Carta a D. Julio Merino sobre que votó "no" a la Constitución. Por Miguel Sánchez

Mi querido amigo y admirado Don Julio:

Es un placer leerte y este artículo tuyo de hoy es de una gran importancia.

Ya que siempre presumes de edad, porque motivos tienes para hacerlo, gracias a tu buena cabeza, amueblada de lujo, te diré que yo tengo 76 años, 8 menos que tú y quizás 40 años menos que tu experiencia.

En el año de desgracia de 1978 yo tenía 30 años, ya no era un niño, pero no fui a votar. Empecé a trabajar con 14 años, mañana y tarde, por la noche iba a una Academia para seguir estudiando y allá por las 22,00 hasta las 00,00 de la noche, me iba hacer Judo, al gimnasio de «Las Hermandades del Trabajo», en la calle Juan de Austria, a 200 metros de donde vivía. Y no fui a votar, porque vi que era un montaje, manejado por todos los personajillos trepadores para llevar a nuestra Patria al precipicio en el que hoy nos encontramos. Eso sí, robando la gran tarta que dejó Franco para todos los españoles y que solo estos personajillos indecentes se la comieron, sin apenas darnos las miajas que caían al suelo.

Seguí haciendo mucho deporte, atletismo, fútbol, natación, …Con 18 o 19 años me tocó hacer la «Mili» y di con mis huesos, estaba muy delgado, pues con 1,78, pesaba como 55 kilos, pero era todo nervio. Y una vez que llegué a nuestro Sahara Occidental Español, concretamente al Aaiún, como «pistolo», me dejé captar por La Legión y me fui de recluta al III Tercio Don Juan de Austria. Solo estaría los 15,5 meses de mi quinta, pero me apunté consciente o inconscientemente 3 años más. Solo estuve un mes en ese Tercio y pedí el traslado al IV Tercio Alejandro Farnesio en Villa Cisneros. En donde desarrollé mi periodo de instrucción y todos esos años formándome como un Caballero Legionario, en el que practiqué Judo y formé parte de la Administración de mi Bandera Xª, estando como único legionario en Mando Bandera, rodeado de suboficiales, oficiales y jefes. No voy a cansarte por lo que todos sufrimos allí, porque las instrucciones eran escalofriantes, gracias a mi querido Instructor Sargento I, Gutierrez Mira q.e.p.d., que lo mismo te estampaba un culetazo en la cabeza, que te pegaba patadas en las espinillas, llamándote maricón, mierda e hijo …, pero tú firmes no podías moverte. Por mi fortaleza mental pude soportar esos 3 meses, pero 7 de mis compañeros no fueron capaces; 4 se suicidaron y 3 se autolesionaron, pegándose un tiro en el brazo. Curiosamente, los 7 eran extranjeros.

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Bueno, perdona todo este rollo, pero todo va a colación de tu escrito. Sí, sobre tu esplendido relato de hoy. Me explico:

Dice el Sr. Fernández de la Mora, según tus palabras:

» ….La Monarquía se ha suicidado con esta Constitución. Jamás debió aceptar el Rey quedar sólo de árbitro. Un jefe de Estado no puede ser una figura decorativa. Fíjate ni siquiera la República cayó en eso. Alcalá Zamora y Azaña tenían, al menos, el poder de designar al Presidente del Gobierno y el de cerrar Las Cortes y convocar elecciones generales. El Rey tuvo que «reservarse» esos derechos y, por su-puesto, el veto a la participación de España en guerras exteriores. Ni tampoco debió aceptar que el Tribunal Constitucional cayera en manos de los políticos….»

Pues se equivocó totalmente.

Yo, cada vez estoy más perplejo de que siempre todo el mundo deja al margen a este monarca, antes y ahora, cuando ha sido perjudicial. Fue el que sentó la base de la traición y el que fue piedra fundamental, para esa «Transición», que fue «LA GRAN TRAICION A ESPAÑA»

También la mayoría olvida que fue el heredero siempre ayudado y dando la cara su botones para todo, un tal Suárez, quienes en 1977, sacaron a todos los criminales de las cárceles de ETA, GRAPO y TERRA LLIURE. Por aquella peregrina idea y miserable frasecita con la que despachó esa otra traición el famoso «Chuletón de Ávila»: «Ahora que ya está muerto el dictador, estos chicos pueden formar un grupo político y exponer sus razones democráticamente» ¡Y vaya si lo hicieron! Asesinaron a 1.277 inocentes, nunca 853 como dicen la mayoría, pues se olvidan de incluir a los famosos «accidentes».

Dicho esto, y sobre esa Constitución del 78, a la que yo desde un principio bautice como: «EL PANFLETO DEL 78», aunque haya muchos listos que quieran adjudicarse su autoría, digo:

«Esa maravillosa «Carta Magna», se fomenta en todas y cada una de las traiciones que él sentó como base para que otros destruyeran la religión, la historia y la unidad de España».

Pocos recuerdan que este personaje determinó que Francisco Franco fuera sepultado en la Basílica Pontificia del sagrado Valle de los Caídos.

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Nunca entenderé cómo al peor rey Dinastía Borbónica y que al lado de él Fernando VII era un novato, se le mima, se le rinde pleitesía y hasta a sus decenas de amantes, de las que alguna metió hasta en el Palacio de la Zarzuela, los mediocres, sumisos y aduladores, les llaman las «AMIGAS» del rey.

Dios te tenga muchos años entre nosotros, con esa cabeza privilegiada, porque te necesitamos.

Un abrazo, mi querido amigo,

Miguel Sánchez

Nota del editor: aunque no se convenga en el argumentario de los colaboradores, se respeta la libertad de expresión, ya sea en la crítica o la aprobación, desde la ponderación y el respeto a la legalidad.

Autor

Miguel Sánchez

Empresario. Licenciado en Marketing y en Dirección de Ventas. Escritor de varios libros, sin publicar, aún. Aficionado a la escritura y a la historia de España.

Caballero Legionario que fue del IV Tercio Sahariano Alejandro Farnesio, en dónde estuvo en Mando Bandera. Escogido para portar al Santo Cristo de la Buena Muerte, representando a la Xª Bandera.

Congregante del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles, en la Catedral de las Fuerzas Armadas

Luchador nato por el Valle de los Caídos y sus monjes Benedictinos, por nuestro Cristo Redentor, la Familia, contra el Aborto y la Patria Grande, Unida y Gloriosa, desde la muerte del General Invicto.

Amigo, seguidor y admirador de la figura más transcendental y entrañable del siglo XX español, D. Blas Piñar, mi Caudillo, siempre junto a él, tuve el honor de aplaudirle, ovacionarle, dialogar y abrazarle, porque era mi ídolo y lo seguirá siendo por toda la eternidad. Y tengo el orgullo, que de sus magníficos libros escritos, poseo unos diez, dedicados, con cariño y con su pluma de oro, como escritor en la excelencia.