrales, pintadas en templos, intento de suprimir la Misa dominical en TV2, etc.    

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La Nación España, aunque no esté configurada en la Constitución como estado laico, se define como tal, a pesar de que el cristianismo es la esencia de nuestra civilización y de nuestra españolidad.

Las causas de la secularización son varias y complejas, pero sin duda alguna la principal es el cúmulo de leyes inicuas y declaraciones contrarias a la Ley natural y consiguientemente a la Ley de Dios, emanadas de la presente Constitución, que ha deteriorado el bien moral de la sociedad, formada en buena parte por católicos, quienes olvidándose del más allá y de la trascendencia se apoyan en la anticoncepción, el divorcio exprés, la tolerancia del aborto, producción de seres humanos como material de investigación, y el anunciado programa de las nuevas asignaturas, con carácter obligatorio, denominadas “Educación para la ciudadanía” y “Educación de la asociación de lesbianas, gays, transexuales y Bisexuales”, amén de la implantación, quieras o no, de la ideología de género, con el riesgo añadido de una inaceptable intromisión en la educación moral de los alumnos, cuya responsabilidad corresponde a la familia.

Como hemos comprobado, con la llegada de la Democracia, poco a poco, se ha ido terminando con los valores morales y cristianos, convenciendo al adormecido pueblo español de que el divorcio era democrático; luego, con más persuasión, volvieron a convencerle de que el aborto también era democrático; como democrática es la homosexualidad, la eutanasia, la igualdad de géneros, la igualdad entre asesinos y víctimas, en definitiva, la igualdad entre el bien y el mal.

Y así, habiendo destruido la Unidad Católica, el Estado y sus instituciones, emancipadas de todo vínculo y amparadas por la aconfesionalidad legislada en la Constitución atea del 78, comenzaron, ya sin freno ni ataduras, a recorrer el camino laicista para imponer un nuevo orden político, que, bajo la capa de reconciliación, facilitase la concordia que debe unir y no separar a todos los españoles, en su condición de tales, y no de sus identidades étnicas, nacionales y religiosas.

Doctrina con la que se ha venido machaconamente adoctrinando y vertiendo iniquidad, día a día, durante más de cuatro décadas al pueblo español, hasta llegar hacer realidad la frase que pronunciara Manuel Azaña, aquel 13 de octubre de 1931 en su largo discurso antes las Cortes Constituyentes republicanas que Espala había dejado de católica.

La consecuencias son tan graves, que nos avergüenza confesarlas , pero la verdad es que hoy  la gran mayoría de los españoles, otrora católicos a machamartillo,  no aceptan los postulados de la Iglesia Católica incluso entre los clérigos, más de la mitad de los católicos  no van a misa (64,7%),  ni se casa por la iglesia (63%), aceptando abiertamente los matrimonios entre personas del mismo sexo (un 56%), ni cumple la cuaresma, ni la castidad prematrimonial ni guardan los Mandamientos de Dios y mucho menos los de la Iglesia. Una gran mayoría se declara en contra de la reforma de la Ley del Aborto. ¡Qué grandes resultados eh, Conferencia Episcopal!

También entra dentro desastre democrático la falta de respeto a los ancianos. Aquel sacrosanto respeto que se les tenía se ha perdido durante estas cuatro décadas de eclipse de Dios. Nuestros mayores han pasado a ser personajes incómodos, que generan muchos gastos de médicos, medicinas, pruebas de todo tipo, y el pago de la prestación por jubilación, puesta hoy en riesgo, a pesar de haber cotizado durante toda su vida, en contraposición a la asignación de 500 euros mensuales que cobra cada emigrante que salta la valla.

Ésta y más es la triste realidad.

En fin, tras 40 años gozando de los “placeres de la democracia” y eclipsando el sentido de Dios, nuestros dirigentes linajudos quieren hacernos llegar a la conclusión falsaria de que, una mentira repetida cien veces es una verdad proclamando sin vergüenza:  Gracias a la Democracia disfrutamos de un gran estado de bienestar.  Cuando la realidad es muy otra.  La verdad es que, durante estos últimos 40 años, el estado de bienestar proclamado, no es sino la vejación del pueblo español, porque la mentira no engendra libertad, y así vemos que la gente hoy no es libre, sino esclava; que la gente hace, come, viste, vota… lo que le dice el poderoso; y, lo que es peor, vemos que el tinglado de esta democracia está montado, no para el bien común, sino total y absolutamente para su propio interés, Solo hay que ver el  modus vivendi, la corrupción, el fraude, la malversación, el amaño, la prevaricación, el tráfico de influencias, el nepotismo, el soborno o el cohecho, etc.

Debemos reconocer que la crisis es trágica y que la corrupción de las costumbres, el lucro, las rivalidades, las luchas, el desorden en general que en la actualidad preponderan en nuestra sociedad son lo frutos propios de la influencia del sistema democrático que se practica en España desde hace 40 años.

Más que nunca los españoles tenemos que volver a nuestras esencias y la principal es el catolicismo vivido. Es la última medicina que puede sacar a España del estado comatoso que anuncia su desaparición, ya que la Sinagoga de Satanás es la que tiene todo decidido y a quien obedecen lo mismo Casado que Pedro Sánchez o Junqueras, Setién que Omeya, el Tribunal Constitucional que el Tribunal Supremo, la “Botín” que el mayor “geta” y ex falangista, Janli Cebrián, etc.

Luchemos y recemos en la espera de que esta democracia, culpable del genocidio católico, de una España liderada por esta casta política, que ha llegado al extremo de poner en juego la supervivencia de España y a la población española… a España en sí misma. Esta calaña opresora sea juzgada por la historia, mas no tiene perdón. La depredación de la Patria, el adoctrinamiento masivo, el genocidio abortivo indiscriminado, la destrucción y desequilibrio de los españoles, el exterminio de la población española por la baja natalidad… El “régimen político actual” se ha transformado en la peor plaga jamás antes vista en España, peor que la “pandemia”. No dejemos abandonados los destinos de nuestro pueblo en manos de verdaderos criminales y sus poderes fácticos encubiertos. ¡¡¡BASTA YA!!!

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