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En la ciudad de Barcelona hay dos memoriales dedicados a las víctimas de la represión franquista desde 1939 a 1952. Son el Fossar de la Pedrera y el Parapet de les executades y executats a Barcelona. Dos memoriales que en realidad es uno. ¿Por qué? La gente fusilada en el Camp de la Bota -donde se erige el Parapet– era enterrada en el Fossar de la Pedrera. Estos dos monumentos a memoria histórica de la ciudad, esconden el nombre de dos personajes que forman parte de otra memoria. Sin embargo, la ignorancia que envuelve cierto progresismo políticos ha convertido en normal una anormalidad.
El Fossar de la Pedrera es un espacio adyacente al cementerio de Montjuic. Durante muchos años fue el lugar donde se enteraba a las personas sin recursos o sin identificar. Ahí también se enterraron, desde 1936 a 1939 una parte de la población muerta como consecuencia de los bombardeos que sufrió la ciudad de Barcelona. Se calcula que hubo más de 1.300 fallecidos durante esos bombardeos. Finalizada la guerra civil, fueron enterrados los cuerpos de las personas represaliadas desde 1939 a 1952. Fusilados en el Camp de la Bota, los enterraban en Montjuic. No sólo se enterraban represaliados. Se siguieron enterrando a indigentes y personas sin familiares que no se podían hacer cargo del fallecido. Desde 1985 se acogen los restos de Lluís Companys.
En 1976 la Asociación Pro-Memòria als inmolats per la llibertat de Catalunya quisieron dignificar el lugar con un monumento a las víctimas. Los arquitectos Beth Gali, Màrius Quintana y Pere Casajoana diseñaron un memorial con un conjunto de columnas con el nombre de las víctimas. También se colocó una escultura de bronce de Ferran Ventura titulada Piedad. Homenaje a los inmolados por la libertad de Cataluña. También a los muertos en los campos de concentración nazis, aunque no estuvieran enterrados ahí. El memorial fue inaugurado el 27 de octubre de 1985 por el presidente de la Generalitat Jordi Pujol.
En aquel fosar había víctimas del franquismo, pero muchas más que nada tenían nada que ver con ese episodio histórico. Eso no les importó. Indigentes, anónimos, pobres de solemnidad se mezclaron con represaliados y víctimas de los bombardeos. Y todos ellos bajo el epígrafe de “inmolados por la libertad de Cataluña”. La ignorancia histórica catalanista funciona así.
Lo mismo ocurre con el Fossar de les Moreres. Barcelona, hasta mediados del siglo XIX fue una ciudad amurallada. Los cementerios eran espacios adjuntos a las iglesias. Esos campos santos, hoy en día, son plazas. El primer cementerio extramuros se construyó a finales del siglo XVIII. El que se conoce como Cementerio de Pueblo Nuevo. Destruido por los franceses, fue rehabilitado a principios del siglo XIX. Luego vino el de Montjuic. Uno de aquellos cementerios dentro de las murallas es el adyacente a la Iglesia-Basílica de Santa María del Mar, el actual fossar.
Cuenta la leyenda -inventada por los hombres de la Renaixença- que ahí fueron enterrados los defensores de Barcelona el 11 de septiembre de 1714. Durante aquel inútil asedio -pues la paz y el tratado de Utrecht se había firmado un año antes- murieron soldados, pero no el 11 de septiembre de 1714, ni defendiendo las libertades y constituciones de Cataluña.
Aquellos hombres, como proclamó Rafael de Casanova, derramaron gloriosamente su sangre “por su Rey -el archiduque Carlos- su honor, por la patria y por la libertad de España”. No por el invento del escritor Serafín Pitarra “en el Fossar de les Moreres no se entierra ningún traidor hasta perdiendo nuestras banderas será la urna del honor”.
Por lo que se refiere al 11 de septiembre de 1714, cuando a las 4:30h una salva de artillería anunció el asalto final, los defensores se movilizaron. A las 6h el duque de Berwick dio un ultimátum de seis horas de reflexión, tras los cuales se pasaría a todos a cuchillo. A las 15h salió un grupo de hombres enarbolando una bandera blanca. Al final, a las 12h del 12 de septiembre de 1714, Barcelona capituló. El 11 de septiembre de 1714 no hubo ningún muerto, porque había tregua. Tampoco debería celebrarse la Diada ese día, pues el asedio finalizó al día siguiente.
En el actual Fossar de les Moreres se enterró, con toda probabilidad, a soldados defensores de Barcelona. Militares que luchaban para que la corona de España no recayera en un Borbón, sino que siguiera en manos de los Austria. Tampoco luchaban por la libertades y constituciones. Toda esta jerga es un invento del nacionalismo catalán. Y fueron enterradas ahí porque era el camposanto que tenían más cerca. También había familias vinculadas con Santa María de Mar enterradas ahí. Era por así decirlo, lo mismo que el Fossar de la Pedrera. Sin embargo, esto no les importó y, el 11 de septiembre de 1989 fue inaugurado por Pasqual Maragall un monumento en honor a toda esa falsa mitología de la que hemos hablado.
Como que desconocen la historia y solo les interesa reivindicar una falsa “libertad de Cataluña”, en el momento de construir las columnas del memorial del Fossar de la Pedrera, decidieron grabar el nombre de los asesinados en el Camp de la Bota por el franquismo. Tomaron un listado y picaron en la piedra aquellos nombres. Todo correcto. Hay memoriales en el mundo con la inscripción de las personas que perdieron la vida. Recordemos el del World Trade Center. En estos memoriales, hechos sin rencor, las cosas se hacen bien. Aquí se toma cualquier listado, se pica piedra, y se da el tema por zanjado.
¿Por qué decimos esto? En el memorial del Fossar de la Pedrera hay muchos nombres, peor uno destaca por encima de todos: Justo Bueno Pérez. ¿Quién fue?
Justo Bueno Pérez nació en Munébrega (Zaragoza) en 1907 y fusilado en el Camp de la Bota el 10 de febrero de 1944. Su cuerpo fue enterrado en eso fosar junto con Miquel Arenas Pons (ERC), Alfons Palau Font (CNT), José Guía Cruzado y Feliciano Blaya Junta, atracadores. Todos estos fueron fusilados el mismo día. Justo Bueno fue un pistolero de la FAI. Ha pasado a la “historia” por ser uno de los asesinos de los hermanos Badia. En la acción participaron Lucio Ruano, José Martínez Ripoll, Vicente Tomé Martín y Justo Bueno. Era el 28 de abril de 1936, en la calle Muntaner 38 de Barcelona. Bueno le disparó tres veces a Miquel Badia y Ruano se encargó de Josep Badía. Estos hermanos eran los matones de Lluís Companys. Miquel Badia mantenía una relación con Carmen Ballester, la cual también mantenía una con Companys. Este, al estar enamorado de ella, no puso impedimento para que su matón fuera eliminado.
Los hermanos Badía eran miembros de Estat Català y tenían una organización paramilitar llamada escamots. Pues bien, este personaje forma parte del memorial de los “inmolados por la libertad de Cataluña”. Evidentemente Bueno y este epígrafe no cuadran. Al enterarse de la fechoría cometida, los actuales sobrevivientes de Estat Català -ante tal ofensa- se movilizaron y boicotearon en dos ocasiones -abril y diciembre de 2008- el monumento. Lo volvieron a intentar en mayo de 2010. Estos ataques no han supuesto una rectificación por parte del Ayuntamiento de Barcelona. Todo lo contrario. Cada vez que se ha borrado su nombre, lo han vuelto a reparar. Como que fue fusilado en 1944 es una víctima del franquismo. Contra aquellos que luchó, sesenta años después, lo homenajearon. La ignorancia histórica- la podemos llamar también histérica- funciona así.
Otro ejemplo es el Parapet de les executades i executats a Barcelona 1939-1962, que se levantó en el Fórum de Barcelona. Ese espacio que nunca han conseguido que fuera emblemático -y que se nos presenta como un fantasma de las Olimpiadas del 92- fue en su día el Camp de la Bota. Ahí se levantaba un castillo, construido en el 1858. Realizado por Juan Zapatero, capitán general de Cataluña. Se convirtió en la sede de la Escuela Práctica de Artillería hasta el inicio de la Segunda República Española. El terreno antes ya había sido utilizado por tropas napoleónicas a principios del siglo XIX como campo de prácticas de tiro. Por lo tanto, Camp de la Bota, debe provenir del francés butte (montículo).
Edificio militar, se transformó en cárcel durante y al finalizar la guerra civil española, hasta 1952. Durante la guerra civil el castillo se utilizó como lugar de fusilamiento de militares sublevados. En la década de 1950 el ejército abandonó el castillo de la Bota o de las Cuatro Torres, el cual fue ocupado por inmigrantes que en aquellos momentos llegaban a la ciudad, formando a su alrededor, uno de los campamentos de barracas más importantes de Barcelona. En 1971 contaba con 700 barracas y una población de 3.270 habitantes. Con anterioridad, a finales de los años 1920 surgió como barrio para acoger a los migrados desde otras regiones españolas para trabajar en la construcción de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Después de la guerra civil se fusilaron 1.734 personas, aunque no todas del bando republicano. ¿Qué queremos decir? También ahí fueron a parar delincuentes comunes que no tenían ninguna vinculación con los hechos de la guerra.
Como no podía ser de otra manera, el Parapet utiliza el lenguaje inclusivo, porque así se reivindica más que lo ha hecho la izquierda progre. El Parapet es un muro de 55 metros de largo por 3,5 de alto. Se inscribieron el nombre de las 1.734 personas fusiladas. Es obra de Francesc abad. El memorial fue inaugurado el 24 de febrero de 2019, siendo alcaldesa de Barcelona Inmaculada (Ada) Colau. Se pensó construirlo para conmemorar el ochenta aniversario del inicio de los fusilamientos. En resumen, es un memorial, como el de Montjuic y los otros existentes y que ya hemos comentado.
Como ocurre con el de Montjuic, para hacer este memorial tomaron un listado y, con un cincel y mucha paciencia, grabaron los 1.734 nombres. Para variar, nadie vigiló el listado y entre los nombres encontramos a Alfonso Laurencic. ¿Quién fue?
Laurencic fue el ideólogo y constructor de las chekas de Vallmajor y Zaragoza en Barcelona. Al intentar huir fue detenido en El Collell (Girona), trasladado a Barcelona, lo encerraron en el Camp de la Bota. Se le juzgo en consejo de guerra. Durante el juicio se defendió de todo aquello que le acusaban alegando que “cuando se haga un detenido examen, se verá que la prisión de la calle Zaragoza era una de las mejores, porque disponía de algunos servicios higiénicos, gracia a mí”. Al serle comunicada la sentencia, manifestó que era víctima de las circunstancias, que moría con la consciencia tranquila y “aunque sé que voy a morir, ¡Viva el Generalísimo Franco!”. Fue fusilado el 9 de julio de 1939. Su cuerpo lo enterraron en el Fossar de la Pedrera. Para conocer más profundamente la vida y las circunstancias de Laurencic, es muy recomendable el libro El hombre de las checas de Susana Frouchtmann. Laurencic es homenajeado en Barcelona en un monumento levantado durante la alcaldía de Ada Colau.
Evidentemente entre esas 1.734 personas había gente de todo tipo. Personas que había cometido asesinatos durante la guerra civil, pero también otras personas represaliadas por diversas circunstancias y otros, inocentes, víctimas de las circunstancias del momento. Los que salen en el Parapet del Camp de la Bota son los mismos que los enterrados en el Fossar de les Pedrera, pues de un sitio iban al otro. No solo se doblan memoriales -aunque el de Montjuic se construyó ad maiorem honorem de Companys- sino que nadie tuvo la dignidad de repasar los nombres. Hemos hablado de Justo Bueno y Alfonso Laurencic, de que hay otros muertos en Montjuic y en el Fossar de les Moreres, que se mezcla lo humano y lo divino en pos de una memoria histórica muy particular. Sólo hablan de los fusilados por el franquismo entre 1939 a 1952, porque viven en esa realidad revanchista.
Parece como si, entre 1936 a 1939 no hubiera pasado nada en Cataluña, en la Camp de la Bota, en Montjuic, en Montcada i Reixach, en… Y ocurrió. ¿Por qué en el Parapet no aparecen los más de 50 fusilados por las republicanos -muchos de ellos militares- en el Camp de la Bota? ¿Por qué no se hace un memorial dedicado a las más de 300 personas fusiladas en el Castillo de Montjuic? ¿Por qué no se recuerda las 1.300 personas asesinadas en el cementerio de Montcada i Reixach? ¿Por qué hay muertos de primera y de segunda? Sencillamente, porque su memoria histórica es sectaria.
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